Entrenaba todos los días, respirar, endurecer mis pùños, resistencia física, velocidad, esgrima con la Katana, aprender a luchar.
En mi mente rondaban aquellas palabras que escuché en el velorio, no se que fue, no comprendo qué quiso decir, lo único que hice fue mantenerlo en silencio para mí.
Pasaban los años, mientras mis capacidades aumentaban constantemente, para los nueve años podía partir un madero con mis manos, podía tener una pelea de esgrima con Haruki, mantener la respiración por varios minutos, pero no era el único, Naoko a esta edad ya me había superado por completo con tan solo siete años podía hacer lo mismo, incluso más, esto me puso muy feliz, pues me decía que se inspiraba en mi para aprender y avanzar, aunque era yo quien se inspiraba en hacerme más fuerte, pues deseaba ser yo quien la protegiera.
Durante este tiempo era todo muy tranquilo, incluso comencé a ir con Padre a viajes, no lo que hacía con la organización que se llamaban los cazadores, sino más bien a conocer más lugares, donde conocí a las criaturas del bosque, la que más me llamó la atención fue una conocida como Ninhyo.
Era de noche y estábamos escondidos tras unos arbustos, vimos como entre el bosque apareció una criatura más grande que un oso, pero más dulce que cualquier animal visto.
Padre me hizo señales de que no hiciera ruido,al final se fue volando, junto a varias criaturas del bosque que estaban a su alrededor.
Se acercó a un árbol, puso su puño sobre él.
Retiró su mano y el árbol incluso había generado un brote, del lugar donde se apoyó.
Luego puso su dedo en el suelo
Un gran agujero se formó en el suelo, la tierra saltó por varios lados.
Grande fue mi sorpresa al ver que la tierra formó la figura igual a una en el agua, además había partido una roca que estaba atravesada en dos.
Era algo increíble de presenciar, pero a su vez, me transmitía mucho, con esas pocas acciones, sabía que era algo sorprendente aquello.
Realmente este era el camino que deseaba, obtener el poder adecuado para ayudarlos, protegerlos y salvarlos la próxima vez que alguna vuelta a ocurrir.
Mi entrenamiento continuaba mientras caminábamos, lo cual era distinto a mantener la concentración en todo mientras la respiración estaba aguantada, oxigenando mi cuerpo con la menor cantidad de aire.
Cada vez se hacía más y más intenso esto, pues la presión la aumentaba día a día, cuando encontraba un punto que no podía aguantar, lo repetía hasta que consiguiera dominarla.
Al cumplir mis once años, se me ofreció ir a una misión, esto por parte del Señor Hiro Fujimoto, al escuchar esto, mi PAdre se exalto por completo, pues deseaba que me alejara, ya que conmigo dentro, solo quedaría Naoko fuera de esta organización, quien a diferencia de mí,para la gracia de Padre, no deseaba entrar, pero si conocer estas capacidades.
Como acepté, fuí a aquella misión, pues había sido mi propia elección, algo que dentro de sus creencias regía mucho, me pasó a buscar un carruaje, tuve las suerte que mis hermanos me acompañaron.
Era temprano en la mañana cuando estabamos parados a la salida de la casa, mis hermaos tenían unos ropajes negros apretados, los tres portaban sus respectivas armas, a excepción de Haruki con 2 katanas.
Al voltearme vi a mi padre con una cara muy seria, en sus manos tenía un paño muy largo.
En mis manos cayó una Katana con su funda negra.
En ese momento salté a sus brazos y lo abracé con fuerzas, sentí su llanto caer sobre mí.
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Editado: 12.11.2024