Antonina regresó a casa sin saber que el anciano de la tienda había podido indetificarla. Y estando en la oscuridad de su habitación, recordó el dinero que le habían robado cuando salía con Galo. También recordó a Galo, sintiendo más coraje hacia él que el amor que alguna vez creyó tenerle.
En el tiempo después de saber que solo fue un juego para Galo y Sonia, Antonina intentó redimirse y en los últimos meses había reunido dinero para devolvérselo al anciano de la tienda.
Antonina abrió la puerta de un mueble pequeño frente a su cama, y del interior sacó una bolsita muy parecida a la que le había sido arrebatada al anciano y se dispuso a entregarla. Se puso de nuevo sus zapatos y salió de casa sin que sus padres lo advirtieran.
Mientras caminaba ensayando en su mente lo que le diría al anciano para justificar su error, las palabras de una vecina cercana llamaron su atención.
Antonina se detuvo a escuchar la conversación, y se enteró que Remy festejaría su cumpleaños en unos días. Antonina se emocionó y siguió su camino para que no la vieran. Al llegar a la tienda, el anciano salió al verla acercarse. Antonina se paralizó al verlo, y recordó entonces que debía disculparse y entregar el dinero. Se acercó al anciano y habló con la mirada baja.
—Disculpe, por favor. No sé cuánto dinero fue, pero espero que esto le sirva. —Dijo mientras le extendía la bolsita.
El anciano escrutó a Antonina unos momentos, y vio que existía seriedad en sus plabaras.
—Pero tú no lo robaste. —Explicó el anciano.
—Pero no hice nada para impedirlo. —Contradijo ella.
Antonina mantuvo los brazos estirados para que el anciano tomara la bolsita. El anciano se sonrió sin que Antonina lo viera, luego se dio la vuelta y fue detrás del mostrador.
Antonina no sabía que el anciano quería darle algo a cambio, pues apreciaba su sinceridad. Entretanto, mientras el anciano buscaba algo, Antonina dejó la bolsita sobre el mostrador y salió corriendo.
Cuando estuvo por llegar a casa se detuvo y recuperó la respiración para no hacer un escándalo. Luego de entrar a su habitación, escuchó a sus padres discutiendo.
Sin poder descifrar las palabras, Antonina se recostó en su cama para dormir. Las discusiones en aquella casa eran el pan de cada día desde que Alain ya no estaba.
***
A la mañana siguiente, Antonina se levantó teniendo en mente la fiesta de Remy. Lo que más le emocionó fue que volvería a ver a Cipriano. En ese instante sus ganas de verlo incrementaron tanto que llegó a pensar que existía la posibilidad de un romance entre ellos.
Rosario notó la emoción en sus movimientos y en la despistada sonrisa que esbozaba sin sentido, por lo que interfirió para averiguar.
—¿Porqué tan feliz? —Preguntó Rosario mientras picaba zanahorias en el comedor.
—Remy va a festejar su cumpleaños. —Respondió Antonina mientras lavaba los trastes.
Rosario se emocionó tanto como su hija y propuso ir a comprarle un presente después de hacer la comida. Antonina accedió de inmediato y ambas se apresuraron a cocinar.
Una hora más tarde, Antonina se cambió sus pantalones cortos y su camisa de tirantes y se puso un vestido.
Cuando salieron de la casa, ningún pensamiento incluyendo información de la noche anterior invadió la mente de Antonina, ni el anciano de la tienda, ni la mujer quemándose. Ese fue el primer efecto que tuvo Cipriano en ella; la omisión. Ni siquiera había notado que su padre había asistido a trabajar.
Sin embargo, sí se percató de que su madre tenía alguna preocupación, pero no quiso inquirir al respecto, ya que estaba muy emocionada pensando en Cipriano.
Ambas recorrieron varias tiendas de ropa y accesorios, pero nada lograba convencerlas. Hasta que llegaron a una perfumería. Rosario entró a la tienda sin tener expectativas. Antonina entró sin percatarse de que un viejo conocido estaba ahí, observándola con culpa e incredulidad.
***
Semanas después de que Sonia le dijera la verdad a Antonina, Galo apenas podía seguir saliendo con ella. Los lugares le recordaban a Antonina, y aunque nunca antes sintió algo por ella, tenía la necesidad de disculparse. Sonia notaba cierta dispersión en él, y varias veces intentó seducirlo para que le contara lo que le aquejaba, pero Galo perdía la confianza que tenía en ella un poco más cada día.
Debido a su dispersión hacia cualquier actividad rutinaria, llegó pronto el día en que Galo perdió su beca en la universidad. Pero no intentó recuperarla. Entretanto, el estar cerca de Sonia le robaba la poca estabilidad que tenía. Antonina le rondaba la cabeza siempre; sin querer su imagen abordaba su mente, y poco a poco, sin que Galo pudiera advertirlo, se enamoró de ella. Antonina era la primera persona que se interesaba en él, incluso desde la primera cita que tuvieron, él supo que ella tenía aún el alma de una niña. Sin embargo, Antonina tenía también el toque de una mujer atrevida. Tal vez fue la combinación de sus encantos y fallas lo que lo hizo cambiar, y ante su ausencia se deshizo de aquello que le impedía admitir que la quería en su vida.
En una noche de fiesta, después que Sonia lo besara con desenfreno, Galo salió del lugar sin intenciones de volver, tal como Antonina lo había hecho. Más tarde esa noche, Galo fue a casa de Antonina. Observó las luces apagadas, se acercó a la puerta y se quedó contemplándola unos minutos. Varios recuerdos de Antonina riéndose de tonterías que él le contaba llegaron a su mente, incluyendo la vez en que ella estuvo ebria y él la cargó en brazos para llevarla a casa, también eovocó el último día en que la vio, causando que las lágrimas le impidieran ver con claridad. Recargó la frente en la puerta y deseó que Antonina saliera.
Al ver que ella no aparecía, Galo regresó a su casa.
Los días siguientes volvió por las tardes, pero desertaba después de unos minutos de esperar en vano.