Jasmine Fiore
Me sentía débil con un ligero zumbido al fondo de mis oídos pero trate de aplacarlo juntando cada pieza de razón, de pensamientos que trataba de hacer míos.
No estaba en mi casa ni en ningún lugar que antes hubiera siquiera imaginado. Los Green poseían una enorme riqueza y en su casa me sentía como en un palacio. Los suelos solo tenían alfombras en sus habitaciones personales, unas alfombras que deslumbraban así como sus camas, de esas caras que bien podrías morir por lo cómodas que eran de un material que era del mismo cielo coronado por sabanas y fundas de ceda gris.
Era una cama demasiado grande para una persona y el cuarto un poco frio pero al mismo tiempo acogedor. Habían pinturas en las paredes junto a algunas fotografías y hace un rato me había encontrado curiosa por las puertas extras en la habitación.
– Señorita Fiore – hablo el señor Green y deje que mis ojos se pausaran en él deteniendo mi evaluación de la habitación de Landon. Estaba agotada.
– Lo siento –dije antes de su charla y él me observo con una ceja arqueada así como lo había hecho su hijo como en nuestra charla anterior.
– ¿Por qué se disculpa? –pregunto divertido y me obliga a tragar el nudo en mi garganta.
– Por no mantener mi promesa –la peor parte era que ahora que la consideraba rota yo podría seguir viendo a Landon, por más egoísta que eso fuera.
– Fue inevitable, de hecho, desde que la hiciste no creí que fuese posible mantenerla siquiera, créeme, veo un problema, un gran problema a simple vista.
– ¿Problema?
– ¿No es sufriente reconocer la forma en la que te mira mi hijo? –abrí la boca para responderle que no sabía nada al respecto pero la cerré de inmediato cuando me di cuenta de lo poco que sabía hasta hace unos minutos y ya no podía estar fingiendo no saber– lo notaste también –agrego sonriendo de lado.
– Él me lo aclaro –respondí.
– Si, bien, entonces podremos hablar como es debido ahora que todas las piezas están sobre la mesa –me estaba dando un terrible dolor de cabeza.
– ¿A qué se refiere?
– ¿Qué piensas sobre casarte con mi hijo mayor?
De verdad debía de estarme volviendo loca, pensé.
Buena, la locura daba risa y esa fue mi respuesta involuntaria, yo comencé a reír.
Casarme, nunca había pensado en casarme, de hecho, nunca había pensado en enamorarme y que alguien pudiese corresponderme, que alguien pudiese enamorarse de mí por lo que era, por lo que significaba eso…
Estaba riendo y el papa de Landon se estaba divirtiendo con mi risa contemplando hasta el más mínimo movimiento pero no podía dejar de reír, era tan gracioso, yo… casada. Jasmine Green.
Mi risa fue menguando y solo quedaron pensamientos colgando de hilos sobre un espacio abierto y tormentoso.
¿Yo… podría hacerlo?
– ¿Por qué? –pregunte y no fueron las palabras exactas pero el señor Green me entendió y se puso derecho retomando su postura de hombre de negocios observando un buen trato.
– Tuve el tiempo suficiente para investigarte mejor y me topé con la verdad sobre aquel incidente, por eso también me gustaría ofrecer una disculpa –trague en seco y seguí oyéndolo– así como mi reconocimiento.
– ¿Por qué? –pregunte de nuevo sin ser lo que quería decirlo exactamente.
– Porque es la primera vez que Landon me pide algo desde que nació. Él siempre fue un niño estúpido que pensó en resolver sus problemas por sí solo, pero cuando fue a verme a Dubái hace una semana, persiguiéndome los días restantes por completos hasta darle tiempo, me pidió que te aceptara.
– ¿Él qué?
– Fue un trato que no podía rechazar –el señor Green lucio orgulloso– después de todo fue tan especifico –sonrió.
– No lo entiendo.
– Señorita Fiore, Jasmine –sonrió dulcemente y acaricio mi cabeza como mi mismo padre lo había hecho muchas veces– gracias por salvar a mi hijo no una, sino tres veces, por eso acepto la relación que desees llevar con él así como te ofrezco mi casa y gratitud. La elección es tuya.
El dolor de cabeza había desaparecido y había distinguido claramente la vos de Landon siguiendo la de su padre cuando este se marchó de la enorme habitación.
Me puse de pie confundida y comencé a deambular repasando el arte con los ojos y en ocasiones con las manos hasta llegar a una foto que antes había notado. La foto de una hermosa mujer de ojos platas sonriendo mientras que abrazaba un niño y a su lado el señor Green, una foto dibujada tan realistamente que me sorprendió.
La foto transmitía nostalgia.
– Es la madre de Landon –apareció una mujer por la puerta.
Ella era dorado y verde en una danza de fina tela con cara en forma de corazón y mirada dulce. Aquella mujer me sonrió acercándose a la mesa de Landon para colocar una taza de té en él.