En el Más Allá

Capítulo 9: La frontera de los sueños

Al otro día desperté y aún seguía en este mundo tan desagradable.

Esto es lo más importante que me ha ocurrido, o al menos yo considero, por lo cual decidí totalmente que lo he escrito en el cuaderno.

Lo leo y leo, pero no logro entender qué ocurre, qué significa todo esto, no comprendo nada, deseo regresar a ese mundo, donde están mis padres, creo que fuí un estúpido al haberme ido. Mis piernas me dolían, mi estómago, la cabeza, los brazos, comencé a sentirme débil, a tal punto que incluso sentado en la cama me derrumbé ante mi peso, respirando con mucha dificultad, el cuerpo lo tengo acalambrado, ya no aguanto esto.

  • Soy un estúpido - dije al son que mis lágrimas caen por mi rostro.
  • No fue estúpido lo que hiciste - dijo una voz.

Miré para todos lados, estaba completamente solo en la habitación.

  • Creo que estoy realmente loco - dije - esto, me ha hecho muy mal.
  • No estás loco, Anthony - Volvió a hablar aquella misteriosa, pero cada vez más nostálgica voz - Pero primero comienza tranquilizándote.
  • Primero deberías comenzar presentándote a ti mismo - respondí nervioso - quien eres, dime, pues contigo siento que en verdad perdí la razón.
  • Se que mi voz te es muy familiar - dijo relajado - no es primera vez que interactuamos juntos, incluso te he ayudado.
  • En serio, cuando - exclamé asombrado.
  • Todo a su momento Anthony - respondió - en este momento estás hablando en voz alta y a esta hora no es recomendable, puede venir Joaquín o Verónica criticarte por quizás estar jugando.
  • Tienes razón, mejor bajo la voz
  • Además por lo visto tu cuerpo está más relajado - respondió - ya dimos un paso

No me había percatado que mi cuerpo ya no estaba sofocado, ya estaba bien.

  • Hablaremos mejor a la noche cuando estés durmiendo - explicó - estaré en tus sueños, así que prepárate.
  • A esta altura ya nada me sorprende - contesté - Estoy ocupado para entender que me ocurre y llegar a ese lugar.
  • Pues voy a guiarte en tu búsqueda, te lo aseguro - dijo con un tono riendo - Me presento, me llamo Gabriel, luego hablamos.
  • Espera un momento - dije

Esperé unos momentos, pero él no respondió.

  • No debe ser casualidad, se llama igual a como me llamaban en la otra vida - Analicé - debo estar alucinando.

Me levanté por completo, para ir a tomar desayuno, vi a Verónica y Joaquín desayunando, les saludé sin ánimo, aunque estos mismos no respondieron tampoco a mí, pues estaban hablando entre ellos de manera extraña, a lo cual no tomé atención, aun así escuché algo, luego que me sirviera para comer yo mismo.

  • Creo que deberías ir al doctor - concluyó Joaquín - Tus mareos, dolores tan seguidos y que no han terminado desde hace tres días, no es normal, incluso para tí que pasas enferma ocho de los siete días de semana.
  • Ya Joaquín me duele mucho, a tal punto que me cuesta trabajar - Contestó alegando - Además los mareos son muy constantes
  • Eso te pasa por tomar demasiado - sentenció el hombre - ya es domingo y ayer a pesar de todo tu estado, estuviste tomando hasta caer al suelo vomitando.
  • Lo dices como si fuera una alcohólica - contestó molesta.
  • Eres imposible para hablar - concluyó.

En ningún momento fijé la mirada en ellos, tenía cosas más importantes en que pensar, lo veo esto siempre, todas las semanas, los días domingo son desagradables, pues ambos están en casa, desde el día que desperté otra vez en este mundo, muestra lo despreciable que es, pero no me rendiré, volveré a ese mundo, no importa lo que tenga que hacer.

  • Anthony - dijo Joaquín molesto desentonando mis pensamientos - acaso no escuchas, eres sordo acaso?

Levanté la vista, para ver que me miraba molesto con el ceño fruncido, pero no me importo.

  • ¿Qué quieres? - pregunté
  • Como que: ¿qué quieres? - contestó molesto - Te estoy hablando
  • Si lo haces es por algo - dije apagado - esto te pregunto
  • Ten más respeto, niño - increpó - Y mejor ve a comprar al negocio que está en la población vecina
  • Pásame la plata e iré - dije con el mismo ánimo.

Me miró molesto un momento, se iba a disponer a pelear, pero algo lo detuvo.

  • Ve rápido a comprar - ordenó.

No tenía muchas ganas de salir, de hecho, de hacer algo en general, pero estar fuera de la casa era mucho mejor, así que mientras camino veo el lugar, contrastando mucho con lo visto en los sueños o lo que hago en el despertar de estos, pero esto ya carecía de valor en estos momentos. Lo que sí tuvo importancia ocurrió cuando volvía a la casa, ya que sin darme cuenta hasta que escuché un gruñido seguido de un fuerte dolor en el brazo derecho, al voltearme, había un perro rottweiler que me estaba mordiendo con ferocidad, sentía su saliva cayendo por mi extremidad, grité de dolor, la gente pasaba a mi lado indiferente o incluso riéndose de mí, los miraba con odio.

  • Oye estúpido deja a mí perro - voltee para ver un hombre grande y gordo con un brazo enyesado - qué le estás haciendo, suéltalo.
  • ¡Viejo estúpido tu maldito perro me está mordiendo - encare molesto entre quejidos - haz que me suelte!
  • Debiste molestarlo, hijo de perra - gruñó - él defiende mi casa.

Forcejeé, pero fue inútil, el hombre que me parecía conocido miraba sonriente, solté la bolsa y busqué un palo para ayudarme.

  • Ni se te ocurra hacerle algo marica - vociferando mientras se acercaba.

Cuando lo tuve en mis manos el hombre comenzó a salir de la casa abriendo la puerta de la reja.

  • Deje al pequeño - gritó una voz femenina que heló mi cuerpo completo - o se las verá conmigo.

Comencé a transpirar y las lágrimas brotaron de mis ojos. Me voltee y estaba ella, una mujer alta, esbelta con un rojizo pelo que ondeaba al aire.




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