Las sombras rodeaban todo mi ser, estas me tocaban por completo recorriendo mi cuerpo en su totalidad, sentía como apretaba mis piernas, brazos, torso y cabeza, trate de sacarlas, pero fue inútil, mis manos simplemente lo atravesaba.
Apreté los ojos e hice el pestañeo, hasta que todo se aclaró, estaba botado en el suelo, me levanté de inmediato, noté que era delgado, osea que estaba en el más allá. Levanté la mirada rápida, frente a mí tenía a aquel hombre, que tenía puesta su mirada en mí, sus ojos brillaban con malicia, podía ver su deforme sonrisa con sus largos dientes de tiburón, una ojeras que cruzaban su rostro, pude notar mejor su traje de gala…. con un sombrero de copa con el cual jugaba entre sus dedos.
Vi el lugar con extrañeza, sentía que había estado aquí antes.
A su alrededor había una sombra siniestra que palpitaba con furia, con un tono rojizo negruzco, que cambiaba de forma entre puntas que aparecen y desvanecen en el aire.
Guardé silencio, solo podía mirarlo con pavor, con un gran miedo, creí que si algún día volvía a encontrarlo, podría hacer algo, pero en cambio siento que estoy a punto de orinarme sobre mis pantalones.
Vuelvo a escuchar aquel zumbido infernal, que me provocó apretar mi cuerpo.
Se paró, para comenzar acercarse a mí, se puso el sombrero, una vez más tenía al hombre del sombrero acercándose a mí, sentía que el mundo que me rodeaba me apretaba, se caía sobre mí, comencé a temblar.
Mordí mis labios con fuerza, hasta que este comenzó a sangrar, levanté la vista y él estaba más cerca de lo que nunca había estado antes, como un edificio que se posicionaba frente a mí, traté de esquivarlo, pero era demasiado rápido, me atrapó del cuello, comencé a golpear su brazo, hasta poder moverlo incluso.
Quede frente a él, una vez más tras muchos años, pude notar aquella mandíbula con una infinita hilera de dientes que poseía, pero se sentía como si hubiera sido ayer cuando la ví, la abrió, emitiendo un asqueroso vaho con olor podredumbre, pero no solo salió, una larga babosa lengua morada, con el centro verde del cual salía pus un amarillo, que.
Pero no respondió, en cambio acercó su cabeza a mí, traté de defenderme, pero esto era inútil, en ese momento sentí como algo líquido entraba en mi oído, una cosa que era muy grande que forzaba la entrada, emití un grito de dolor, pero no se detuvo sino que continuó, podía escuchar la mosca zumbando cada vez más adentro y profundo ingresaba la lengua hasta que la atrapó, luego la retiró muy rápido.
Pero dentro quedó el pus junto a la saliva lo cual me provocaba más desagrado y mareos incluso, al punto que tuve arcadas.
Comenzó a succionar, sacando todo indicio de aquella desagradable materia amarilla, junto a su saliva, aunque quedó húmedo.
El insecto era más grande aún que la última vez, pero no tuvo ningún problema en devorarlo de un bocado, escuchando el crujir y chillido que emitía el bicho.
Me dejó caer al suelo, donde caí de rodillas, me toqué la oreja, estaba mojada y algo pegajosa.
Me levanté para darle un golpe, pero antes de que pudiera hacerlo, me dió un golpe en la cabeza que me arrojó algunos metros de él, me recompuse, parandome aún más molesto.
Sentí el gran calor que comenzó a desprender mi mano.
Salte hacia él para darle el golpe, pero este nunca llegó, mi brazo nunca lo tocó, pues este había desaparecido, no, no había desaparecido, me lo habían cortado, una gran ola de dolor llegó a mi como nada antes, emití el grito de dolor más grande que nunca había tenido, caí al suelo retorciendome mientras gritaba, llorando, me dió una gran patada que me azotó contra la quebrada que estaba cerca, cayendo pesadamente al suelo, me seguía aferrando al brazo cortado.
Tomó mi brazo diseccionado y comenzó a jugar con él. Continuó caminando hacia mí, me logre sentar y retroceder con pavor temblando, llorando totalmente asustado.
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Editado: 12.11.2024