En el hábitat de un intrómido

02. Síntomas de la timidez

        Este capítulo va principalmente dirigido a aquellas personas que conocen a alguien tímido. En este caso no hablo de introvertidos o, como digo yo, intrómidos, eso ya llegará más adelante. Hoy, hablaré de cómo puedes reconocer y diferenciar a una persona tímida y, además, cómo lograr no espantarla. Comencemos.

        Leí en una página, no recuerdo cuál, una imagen que decía lo siguiente: “la timidez te hará perder oportunidades que no volverán” (no sé si era exactamente así, pero esa es la idea). Sentí, al leerlo, como si la timidez fuese una opción (sé que el autor no deseaba expresar eso, sino que seguramente uno debía luchar por superar ese obstáculo, pero fue lo que me transmitieron sus palabras en su momento). Me imaginé, entonces, a un niño sonriente llegando a casa tras un divertido e instructivo día lectivo, asaltando a su madre y diciéndole con ojos chispeantes:

        –¡Mamá! Ya sé qué quiero ser de mayor, ¡quiero ser tímido!

        Posiblemente, si esa escena se hiciese realidad, la madre le quitaría rápidamente la idea de la cabeza; el método usado lo dejo a elección de las madres y padres del mundo. Porque nadie querría ser tímido (recuerden que es diferente ser tímido que introvertido), y si existe alguien en el mundo que lo proclama (o incluso él mismo se cree que ese es su deseo), es simplemente que no sabe lo que se siente cuando se es conocido como: “el hermano de, el amigo de, el hijo de...”, cuando nunca se es el que presenta y siempre se es el presentado.

        Los tímidos sienten un nudo en la garganta cuando hablan con personas con las que no tienen confianza o se ven obligados a hablar en público (algo de lo que huyen por todos los medios). Si este mismo mantiene una larga conversación (que será más un monólogo porque él apenas será capaz de responder «sí», «no», y alguna que otra sonrisa nerviosa) entonces este empezará a tener calor, le sudarán las manos y sentirá un fuerte tambor en el pecho. También puede sufrir el síntoma de “mente en blanco”, que lo llevará a no ser capaz de ser él mismo y a no ocurrírsele respuestas ni temas de conversación. Lo más peligroso para este tipo de personas, después del miedo al ridículo, es enfrentarse a silencios incómodos; si esto ocurre sé clemente con él, posiblemente esté intentando encontrar en su mente algún tema de conversación, como no lo logrará sufrirá más síntomas productos de la timidez: temblor de piernas, postura poco natural y rígida, contracción de la mandíbula, contención de la respiración hasta que recuerde que es una acción indispensable para la vida... El único medicamento efectivo, no disponible en farmacias, es una sonrisa cálida y un tema trivial para que el individuo no se sienta analizado.

        La forma correcta de acercarse a este tipo de personas es, primordialmente, siendo paciente. En contadas ocasiones los tímidos se encuentran con personas de naturaleza tan cálida y amable que se sienten impulsados a ser ellos mismos casi instantáneamente; esto no significa que este tipo de personas sean más adecuadas para ellos, simplemente que su carácter es como morfina para los tímidos. Sin embargo, como esto rara vez sucede, es importante saber cómo acercarse a ellos. Primero debes estudiar, memorizar y entender que debes ser tú el que inicie la conversación las primeras 100 veces (o 500, en algunos casos) si quieres esperar una respuesta sincera en un futuro. Esto tal vez suene muy frívolo de mi parte, pero aunque no lo sepas, lo más seguro es que él esté haciendo todo lo posible por intentar acercarse a ti (aunque no lo notes). Una vez tomes contacto es importante saber sobre qué debes hablar. ¡Ni se te pase por la cabeza interrogarlo! Eso sería igual de grave que un silencio incómodo. Empieza por algo suave, temas triviales: como el tiempo, lo buena que estaba esa hamburguesa, o el tipo de música que te gusta. Puedes hacer breves pausas para ver si él desea unirse a la conversación, pero no lo presiones, los introvertidos notan rápidamente la presión. Una sonrisa amable en los labios ayuda mucho a suavizar el ambiente. Buscar temas comunes puede ayudar al tímido a sentirse seguro a la hora de expresar sus ideas, y si demuestras que las respetas y las valoras el tímido empezará a tomar día tras día un poco más de confianza. Una última cosa sobre la confianza, aumentará más rápidamente en un diálogo entre dos personas que si este se encuentra en un grupo, los grupos suelen amedrentar bastante a los tímidos. ¡Y no invadas su espacio personal! Su burbuja es mucho más grande que la de la mayoría, respétala. Es posible que ese introvertido sea muy cariñoso, pero puede que no le sea fácil expresarlo sin la debida amistad. Una vez más, si deseas un abrazo, ten paciencia.

        Cada tímido tiene su propia forma de demostrar que ha alcanzado la confianza deseada. Algunos son los primeros en saludar, otros gastan bromas que antes jamás te imaginarías que podrían hacer, otros hablan sin parar y algunos demuestran sus sentimientos con mucha más frecuenta. Sé observador y podrás ver el nivel de vuestra amistad reflejada en su comportamiento.

        Ahora posiblemente alguno esté pensado que soy muy melodramática con la timidez. No es que piense que es imposible superarla o vivir con ella, es muy posible en ambos casos. Es más, muchos tímidos hacen el esfuerzo diario de ser más abiertos, y muchas veces fallan y se sienten frustrados, incluso puede que se pregunten para que lo intentan. Un tímido que intenta socializar es muy valiente; porque la valentía no es no tener miedo, sino ser capaz de superarlo. La timidez es una valla que nos limita, pero toda valla, por alta que sea, se puede saltar (o escalar si es un muro).

        Y si algún tímido se ha sentido ofendido por esta cómica y cierta reflexión que tenga en cuenta que el sujeto de estudio que he usado para este texto he sido yo misma, una intrómida cobarde que intenta ser valiente.



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En el texto hay: timidez, experiencias de vida, introvertido

Editado: 18.05.2020

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