9. Debates

Justa y Calixto, al igual que Remy y Cipriano, esperaron un par de días el momento oportuno para ir a hablar con los padres de Ananda y despojar a Cipriano de una preocupación que no era la suya. La señal apareció junto con Ananda en una tarde tranquila y soleada. Ananda volvió a plantarse fuera de la casa para hablar con Cipriano.

Remy fue el primero en advertir su presencia, y enseguida fue a avisar a Cipriano, quien a su vez le informó a sus padres por una llamada telefónica breve.

Justa y Calixto llegaron tan pronto como el tiempo les permitió.

Justa bajó del auto y sondeó los alrededores hasta que vislumbró a Ananda al otro lado de la calle, escondida detrás de un arbusto. Entonces se dirigió a ella y le pidió que la acompañara.

Calixto les ordenó que esperaran junto al auto mientras él regresaba a casa para recoger a Cipriano.

Ananda no sabía lo que tramaban, y pensó que tendrían que escuchar otra reprimenda simplona similar a la de la última vez, por lo que no se preocupó.

Calixto volvió, y Cipriano andaba tras él. Ananda quiso acercarse para tomarle la mano, pensando que los padres de él ya habían estado de acuerdo en que su relación se llevara a cabo, nada más alejado de la realidad. Cipriano descifró su atención a tiempo y se movió del lugar logrando eludirla. Ananda ignoraba la salvación casi divina que le había sido brindada a Cipriano.

Calixto abrió las puertas del auto para que todos subieran. Cipriano tomó el lugar del copiloto al no querer entablar el mínimo contacto con Ananda.

Justa y Ananda tomaron los lugares traseros, y el silencio abrumador hizo que Ananda reaccionara y se pusiera a la defensiva. Mientras el auto marchaba, Ananda analizaba las expresiones de los tres, sin lograr identificar una amenaza. Cipriano se mostraba confiado, aunque en el fondo estaba exaltado por lo que habría de suceder.

Ananda comenzó a mirar por la ventana, y enseguida pudo reconocer las calles por las que transitaban. En ese instante no le pareció extraño, y no fue hasta que estuvieron dando la vuelta a la esquina de su casa que supo que irían a hablar con sus padres.

Calixto detuvo el auto y bajó de inmediato. Luego Cipriano abrió la puerta para que Justa bajara y entonces Ananda tragó saliva antes de bajar por su voluntad, antes de ser obligada.

Calixto esperó a que todos estuvieran detrás de él y entonces llamó a la puerta.

Los segundos que transcurrieron antes de que la puerta se abriera hicieron que Cipriano recordara a Antonina para aliviar un poco su ansiedad, evocando principalmente la desinteresada actuación de ella, quizá como protesta ante la volitización de las palabras que él mismo incitó.

Zayra atendió la puerta, y al verlos juntos, habló directo con Ananda preguntando porque qué estaba con ellos, pero Calixto intervino.

—No le quitaremos mucho tiempo. Es urgente que hablemos. —Habló con seriedad inquietante.

Zayra los invitó a pasar, pero Justa se quedó afuera unos momentos para esperar a Dagoberto; Remy se encargó de llamarlo en cuanto vio a Ananda y le dio la señal para asistir a casa de Ananda, tal como lo habían planeado días antes.

Justa era la única que estaba enterada de la participación de Dagoberto, así que cuando logró verlo aproximarse lo hizo entrar a la casa al lado de ella.

Calixto y Cipriano se sorprendieron al ver a Dagoberto, pero a la vez supieron que era un arma letal secreta. Ananda, sentada en el sofá junto a su madre, sintió que una vorágine de colores alteró su rostro sin contenerse.

Justa la miró fijamente, y supo que estaban por vencerla.

Dagoberto se quedó de pie junto a Cipriano, justo detrás de Justa y Calixto, quienes estaban sentados frente a Vicario.

Zayra se puso de pie y fue a servir un poco de agua fresca en una jarra de plástico transparente, luego porteó un par de vasos de vidrio y comenzó a verter el agua en cada vaso. Con amabilidad les ofreció el agua, pero solo Justa la aceptó.

Calixto se tocó la barbilla antes de posar sus codos sobre las rodillas para inclinarse al iniciar la charla.

—No sé cómo empezar. —Dijo con pena.

—¿Porqué no les dices tú? —Interrumpió Justa mirando a Ananda.

La atención se focalizó en Ananda, consiguiendo aturdirla tanto que prefirió seguir en silencio. Debido a que sus padres no estaban enterados de que estaba en cinta, el hacérselos saber de esa manera le resultó más que humillante. Ananda ojeó a todos con ofensa, y Justa sintió el cambio en su energía.

Al ver que no intentaba explicar la situación, Justa decidió tomar la palabra.

—Ananda nos ha dicho que Cipriano es el padre de su hijo. —Articuló sin esperar.

Zayra y Vicario se levantaron de la impresión, y con un ofuscamiento presuroso obligaron a Ananda a ponerse en pie.

—¿Cómo te atreves? —Exclamó Vicario mientras intentaba encaminarse hacia Cipriano, con la clara intención de golpearlo.

Calixto se interpuso con enojo, y le exigió a Vicario que respetara a su hijo.

—¿Es que no les habías dicho? —Preguntó Justa indignada mientras se ponía de pie.

Ananda no supo qué hacer, y lo primero en llegar a su mente en apuros fue huir, pero Zayra la jaló de la ropa para hacerla quedarse, entonces le dio una bofetada.

Todos se exaltaron, pero nadie se interpuso, ni siquiera Vicario se sintió tentado a detener a Zayra.

Ananda volvió a sentarse mientras comenzaba a llorar silenciosamente.

Dagoberto miró a Cipriano, pensando que nunca debió haberse involucrado.

Calixto mostró su autoridad al hablar con calma, pidiéndole a Justa que se explicara mejor.

—Nos disculparán, pero ella ha venido a nuestra casa a decirnos que nuestro hijo es el responsable. —Reiteró Justa.

—Entonces tendrá que hacerse cargo. —Dijo Vicario con furia.

—No será necesario. —Interrumpió Calixto al pedirle a Dagoberto con un ademán que explicara su versión.

Dagoberto se acercó con cautela, como si se asomara a una jauría mortal de la que no podía esconderse, evocando el baile sin música con India para recobrar la fuerza de voluntad.