En el Más Allá

Capítulo 36: Hola hermano

Estuvimos acostados por no se cuanto tiempo, pues incluso tomamos una siesta,  lo último que vi, eran las seis de la tarde y cuando despertamos, eran las ochos, con la habitación en penumbras, en mis brazos tenía a Marcela, quien seguía durmiendo plácidamente.

Una brisa de aire entraba en la pieza, por lo cual me levanté a cerrarla.

Hacía frío ya para junio, iba estábamos a las puertas del invierno, en cuatro días más, el calendario estaba por marcar veintiuno. Cerré la ventana, que estaba un poco abierta, para que se ventilara el lugar, esto lo hizo ella luego que hicimos ese “juego”.

Prendí la luz, vi a mi novia, se movió incómoda, tenía frío.

  • Ahora que lo analizo - comenté despacio - porque usa falda, estamos en otoño, esta chica en verdad es curiosa.

Me acerqué, su falda estaba muy levantada, a tal punto que su ropa interior estaba visible un poco por detrás, eran unos rozados calzones, le bajé la falda, cubriendo lo máximo posible sus delgadas piernas, le quite los zapatos y por último le tapé con la cubrecama, estaba entumecida realmente.

Entré en su ropero, vi si tenía unos pantalones, al fin encontré un buzo negro, que le puse, dejando su falda por arriba, por lo cual tuve que levantarsela para poder vestirla bien, quizás fue innecesario, pero todo el día quise ver debajo de esta, así que valió la pena.

  • Muy bien linda, ya te dejé como un rollo de sushi - comenté - ahora mientras, podré ver alguna película,espero que no moleste.

Así como dije, hice, estuve viendo una película que encontré para mí, que trataba de mitología griega, exactamente la Odisea.

Estaba muy entretenido viendo la miniserie que era realmente.

  • Gracias querido Anthony - escuché a mis espaldas - eres muy tierno al vestirme, ¿pero era necesario que me levantaras la falda?.

Pausé la reproducción, me di vuelta.

  • Así es, era muy necesario - respondí sonriente - era más fácil, además… no te mentiré, estaba muy intrigado de ver todo el día.
  • Eres un niño muy pervertido  - exclamó sonriendo - por eso me puse este vestido, quería saber si te gustaba verme así.
  • Por supuesto - comenté - aún así, es mejor que uses ya pantalones, pues está haciendo mucho frío.
  • Si, tienes razón - dijo sonriendo - bueno, para eso necesito que alguien me de calor en la noche, para que no tenga problemas por el frio.

Solo pude reírme ante lo que me dijo.

Cuando se levantó, fue a la cocina, donde puso la tetera.

  • ¿No vamos a esperar a tus padres? - dije intrigado.
  • Hablé recién con mi mamá - dijo - le llamé para confirmar si vendrían, pues tenían una fiesta esta noche y si, asistirán, por lo cual llegarán mañana o en la madrugada.
  • Excelente, tenemos la noche para nosotros - dije alegre.

Se sonrojo ante lo que dije.

  • Es maravilloso - respondió - vamos a hacer todo lo que queramos.

La noté aún más sonrojada, mientras jugaba con los dedos índices, mientras los apoyaba por encima de su pecho.

Cuando estuvo listo todo, cenamos  juntos, conversando tranquilos, de cualquier tema.

  • …Así que esa vez fuimos al campo que está junto a la ciudad - continuó mientras sorbía de la taza su te - recuerdo que vi un perro cagando.

Me dijo justo cuando mordía mi pan con manjar, que lo miré y me largué a reír.

  • Oh lo siento - exclamó nerviosa - espero que no te haya dado asco.

Saqué un poco de manjar con el dedo y se lo mostré.

  • ¿Se parecía a esto? - exclamé riendo - ¿o era menos espeso?.

Comenzó a reír.

  • Que eres cochino - dijo en un ataque de risa - no, era más espesa aún, parece que al perro le costó.
  • Entonces no te molesta que haga esto - dije.

Le pasé el manjar por la nariz.

  • Ay Anthony, eres muy pesado - exclamó riendo - toma esto.

Vi como tomaba un poco de mantequilla y me lo untaba en la mejilla, a mi visión, se movió a una velocidad de tortuga, aun así permití que lo hiciera, quería ver su sonrisa.

  • Ahora también estás manchado - comentó riendo a carcajadas.

Me acerqué a ella, sus ojos estaban brillando en su tono avellana, tomé su rostro, estiró sus labios un poquito, pero lo que hice fue lamer el manjar de su nariz.

  • Exquisito, ahora sabe mucho mejor - comenté.
  • Déjame probar - respondió.

Haciendo lo mismo que hice, arrugó un poco su cara.

  • Si, sabe mejor la mantequilla - comentó - pero no creo que deba comerla así.

Tomó el manjar y se untó en la boca.

  • Podrías limpiarme - dijo en tono inocente.

Hice lo que pidió, usando mis labios y la lengua, lo cual fue curioso.

  • Se sintió bien - exclamó - creo que me compraré un manjar para los dos.

Me puse a reír.

  • De acuerdo - respondí - y el siguiente yo.

 

Cuando terminamos, ordenamos y fuimos a la habitación, nos pusimos nuestros pijamas y estuvimos así el resto de la noche, nunca en mi vida me había acostado para dormir tan temprano, sin acostarme, eran las nueve de la noche.

Luego de jugar en distintos tableros, desde ajedrez, siendo la primera vez que jugué, me explicaron las reglas y tras unas partidas pude lograr vencerla.

  • Como hiciste eso - exclamó asombrada - dime la verdad, ¿es priemra vez que juegas esto?.
  • Si linda, es mi primera vez - respondí - me gustó mucho, solo había leido algunos movimientos en un diccionario, nada más.
  • ¿Qué clase de diccionario te muestra los movimientos de las piezas? - comentó - bueno, cambiemos de juego.

Tenía las mejillas hinchadas, demostrando una notoria molestia.

  • Eres muy bueno - comentó - creo que jugar damas te irá mejor, es más fácil.
  • Probemos en ese caso  - exclamé confiado.




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