En el Más Allá

Capítulo A 2

Al abrir los ojos estaba en el suelo, mirando hacia el cielo, de la cual se asomó en mi visión un hombre de negro con gabardina, cuyo rostro no se podía ver por las sombras que tenía por su sombrero, apenas distinguibles los labios, sonriendo malévolamente hacia mí, instintivamente me levanté y comencé a correr en sentido opuesto, corría muy rápido, pero sentía que no podía avanzar, sentí que esto ya lo había vivido antes, un dejavu.

Hasta que recordé, que hace poco ya había estado en esta situación, me dí cuenta, he regresado a este lugar, me centré tanto en correr y en avanzar para llegar a mi casa que sin darme cuenta, logré avanzar en mi recorrido, a medida que lo hacía, los pasos resonaban con fuerza en en toda la calle, resonando por todos lados, me estaba cansando, cuando bajé el ritmo unas manos me tocaron la espalda, que me rozaron al punto de rasguñarme, en ese momento cerré los ojos y corrí lo más rápido que pude, sin importarme el dolor de piernas y las molestias del aire frío. Escuché un fuerte sonido que ahogó los pasos, al abrir los ojos y levantar la vista, pude ver una gran luz en el cielo que se movía en la misma direcciòn en la cual iba, de un momento a otro, sin darme cuenta había llegado a mi casa no entendía  bien qué había ocurrido, pero no me cuestioné nada, miré a mí izquierda, donde pude notar como una sombra aparecía a la vuelta de la casa, abrí la puerta y entré a mi hogar, donde inconscientemente grité auxilio, pidiendo ayuda, cerré la entrada, le puse pestillo, y cerré todas las que tenía a camino, pero me tardé poco en percatarme que por mucho que llamara, nadie llegaba a verme, pues nadie estaba en la casa, me encontraba por completo solo. 

Lo único que me quedaba, era encontrar un lugar donde esconderme, cuando iba a dar un paso, la puerta crujió, de igual forma como si fuera a ser derribada, lo cual no queria comprobar, el lugar más lejano era mi habitación, a donde corrí, pero antes que llegara una luz apareció frente mío.

  • Anthony has llegado - Era una Leriel, con su musical voz, me extendió su mano - Ven tomala.

Sin pensarlo lo hice.

Comenzamos a correr hacia mi cuarto, donde entramos.

  • A la cama, necesito tiempo - Indicó - PAra que escapemos de eso feo.
  • Si Leriel, gracias - Conteste nervioso.

 A lo lejos la casa comenzó a crujir, el suelo temblaba.

Antes de entrar bajo la cama tomé a Tito y Sr oso que estaban sobre la cama, cuando estaba bajo, mi amigo ingresó a mi lado. Casi por un par de segundos, la sombra llegó a mi habitación, pude ver sus pies, estaba descalzo, con unas largas garras negras igual a las de un cuervo, en vez de uñas. 

Traté de mantener el mayor silencio, mientras una neblina oscura procedente de aquel ser comenzaba a inundar toda la zona.

A mi lado Leriel tenía en sus manos una luz, luego me hizo el gesto de mantener silcencio.

  • Sé que estás aquí - Dijo con su voz seca, que me causó un escalofrío - Anthony, pequeño, no te resistas más.

Mi respiraciòn comenzó a agitarse, pero sin hacer mucho ruido aún.

De golpe abrió el armario.

Al menos no te escondiste aquí - Dijo, ahora con una voz más dulce - Se que eras más inteligente, siempre lo he dicho, lo he creído.

A medida que hablaba su voz cambiaba por cada palabra, tornándose en una más conocida, que no lograba recordar.

Abrió la otra puerta del armario

  • Ya sé dónde estás! - Exclamó - Querido nieto, deje de esconderse de su abuela.

En ese momento mi mente llegó tope, una imagen llegó a mi mente, el recuerdo de Sisi.

La cama se levantó dejándonos al descubierto.

  • Los atrapé - Gritó con jubilo - Ven con tu abuela.

Al levantar la vista pude ver una calavera que estaba en descomposiciòn, quien estiró su mano hacia mí. Leriel me abrazó y fuimos envueltos por la luz que desprendía de sus manos, no sin antes sentir unas huesudas manos en mi espalda.

Todo se volviò blanco con leve brillo dorado, era como un tunel brillante por el cual viajamos. Cuando nos detuvimos llegamos al jardín, donde quedamos de pie.

  • Estas bien amiguito? - Preguntó Leriel

Yo solo tenía mi cabeza a pegada en mis brazos y mis peluches, mientras lloraba.

  • Era Sisi - Exclamé sollozando - No la pude reconocer.
  • No mi amiguito, tranquilo - Exclamó mientras apoyaba su mano en mi hombro - Esa cosa fea solo te mostró algo malo.
  • Dices la verdad? - Dije creyendo - Que es eso?
  • Es algo malo y muy feo - Respondió - Lo siento por no buscarte antes

Se puso a llorar conmigo. 

  • Tranquilo - Respondí consolando - Ya está todo bien, incluso no estoy llorando.
  • En  verdad? - ME miró a los ojos - Es cierto.




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