AÑOS DESPÚES
El reflejo de una cicatriz no representaba exactamente el daño que había sido producido en la zona, sino de como aquel daño había sido reparado sin dejarse olvidar por completo. Un desastre superado.
Me coloque el vestido de seda negra que cayó suave y frio por mi piel mientras que unas manos por detrás me rodearon cuando me observe al espejo.
Hace mucho tiempo había pensado en lo hermosos que eran sus ojos, en lo doloroso que era ser observada directamente por ellos. Siempre me sentía débil ante es pálida mirada pero… me gustaba, la amaba tanto que debía de detenerme de una vez porque no debía de ser doloroso, porque él también me amaba, porque habíamos superado muchas cosas juntos.
– ¿Usaras esos guantes? –me señalo a los guantes de encaje que había sobre una caja, un hermoso par que él me había regalado en la noche anterior sabiendo que los usaria aquel día.
– Si –observe la cicatriz en mi mano y sonreí cuando un beso se depositó en mi espalda con el toque de una pluma.
– Aún tenemos tiempo, volvamos a la cama –murmuro perezoso.
– No Landon, mis padres se molestaran si no llegamos temprano, ¡y vístete! – él sonrió besando mi cuello y yo retrocedí ante el roce de sus labios en mi piel.
– Amo ver cuando te sonrojas, mírate, hasta tus orejas están ruborizadas –lo empuje, y volví a colorearme cuando vi su cuerpo desnudo de frente.
Él me contemplo absorbiendo cada trozo de mi vergüenza y se acercó de manera seductora, un caminar que me seco la garganta y me hizo rememorar la noche pasada.
Tube la extraña contradiccion de querer esconderme o abalanzarme hacia él pero él siguio su recorrido hasta dejar un dulce beso sobre mis labios cambiando por completo mis planes.
– Arruinaras mi maquillaje – murmure contra sus labios.
– Bien, tienes razon y ya estás linda, entonces me detengo aquí y no malogro el pedazo de arte que eres – se separó burlandose y comenzó a caminar hacia el cuarto de baño pavoneándose de lo bien formado que tenía su cuerpo sabiendo que mis ojos seguian fijos en él con cada parte suya gritando lo sexy que era –estaré listo en diez minutos cariño.
– Si claro.
Hoy era el onomástico de la muerte de Lexel, la primera vez que me había atrevido a asistir y no era por el último error que había cometido, sino por lo que antes había significado nuestra amistad.
Landon me persuadió para ir, él me dijo que debía de eliminar por completo el miedo y la rabia que le tenía, que debía de superarlo y despedirme como es debido. Yo tenía miedo aun pero él me ayudaría a afrontarlo o eso era lo que había prometido.
Termine de ponerme los zapatos cuando Landon salió ya vestido de baño con la camisa abierta y una corbata gris colgada a ambos lados de su cuello, seguía luciendo tal como él primer día que lo habia vuelto a conocer en el foso. Sonrió dulcemente cuando me observo y entonces se sentó en la cama ya hecha, para atraerme hacia él rodeándome con sus brazos, escondiendome a mi y mis inseguridades.
– ¿Cómo te encuentras? –pregunto haciendo que yo negara con la cabeza.
– Bien, creo que estoy menos nerviosa de lo que suponía –y el teléfono al lado de la mesa de noche comenzó a sonar.
– Debe ser Manson –hablo Landon escondiendo su cara en mí cuello.
– Es Manson –corrobore cuando estiré la cabeza a ver el nombre en pantalla.
– Deberíamos irnos.
– Deberías de contestar –y él rio jalando el móvil hacia él para despues colgar.
– No importa. Vámonos preciosa.
Me tomo de la mano y me condujo hacia la salida después de haberse arreglado su atuendo.
Estábamos en un hotel, ambos habíamos venido un día antes por pedido de Landon, él dijo que era para que me tranquilizara, pero había aprovechado su noche en otras cosas. Quizá no había sido nuestro primer viaje juntos pero si había sido la primera noche que habíamos compartido cama, y aunque ilógicamente me había tranquilizado ese inusual hecho, ahora me sentía un poco culpable.
Llegamos a la ceremonia de Lexel, estuvimos en silencio esperando nuestro turno para saludar a los padres del difunto y cuando nos vieron, cuando me vieron a mí y después a mi hermano detrás de mí ellos agacharon la mirada y sonrieron tristemente.
Ellos se disculparon.
Ellos nos agradecieron.
Me puse a llorar cuando oí las gracias de su parte porque en una pequeña parte mía había esperado que me llamaran asesina, pero no lo hicieron, dijeron que habrían odiado saber que su hijo había muerto pero estaban agradecidos de que no hubiera matado a nadie, en otras palabras quería decir que me odiaban por ser una asesina, pero al mismo tiempo no lo hacian, me sentía mal por ello.
– Sigues pensando en eso –hablo Sam rodeándome con su brazo.
– ¿Dónde está Isabel? –pregunte y mi hermano sonrió cansado.