En el Más Allá

Capitulo 45: Tiempo Cruel

Cuando llegué a la casa, pasé tranquilo sin hablar con nadie, esperé hasta la llegada de Joaquín y le pedí su celular.

  • ¿Para que lo quieres? - dijo extrañado.
  • Pues para hablar con una conocida - respondí - ¿no hay problema?.
  • Bueno, siempre y cuando me pagues la llamada - exclamó - no tengo problemas.
  • Perfecto - exclamé - ¿cuanto es el precio?.

Me miró pensativo.

  • A dolar el minuto - respondió mirándome sonriendo con cierta malicia - debo aprovechar esta oportunidad.

Era demasiado alto el precio.

  • Dejemoslo en una llamada común - dije levantando las manos - a veinticinco centavos el minuto o a treinta.
  • Chico listo -respondió cambiando su desplante - de acuerdo.

Me pasó el aparato.

  • Permiso, necesito hablar a solas - comenté.

Asintió con la cabeza.

En ese momento Verónica no estaba, así que no escucharía alguna tontería de ella.

MArqué el numero del papel, escuché como el celular sonaba esperando ser contestado, fueron cinco largos segundos, hasta que tomaron la llamada.

  • Hola,  buenas noches - escuché - ¿con quien hablo?.

Era la voz de la señora Francisca, solo que más deteriorada que la última vez que lo escuché.

  • Hola, buenas noches - respondí nervioso - no se si me reconocerá, pero soy.
  • Anthony, cómo estás mi niño - me interrumpió - pero que gusto escucharte, no podría haberte olvidado.

Guardé silencio ante la sorpresa.

  • Lo siento mi niño - exclamó - es que me emocioné mucho al oírte.

Con tan solo dos frases, me dejó sin palabras.

  • Ehm.. bueno, la llamaba para saber cómo estaba - dije - hace tiempo que no hablábamos y deseaba hablarle.
  • Muchas gracias, pues bueno, aquí dentro de lo que cabe - dijo en tono sombrío - muy ocupada, pero siempre puedo atender a alguien que se estima, de hecho este tiempo me he acordado de ti.
  • Oh vaya … muchas gracias yo igual - respondí.
  • En verdad, no sabes lo feliz que me hace recibir su llamada - exclamó - si quiere algún día se viene a dar una vuelta a mi casa, le preparó galletas o lo que guste - guardó silencio - me encantaria hablar con los amigos de mi niña de ser posible, pero no se si podría.
  • Osea si, puedo llevarle a alguien - respondí - pero tendría que hablar con ella.
  • ¿En verdad? - exclamó alegre - sería realmente fantástico verlas, aun recuerdo a la pequeña Laura y a la otra chiquita, Marcela.
  • Pues podría llevarlas, soy amigo de ellas - omití el hecho de ser novio de Marcela - así que mañana la veo y le aviso.
  • On, en verdad Anthony, no sabes lo feliz que me haces - exclamó jovial - son como un lindo recuerdo verlos.
  • De acuerdo, mañana le confirmo - respondí.
  • Muchas gracias - exclamó - le llamó a una hora cercana, a este mismo número, así les aviso cuando podrían venir.
  • Estamos hablando, hasta mañana - dije cortando - lo siento, pero tengo por hacer.
  • No se preocupe, ha sido maravilloso escucharlo - se despidió alegre - hasta mañana.

Corté la llamada, respiré profundo, no era como esperaba, pero salió mucho mejor, una parte de mi me dice que no es bueno ir a la casa de una mujer mayor, pero otra parte de mi, me dice que lo haga, se que es buena, pero siento una extraña sensación, como que algo pasará,  no sé qué sería exactamente.

Me dormí temprano, solo para soñar y repetir el sueño, una vez más fuí atacado por aquella forma monstruosa, no podía defenderme, era demasiado agresivo y rápido. A penas llegué, cayó sobre mi, dándome un garrazo, con la cual atravesó mi estómago, puse mis brazos para defenderme, pero este me lo mordió, para comenzar a quitarme los dedos, uno a uno, sentía como los cortaba, para luego obligarme a ver como los devoraba. 

A la mañana siguiente, el brazo derecho, que fue el atacado estaba apretado, como si no pudiera moverlo, me dolía, sentía aún los dientes, que estaban marcados a lo largo del mismo, viendo como me comía igual que una zanahoria mi extremidad.

Luego de levantarme, me seguia doliendo, pero me estaba recuperando poco a poco, para cuando desayuné, me encotaba mejor, pero estaba delicado, me di cuenta cuando Verónica me dió un choque, al cual me quedé, sentí una electricidad.

  • Ya está el marica gimiendo - exclamó burlandose.

Pero eso no fue lo peor, pues  luego que terminara de comer, se acercaba la hora para ir a la plaza para encontrarme con Laura, comienzo a escuchar un ruido extraño, al ir a la cocina, la veo a ella, cortando zanahorias, me miró y comenzó a comérsela de igual forma que mi brazo era devorado, me lanzó una risa, sin quitarme la vista de encima, para continuar en lo suyo, aquello me trajo escalofríos por mi cuerpo.

  • No creo que quieras comer - dijo riendo - es una alimentación sana y tu estas….

Me miró de principio a fin, frunciendo el ceño.

  • Estaba seguro que eras una bola de grasa - exclamó con asco - bueno deja de apretar el estómago y aparentar algo que no eres, gordo asqueroso.
  • Bueno, si, como digas - respondí - salgo.
  • ojalá te atropellen - exclamó - así tendría un problema menos en mi triste y miserable vida, no lidiar con la lacra que eres..

No quise repasar sus palabras, ni darle importancia, así que simplemente me fuí.

Cuando llegué a la plaza, lo hice al mismo tiempo que mi amiga, quien vestía una.

  • Hola Anthony - exclamó abrazándome - qué gusto verte.
  • Lo mismo digo - respondí sonriente, al devolverlo - es un gusto, Laura, ¿desayunaste?.
  • Pues sí, me vine comiendo en la micro - contestó sonriente - ¿A dónde vamos?.

En ese momento nos fuimos a caminar detrás de la plaza, donde estaba ese barrio de familias millonarias, podía ver los grandes terrenos, piscinas, jardines, parecían cuadros a otros mundos, era un lugar relajante y tranquilo, con vegetación muy abundante, entre ellas se encontraban cuatro mansiones, que eran en extremo grandes, pero una en particular me quedé mirando, me acerqué a la reja, de inmediato noté, que no había nadie en el patio, no habían perros, ni animales, aunque se mantenían bien cuidados, pero lo que sí logré divisar, fue una persona que miraba desde una ventana, estaba vestida de blanco.

  • ¿Es idea mía o hay alguien en esa ventana mirándonos? - comentó Laura extrañada - como que su silueta me es parecida.




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