Cuando llegué a la casa, pasé tranquilo sin hablar con nadie, esperé hasta la llegada de Joaquín y le pedí su celular.
Me miró pensativo.
Era demasiado alto el precio.
Me pasó el aparato.
Asintió con la cabeza.
En ese momento Verónica no estaba, así que no escucharía alguna tontería de ella.
MArqué el numero del papel, escuché como el celular sonaba esperando ser contestado, fueron cinco largos segundos, hasta que tomaron la llamada.
Era la voz de la señora Francisca, solo que más deteriorada que la última vez que lo escuché.
Guardé silencio ante la sorpresa.
Con tan solo dos frases, me dejó sin palabras.
Corté la llamada, respiré profundo, no era como esperaba, pero salió mucho mejor, una parte de mi me dice que no es bueno ir a la casa de una mujer mayor, pero otra parte de mi, me dice que lo haga, se que es buena, pero siento una extraña sensación, como que algo pasará, no sé qué sería exactamente.
Me dormí temprano, solo para soñar y repetir el sueño, una vez más fuí atacado por aquella forma monstruosa, no podía defenderme, era demasiado agresivo y rápido. A penas llegué, cayó sobre mi, dándome un garrazo, con la cual atravesó mi estómago, puse mis brazos para defenderme, pero este me lo mordió, para comenzar a quitarme los dedos, uno a uno, sentía como los cortaba, para luego obligarme a ver como los devoraba.
A la mañana siguiente, el brazo derecho, que fue el atacado estaba apretado, como si no pudiera moverlo, me dolía, sentía aún los dientes, que estaban marcados a lo largo del mismo, viendo como me comía igual que una zanahoria mi extremidad.
Luego de levantarme, me seguia doliendo, pero me estaba recuperando poco a poco, para cuando desayuné, me encotaba mejor, pero estaba delicado, me di cuenta cuando Verónica me dió un choque, al cual me quedé, sentí una electricidad.
Pero eso no fue lo peor, pues luego que terminara de comer, se acercaba la hora para ir a la plaza para encontrarme con Laura, comienzo a escuchar un ruido extraño, al ir a la cocina, la veo a ella, cortando zanahorias, me miró y comenzó a comérsela de igual forma que mi brazo era devorado, me lanzó una risa, sin quitarme la vista de encima, para continuar en lo suyo, aquello me trajo escalofríos por mi cuerpo.
Me miró de principio a fin, frunciendo el ceño.
No quise repasar sus palabras, ni darle importancia, así que simplemente me fuí.
Cuando llegué a la plaza, lo hice al mismo tiempo que mi amiga, quien vestía una.
En ese momento nos fuimos a caminar detrás de la plaza, donde estaba ese barrio de familias millonarias, podía ver los grandes terrenos, piscinas, jardines, parecían cuadros a otros mundos, era un lugar relajante y tranquilo, con vegetación muy abundante, entre ellas se encontraban cuatro mansiones, que eran en extremo grandes, pero una en particular me quedé mirando, me acerqué a la reja, de inmediato noté, que no había nadie en el patio, no habían perros, ni animales, aunque se mantenían bien cuidados, pero lo que sí logré divisar, fue una persona que miraba desde una ventana, estaba vestida de blanco.
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Editado: 12.11.2024