Antonina estaba sentada frente a India, sosteniendo una taza de café casi frío entre ambas manos, pretendiendo poner atención pero sin escuchar una sola palabra de lo que India decía.
India hablaba con ahínco sobre su relación con Dagoberto. Antonina no se había percatado que India había recuperado el fulgor de su mirada, y que incluso sonreía a cada minuto. Los padres de India estaban al tanto de su relación con Dagoberto, y le concedieron el permiso de salir con él dado que ya había alcanzado la mayoría de edad.
India relataba los acontecimientos del día anterior, en el tiempo que Antonina se encontraba en la fiesta de Remy.
—¿Puedes creer que bailamos en medio de la plaza mientras un montón de desconocidos nos miraban?—Preguntó India con una voz enteramente alegre.
Antonina, sin haber puesto interés, asintió con la cabeza. India se dio cuenta de que no la había escuchado, entonces agitó la mano frente a sus ojos hasta que Antonina la miró como si acabara de salir del fondo de una piscina.
—¿En qué tanto piensas?
Antonina suspiró, bebió un sorbo de café y dejó la taza sobre la mesa.
—En lo que pasó ayer.
India bebió de su café, luego hizo un gesto de disgusto al sentir que ya no estaba caliente y fue a calentar más agua en la tetera.
—¿Y qué pasó ayer? Desde que llegaste no me has escuchado en lo absoluto. —Dijo India desde la cocina mientras sacaba un tarro lleno de galletitas de avena de la alacena. Luego puso las galletitas en un plato de cerámica y fue a sentarse de nuevo.
Antonina tomó una galleta, le dio un mordisco y masticó con lentitud por unos segundos al tiempo que ordenaba sus ideas.
—No sé por dónde empezar.
—Por el principio. —Dijo India con una sonrisa.
Antonina se rió y terminó de comer la galleta.
—Cuando llegamos a la fiesta, Remy me saludó como siempre.
India asintió mientras mordía una galleta.
—Pero cuando vi a Cipriano, sentí que iba a desmayarme.
India enarcó las cejas.
Antonina se puso de pie para caminar en círculos, pensando cómo decir lo que quería decir.
—Lo que quiero decir, es que... —Antonina guardó silencio antes de terminar la frase, e India comprendió lo que intentaba expresar—.
—¿Desde cuándo? —Preguntó India.
—Algunos meses.
India le reprochó el no haberle contado antes, ya que a India le parecía un tanto tierno que Antonina y Cipriano tuvieran una relación romántica, omitiendo por completo que ninguno de los dos quería una relación como la que ella tenía con Dagoberto. Antonina se excusó diciendo que le había dado vergüenza decirle que estaba enamorada de Cipriano, pues hasta el día anterior no estaba ciertamente segura de lo que sentía, pero después de la fiesta de Remy no le quedó duda alguna.
India le pidió que se olvidara de la pena y le contara los detalles de la fiesta de Remy.
Antonina volvió a tomar asiento, y narró los hechos con rapidez hasta que ella y Remy volvieron a la fiesta luego de estar en el estanque.
India levantó la mano como si pidiera tiempo para analizar la información.
—¿No vieron a nadie? ¿Qué tal que los estaban vigilando?
Antonina se encogió de hombros.
—¿Y si fue Cipriano? —Preguntó India con audacia.
Antonina hizo un gesto de desacuerdo y continuó narrando el comportamiento de Cipriano, haciendo énfasis en que, debido a la proximidad y la atención, Antonina creía que Cipriano estuvo coqueteando con ella.
India se emocionaba al imaginar las palabras de Antonina, pero llegó el momento en que perdió la sonrisa. Cuando Antonina le contó con satisfacción sobre la pelea de Galo y Cipriano, India se conmocionó tanto que no emitió sonido y se quedó sin parpadear unos segundos. Después, sin saber cómo abordar el tema, se levantó para caminar de un lado a otro.
—Primero, ¿qué hacía Galo ahí?
—Fue a buscarme.
India asintió.
—Segundo, ¿porqué comenzó la pelea?
—Galo empujó a Cipriano.
India intentó armar las piezas del rompecabezas de las razones de los acontecimientos, y tras varios minutos llegó a la conclusión de que la única razón de Cipriano era que él también estaba enamorado de Antonina. India volvió a su asiento y comió otra galleta. Antonina la imitó.
—Él también siente algo por ti. —Dijo después de ingerir la galleta.
Aquellas palabras eran con exactitud lo que Antonina deseaba escuchar, para confirmar que no era una locura pensar lo mismo.
India se levantó de un pequeño salto, e hizo un bailecito de alegría.
Antonina se sintió un poco culpable, pues había excluido el posible daño que Cipriano le había causado a Galo en los ojos luego de golpearlo con tanta furia. Pero sabía que India no estaría conforme y comenzaría a investigar si Galo estaba en buen estado, algo que le causó repudio tan solo de imaginar.
India se dirigió a la cocina cuando vio el vapor salir de la tetera, la apagó y volvió con ella para servir más agua en las dos tazas a medio llenar. Luego dejó la tetera en el piso para que no quemara el plástico que cubría el comedor. Al observar el agua caliente salir de la tetera, India pensó fugazmente en la mujer quemándose por culpa de Rosario, pero se forzó a no tocar aquel tema en ese momento.
Unos instantes más tarde, después de terminar de beber el café y devorar las galletas en el plato mientras charlaban con emoción sobre Cipriano y Dagoberto, el teléfono sonó.
India se dispuso a responder la llamada, y Antonina levantó las tazas y el plato para ir a lavarlos.
India escuchó a sus padres pedirle que fuera a llevarles un documento del trabajo al lugar donde estaban, a lo que India accedió y colgó el teléfono.
Se dirigió a la habitación y buscó entre los cajones hasta que encontró el documento y le dijo a Antonina que la acompañara hasta la plaza.
Antonina ya había terminado de lavar los trastes, se secó la manos en su vestido y salió de la casa junto a India.