En el Más Allá

Capítulo 5 : Otro

Las vacaciones pasaron rápido, siendo una especie de bucle en el cual ingresé, pues todos los días fueron muy parecidos al repetir una rutina todos los días, el cual se constituía de levantarme, desayunar algo, jugar en la pieza todo el día hasta esperar el almuerzo y a veces cuando me daban la cena, pues Joaquín al ser una persona muy desordenada con el dinero a veces no nos dejaba ni para comprar una pieza de pan, por lo cual comía muy poco o nada, luego me iba a dormir para al otro día empezar lo mismo.

Fue así a excepción de un día donde fuí a la casa de mi abuela materna, y fue el segundo peor día luego de ese donde fui ahorcado por  Helena y golpeado por Joaquín por haberme defendido de ella.

Al llegar a esta casa sentí de inmediato un gran rechazo, como si anteriormente la hubiera conocido, pasamos por un largo jardín con un camino lleno de árboles y matorrales, de reojo pude ver algunos perros, el cual al mirarlos ví que era un Rottweiler muy grande y gordo, el cual estaba acompañado de otros dos que eran de su mismo tamaño. 

Mientras avanzaba, a mi mente llegaban desagradables recuerdos que tenía olvidado, hasta que caí en la cuenta, hace años había estado en esa casa, donde existía el equivalente a Helena, quizás peor, solo que este no me deseaba matar, aunque esta era la  versión hombre, pero ya llegaré a eso.

La casa era muy grande, con un alto aire de elegancia que en pocos lugares podría llegar a verse, sillones de terciopelo, estantes de cristal, una mesa de caoba tallada, incluso pareciera que llegaba a desbordar una luminiscencia autónoma, pero la joya de la corona, era aquel televisor de 50’ pulgadas, que era el centro del living comedor, pero al centro del lugar, resaltaba un altar hecho,donde salía la foto con la cual se representaba a Jesús, una gran cantidad de estas estaban por todos lados, cruces y estatuas de la vírgen María.

Cuando entramos, lo primero que me llamó la atención, mejor explicado, me volteé a ver, fue a una señora con la altura misma de mi madre rondando el metro cincuenta, que me miraba con con una extraña fijación, podía sentir su cargada presencia a través de los oscuros lentes de sol que usaba.

  • A qué vienes aquí, perra, no te he llamado  - dice nada más cuando llegamos - Veo que has traído a tu huacho que pariste.

La miré fijamente con gran seriedad, en ese momento no comprendía totalmente sus palabras, pero entendí que ella me había insultado. No le aparté la mirada en ningún momento

  • Pero mamita, por que me dice eso - responde mi madre - La vine a visitar.
  • Dile a tu mascota que no me mire así - exigió
  • ANthony, sé más educado - me regañó sin titubear.
  • Yo no soy ningún perro - respondí a aquella señora.
  • Como se te ocurre responderle así a nuestra mamita - llegó un hombre alto que estaba enojado - ten más respeto, entendiste?
  • Quedate atras Leorio - interrumpió - No te he permitido hablar, ve a sentarte con tus hermanos.
  • Si mamita - respondió decaído - Enseñale a hablar bien a tu cría, ridícula.
  • Si, lo haré - Respondió Verónica - Anthony, en verdad, tienes que..
  • Sabes quien soy - Interrumpió aquella señora.
  • Me parece que eres madre de la mía.
  • Así es - contestó mostrando su blanca hilera de dientes -  Veo en tí imponencia y orgullos, me agradas mucho.
  • Hola mi niña - Escuché detrás de aquella señora. 
  • Papi - Reaccionó mi madre - Como está?

Mi mamá se me dejó sólo y saltó a los brazos de un hombre moreno  un poco más alto que ella, pero más bajo que Joaquín. En sus brazos le besaba toda la cara incluso hasta los labios en momentos.

  •  Estoy muy bien mi pequeña - Respondió 

El ambiente era tenso incluso muy pesado, con todas aquellas personas mirando alrededor.

  • Mamita, deje al niño de Verónica - Dijo una señora - Es un buen chico.

Cuando miré era una hermana de mi madre, se llamaba Mariana, y la conocía como la 4ª, una mujer muy tierna, llegando a ser muy cariñosa con los niños.

  • Solo hablaba con esto - Contesto burlándose - mejor ve para afuera, hay muchos perros para jugar.
  • No quiero - Dije - Prefiero estar aquí que con los perros
  • Ya Anthony, haga caso de una vez - Reclamó mi mamá - Vaya para afuera.

Antes que pudiera decir algo ella se acercó a mí y a empujones me sacó al jardín. Quedando completamente solo, miraba a los árboles y podía ver  como los perros me acechaban, los escuchaba gruñir, sentía sus miradas en mí, junto a la puerta estaba una silla larga de madera, por lo cual me subí, para estar atento.




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