En el Más Allá

Capítulo 27: Amenaza inminente

Al otro día al despertar Marcela estaba apegada aún más a mi cuerpo, hacía mucho calor, a tal punto que estábamos  pegados por el sudor.

  • Marcela, despierta - dije tocando su cara - ya es tarde.

Pero esta tiró su cola más hacia atrás chocando con mi pelvis, provocando aquello del día anterior, como mi entrepierna se apretaba contra su trasero.

  • Anthony, ¿por qué me tocas las pompas? - comentó intrigada.
  • Con nada - respondí - pero estás muy apegada a mi,
  • Tus manos están arriba - comentó pensativa - por lo visto y se que es… permiso.

Giró quedando frente a mi.

  • Aún somos muy jóvenes para eso - comentó - me da miedo aquello.
  • Lo siento - respondí avergonzado - fue un accidente, además tú, te pegaste a mi.

Se sentó frente a mi.

  • Lo siento - respondió - sabes que me muevo mucho - pausó - ¿Acaso dormiste abrazándome?, eso fue muy tierno.

Llevó su mano derecha a su boca, se veía muy tierna, mientras se ponía roja.

  • En verdad eres muy vergonzosa - exclamé riendo. - si, dormimos abrazados, lo ucla fue curioso, pues no te moviste casi nada en la noche,
  • Es posible que en tus brazos - dijo pensativa - que me sienta tan protegida, que no tenga problemas para dormir, de hecho, incluso no tuve pesadillas.

Quedé impresionado ante lo que dijo.

  • Eso sí es una sorpresa - exclamé.
  • Creo que podríamos dormir así - comenzó a decir - de manera más seguida.
  • Yo no tengo ningún problema - respondí - además tu cuerpo es muy suave y agradable al tacto.

Sonrió tímidamente.

  • Si deseas, puedes abrazarme cuanto quieras - comentó riendo - me gusta que lo hagas, se siente tan tranquilo y seguro.

Mi respuesta solo fue acercarme, para darle un fuerte abrazo.

Luego de levantarnos y asearnos, sin tantos problemas como el día anterior, desayunamos y comenzamos a ver películas en la televisión.Donde estuvimos en todo momento apegados el uno del otro, incluso ella tomó mi mano, no comprendía, pero la dejé que me la sostuviera.

Tras terminar la película, almorzamos tranquilamente, regresamos a ver la caja idiota, no estaba acostumbrado, pero era divertido charlar y comentan lo que veíamos, era graciosos ver los errores de los programas.

  • Ay Anthony - exclamó riendo - eres tan gracioso.
  • Pero si es la verdad - respondí con seriedad - no me puedo creer que un luchador d e artes marciales pueda esquivar una bala a quemarropa.
  • Por eso es una película, mi querido Anthony - exclamó - se puede mostrar hasta dónde ha llegado la imaginación del escritor o director.
  • Bueno, si tienes razón - comenté - pues igual, no es que los dinosaurios estuvieran vivos, quizás hayan vivos algunas especies de esa época, pero eso es otro asunto.
  • Exacto, es lo que el autor plasmó en su obra - respondió sonriente - por eso me gusta tanto el cine, pues te permite llegar a otro mundo, sin tener que viajar, pues la propia película te lleva al mismo..

Ver aquella emoción con la cual veía las películas, era la misma que plasmaba su propia vida, estoy seguro que en cualquier momento se va a poner a cantar o incluso música la acompañe mientras hace algo, si me pongo a analizarla, estoy seguro que la melodía que la sigue es una suave, tranquila, compuesta por el coro más tierno que puede haber.

  • «Es increíble, pensaba que no tenías sentimientos» - comentó Gabrielle.

Preferí ignorar las palabras de él.

EL tiempo lamentablemente pasó muy rápido, pues cuando marcaron las cuatro de la tarde, era el momento que debía volver a mi casa, desde aquí sería más lejana las venidas a la casa de Marcela, pues en unos cuantos días empezarían las clases, por lo tanto se reduce considerablemente, a lo ocurrido en este maravilloso mes.

Tras ordenar la habitación, tomar mis cosas, fui a tomar el microbús, donde ella me acompañó hasta que pudiera tomarlo, cuando se vio que llegaba volteé a verla, sus ojos comenzaron a asomarse unas lágrimas.

  • De aquí no nos veremos hasta el Lunes - exclamó - te extrañaré estos días.

Tomé su rostro, limpie sus sollozos ojos con los pulgares.

  • Ahora podremos vernos todos los días sin problema - respondí - solo deseo que lleguen rápido, para vernos pronto.

El autobús estaba llegando, levanté la mano para que parara. En ese momento fui abrazado por ella, le regresé el gesto, sosteniendola por sobre mi cabeza, teníamos la misma altura, pero era más liviana que yo, me costó un poco, pero se sintió bien, cuando estaba parando el vehículo, nos besamos por última vez ese día.

  • Tengo nervios - exclamó - deseo verte lo más pronto posible,
  • Así será - respondí sonriendo - estos días serán muy rápido, solo debemos esperar hasta pasado mañana, así que dele mis saludos a sus padres.

Levantó la vista y me regaló una hermosa sonrisa, mientras asentía.

  • Les diré, ellos estarán felices - dijo sonriente - además mañana te llamaré por el teléfono de mis padres.

Me subí al microbús, tras soltarnos las manos, la puerta se cerró, en todo momento ella no despegó la mirada hasta que se perdió con el avance del vehículo.

Respire profundamente y di media vuelta.

Pagué mi pasaje que era local, por lo tanto era la tarifa más barata, treinta centavos.

Sentí un frío en mi espalda, como si algo pudiera ocurrir, mientras me alejaba, tenía la sensación de que no vería más a Marcela, algo iba a ocurrir, sentía a lo lejos ruidos sordos a los cuales no prestaba atención. Hasta que fuí desentonado de mis pensamientos a través de un fuerte golpe en la cabeza que me hizo tambalear.

Giré molesto sosteniendo lo que me había golpeado, al verlo era una mochila escolar, a mi derecha había tres jóvenes sentados en los asientos, uno adelante y dos atrás.

  • Fuiste tu quien me arrojó, estúpido - exclamé molesto - dime, ¿fuiste tu?.




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