No conozco mi vida completa, solo recuerdo que desde siempre estuve con aquel hombre, cuyo nombre ya olvidé, me golpeaba e insultaba cuanto podía, a mis cuatro años, no tenía forma alguna de protegerme, solía llegar ebrio casi todos los días, me buscaba por toda la casa, cuando lo hacía empezaba el castigo solo por vivir, en ocasiones una vecina me llevaba comida para poder alimentarme, recuerdo una ocasión en donde pasé cuatro días sin probar bocado alguno, lo çultimo que había consumido fueron unas migajas de pan que se le cayeron de la boca luego que aquel hombre comiera, a lo cual me pateó, mientras me gritaba que los perros no deberían estar dentro de la casa, pasé las siguientes noches durmiendo en el patio, tratando de que la lluvia no me alcanzara, al cuarto amanecer, mi cuerpo estaba adolorido, temblaba por completo, lo ví salir como era costumbre, me miró con la mayor frialdad posible.
ante de irse me propinó una patada en la cabeza, con la cual me hizo caer al barro, todo comenzó a apagarse, hasta que un susurro me alertó, ví unos pequeños seres luminosos que caminaban a mi alrededor, como si estuvieran haciendo una danza, entre ellos había una esfera de luz que sentía por un momento que me hablaba, escuché la voz de un niño, una voz que ya había escuchado mientras dormía.
Luego oí una voz femenina, al levantar la vista pude ver a una mujer que me hacía señales desde la puerta para que me acercara, lo cual hice a duras penas, casi arrastrándome por el suelo. Me logré parar, dando pasos que poco a poco se hacían más y más pesados.
Ya estando cerca pude ver quien era, me llamaba la vecina, una joven que tenía doce años aproximado, vivía en la casa contigua.
Me guió tomándome de las manos, a pesar de no estar a más de qui´zas treinta metros, era una eternidad la caminata.
Tenía que hacerlo rápido, pues hace un mes atrás me dió un trozo de pan y la castigaron severamente, por dar algo tan valioso, si la pillaban tendría problemas.
Al ver su rostro pude notar algunas cicatrices por los constantes golpes que su cara recibía, a penas me entregó el pan le dí la mayor sonrisa que pude.
Su joven rostro se convirtió en un horror completo
Solo pude mover la cabeza con una afirmación.
ME dí vuelta y comencé a caminar sujetándome de la húmeda muralla, estaba comenzando a llover, tenía que volver rápido a la casa, pero no `podía mi cuerpo estaba cediendo, pero solo estaba a unos cuantos metros de la puerta, pero todo se oscureció de golpe, un fuerte dolor sentí en mis brazos, cuando caí en la cuenta, estaba en el suelo, «El pan, donde está» , pensé desesperado, lo busqué, hasta que lo encontré a unos pasos de mí, traté de alcanzarlo, hasta que escuché un gruñido, había un perro muy grande junto a mí, el cual se acercaba con tranquilidad, tomó el pan con su hocico y se lo devoró frente a mis ojos.
La lluvia tomaba cada vez más fuerza, hasta que no aguante más, comencé a llorar desconsolado, «lo arruine, el sacrificio de aquella mujer, pasó un riesgo inútil, por alguien inútil como yo», pensé con la mayor impotencia, no podía moverme más, ni siquiera para tratar de comerme las mojadas migas que el animal había dejado.
Todo se tornó oscuro, solo sentí que me elevaba, se sentía cómodo, tranquilo, incluso tibio, era la mayor paz que nunca he sentido en mi vida.
Luego la temperatura comenzó a subir progresivamente, hasta que comencé a escuchar una voz que me llamaba.
Frente a mí había una fogata que me brindaba calor,traté de moverme, pero mi cuerpo estaba envuelto en una manta, luego recordé los último momentos antes de que se pusiera negro, traté de moverme.
Miré a mi izquierda, había un hombre que estaba totalmente abrigado el cual alimentaba el fuego, miré en todas direcciones, me dí cuenta que estaba al frente de mi casa, donde el terreno estaba vacío.
Mi garganta estaba muy seca como para decir alguna palabra.
Me levantó con gran facilidad y me sentó contra la muralla, donde usando una botella, con delicadeza me vertió el agua por mi boca. Fue una sensación maravillosa, luego de estar tomando agua de los charcos que se formaban en el jardín, esto fue de lo mejor.
Suspiré aliviado, aunque tuve un fuerte dolor en el estómago, a lo cual me quejé.
Comenzó a despedazar en pequeños trozos, los cuales me comenzó a ofrecerme poco a poco, luego cada ciertos, volvía a darme agua.
Guardó silencio.
Pude notar su cara, a pesar de tener una dura expresión, con una notoria molestia, sus rostro demostraba que no tenía más de treinta años, siendo alguien joven, pero con una voz grave, siendo bastante disonante con sus facciones.
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Editado: 12.11.2024