En el interior del volcán

12. Maldito seas

Remy fue el único que no estuvo en casa cuando comenzó la preparación del festejo. India llegó antes de la puesta de sol, bajo la brisa fría y la convaleciente oscuridad en el cielo, sosteniendo el brazo de Antonina mientras ambas caminaban campantemente.

Justa abrió la puerta antes de que ellas pudieran tocarla, y las tres se echaron a reír luego de sorprenderse.

Justa iba de salida para comprar golosinas, bebidas, algo de alcohol para los adultos, —que en su mayoría no sabían que sus hijos terminarían por beberlo ellos mismos—, un pastel que encargó a una de sus viejas amigas y gelatinas para las cincuenta personas que habían recibido una invitación para las tres de la tarde. Justa las invitó a pasar y les indicó dónde estaban los decorativos que debían colgar en cada pared; papeles de colores cortados, globos en forma de corazón y letras de bienvenida sobre una gran tabla que tendría que colgarse a la entrada.

Calixto apareció en aquel instante, listo para acompañar a su esposa por las compras. Antonina una vez más se acercó a ellos e intentó darles todos sus ahorros acumulados, pero Justa y Calixto lo rechazaron rotundamente con una amabilidad más que recíproca. Justa siempre había sido una de las mejores amigas de Rosario, y Calixto tenía una inmensa gratitud hacia Joaquín desde la vez que llevaron a Cipriano al hospital cuando era bebé porque Calixto no estaba en el pueblo. Pero el impulso y la necesidad de demostrar su cariño y agradecimiento no se debía solo a los méritos logrados a través del paso del tiempo, pues no solamente en el pasado se debe apoyar para recordar, sino también en el futuro que habrá de llegar con las manos extendidas para acoger las virtudes y empañar los errores hasta transformarlos en puertas a nuevos mundos. Justa, al igual que Calixto, se habían enterado recientemente que Antonina fue quien consiguió que Ananda dejara en paz a Cipriano, y aprovecharon la oportunidad para agradecerle también a ella por su apreciada colaboración, pues ellos mismos, aún con su razonamiento y su intención de hablar las cosas por lo claro como gente adulta, lo único que consiguieron fue consagrar la furia de Zayra y Vicario.

Calixto le retiró la mano a Antonina para que guardara el dinero que tenía en ella, le brindó una sonrisa de confidencialidad y procedió a salir junto a su esposa.

Dagoberto llegó casi en cuanto ellos se retiraron, y tocó la puerta entreabierta. India acudió y lo abrazó al verlo. Antonina sonrió desde lo lejos, y se preguntó en dónde estaba Remy.

Dagoberto se unió a ellas y comenzó a colgar decorativos, mientras que Antonina fue a buscar a Remy. Pensando que seguiría dormido, se detuvo frente a la puerta de su habitación y contuvo sus ganas de llamarlo. Entonces se dirigió a la cocina a preparar algo de café.

Leticia emergió de su habitación, y sorprendió a Antonina cuando se acercó a ella para abrazarla con alegría. Leticia le preguntó cómo estaba Rosario, y luego cómo estaba ella. Antonina casi esquivó las preguntas, y Leticia comentó su estado en los últimos días. Entonces le reiteró que había vuelto a estar tranquila desde que supo que no tendría que soportar a Ananda en su casa. Entretanto comenzó a decir bromas y chistes, mostrando que se sentía mejor que nunca. Antonina por un segundo creyó que Leticia se burlaba de ella, pero eligió reírse junto con ella.

Antonina sirvió el café en dos tazas blancas tan pequeñas que cabían en la palma de su mano y le extendió una a Leticia. Sirvió el resto en un par de tazas idénticas más y las puso en una bandeja para llevarlas a la sala de estar.

Leticia sacó una caja de galletas y fue directo al comedor. Antonina acomodó las tazas en la bandeja para que tuvieran el aspecto de un restaurante de lujo, y cuando se dio la vuelta para ir al comedor, se topó con la imagen de Cipriano recargado sobre una pared.

Antonina se sobresaltó y casi derramó el café, pero en un reflejo recuperó el equilibrio y Cipriano se acercó a ella para retirarle la bandeja de las manos. Antonina se quedó quieta, esperando que Cipriano avanzara primero. Cipriano le cedió el paso con una mirada coqueta. Antonina se sonrojó y avanzó por delante, mientras Cipriano caminaba detrás de ella sin despegar la vista de sus movimientos.

Antonina recorrió la cortina que cubría el pasillo para que Cipriano no derramara la bandeja al pasar por debajo.

Cipriano depostió la bandeja en la mesa del comedor y llamó a los chicos para que tomaran una taza. Antonina ya había bebido su café, por lo que fue a seguir colgando decorativos mientras ellos bebían el suyo.

Dagoberto hablaba sin parar, siendo India la única que lo escuchaba. Leticia estaba recostada en el sofá, viendo el televisor.

Cipriano miraba a Antonina con atención, admirando cada parte de su figura. Antonina sentía la mirada sobre ella, y complacía a su vista con movimientos todavía más atrevidos simulando estar distraída. Cipriano no pudo soportar más y fue hacia ella. La ayudó con los decorativos y aprovechaba cualquier momento para tropezar con ella y provocar más tensión cuando sus miradas ya no podían evadirse.

Antonina llegó a tal agitación que tuvo que salir de la casa a respirar hasta recuperar el control de sus tentaciones.

Al regresar, India abrió la puerta para que Dagoberto colgara las letras de bienvenida como lo habían programado.

Antonina los observó hasta que el letrero quedó listo. Dagoberto le dio un beso a India tras observar desde el exterior lo bien arreglada que había quedado la casa.

Antonina volvió a entrar y tomó asiento en el sofá junto a Leticia.

Cipriano ya no estaba a la vista, quizá había vuelto a su habitación. Remy tampoco dio señales de vida.

India y Dagoberto se sentaron junto a Antonina y vieron el televisor con aburrimiento hasta que Justa y Calixto exclamaron que el pastel había llegado.

Todos menos Leticia se levantaron enseguida para recibirles las bolsas de compras y ordenarlas en una gran mesa con un mantel azul marino que Cipriano había puesto con anterioridad.



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En el texto hay: suspenso, novela negra

Editado: 10.09.2024

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