En el Más Allá

Capítulo 46: Dolor inevitable

Ha ocurrido en verdad algo curioso estos últimos días, luego de aquel suceso con Susana, descubrir que no era pequeña, decidí abrir  nuevos registros Akashicos, tras un año. Al momento de comenzar a conectarse solo pude oír la voz de Gabrielle llamándome, pero todo falló, aparecí al frente de Armishel, quien me observó con sus malditos ojos de serpiente, tras emitir un gruñido semejante al de una risa, sacó la lengua a lo largo de su gran hocico y saltó hacía mí, yo hice lo mismo a un lado, pero no sirvió, giró de inmediato en mi dirección, cuando me iba a alcanzar, su garra se detuvo a unos cuantos milímetros de mi rostro, parecía que quedó congelado en el aire, gruño furioso, hasta que un gran torbellino se lo llevó volando por los aires.

En ese momento sentí una gran felicidad en mi corazón, pues solo conocía una sola persona que tenía tal capacidad.

  • Lemek - grité emocionado - has vuelto, querido hermano.

Me voltee, solo para no encontrar a nadie, fue en verdad algo desalentador no verlo por ninguna parte, pero esto no terminó allí, el suelo bajo mis pies se abrió, por donde fuí tragado, comencé a caer por un interminable portal en tonos rojos y negros.

Mientras iba cayendo escuché una voz que retumbó:

  • Solo espera un momento - dice en tono apacible - déjame deshacerme de eso.

Miré atrás mío, venía Armishel volando directo a mi, sin pensarlo mucho lancé una rafaga de fuego directo a él, lo cual logró moverlo, en ese momento fue absorbido por otro camino, continúe cayendo unos cuantos segundo más, hasta que caí en un lugar.

Tardé unos instantes en recuperarme, tras el viaje tan agitado, pero al poco me levanté, viendo un lugar que me era familiar, hubo una pequeña explosión de luz frente a mí, y desperté en mi cama.

Esta situación se ha estado repitiendo la última semana, al menos no he sido lastimado por aquel demonio tan despreciable, pero tampoco he podido practicar como es debido o ir: “al más allá” a estar en tranquilidad o buscar a Marcela, debo hacerlo, lo necesito.

Ya sé que llega en doce días, estoy emocionado.

Pero también asustado, pues comencé a dudar.

El sábado pasado, hace cinco días, conversé con ella, como curiosamente me dijo la señora Francisca, recibí la llamada de ella.

  • Hola Amado Anthony - dijo alegre - no sabes cuanto te he extrañado esta semana, ya queda tan poco por vernos, es lo que más me hace feliz.
  • Hola querida Marcela - contesté emocionado - en verdad, soy tan feliz de escucharte, he pensado en ti, todos los días.

Conversamos unos momentos hasta que vino a mi mente la imagen del día anterior, sintiendo que mi corazón comenzaba a latir a mil por hora.

  • Podrías responderme unas rápidas preguntas - dije nervioso.
  • Por su puesto querido - respondió - lo que tu quieras - bajó la voz - mientras no sea algo demasiado íntimo.

Emitió una pequeña risita. 

Respiré profundamente y ordenar las ideas

  • Por casualidad tu departamento es - comencé a hablar - ¿la habitación es muy blanca, ayer tomaron bebida y comieron snacks de queso?, además de tener algunas visitas.

Hubo un momento de silencio.

  • Marcela, ¿estás allí? - dije aún más nervioso.

Mi corazón se apretó con fuerzas, sentía una fría transpiración por mi espalda.

  • Estaba comprobando y si a todo - respondió - vaya Anthony, eres un gran adivino, dime algo más, me has dejado sorprendida.

Un gran puñetazo sentí en mi pecho.

  • Fue alguna persona, un hombre joven de cabello rubio - continué - de ojos azules - me fuí caminando para alejarme más de todos los presentes para que nadie me oyera - era alguien mayor a ti - el cual te besó y se quitó la polera.

Ya no podía controlarlo, me dolía la cabeza, el pecho y no aguantaba más aquello.

Esperé unos instantes para escuchar algo.

  • Marcela, estás allí - pregunté por segunda vez.
  • Si, aún estoy aquí - respondió en tono sombrío - pero estoy asombrada de lo que me has dicho, como sabes todo de manera tan casi precisa.
  • Osea si lo besaste - sentencié reprimiendo mi exaltación - no quería creerlo.
  • Como supiste esto - exclamó - quién te lo dijo, dime por favor.

Tragué saliva, con la respiración agitada, un ardor subía a mi cabeza, por la nuca tenía una desagradable sensación fría indescriptible.

  • No lo has desmentido - respondí al borde de las lágrimas - lo hiciste…
  • No es lo que piensas - respondió apresurada - no es como dices, por favor, dime, cómo supiste, ¿te dijo Mike acaso?.
  • Así que se llama Mike ese sujeto - dije sin tomarla en cuenta - entiendo…

Me alejé del celular y corté la llamada.

Luego, dejé que mi cuerpo cayera al suelo, no pude aguantar las lágrimas, las cuales cayeron por mis mejillas dolorosamente.

«Ella me engañó con otro», pensé con una terrible tristeza.

«Quizás te lo merecias», escuché  a mi alrededor una pequeña voz que me susurró, «te has besado con Karen y Susana, pero también has estado cerca de Laura, a quien miras con cierto deseo lascivo» .

  • Cállate - dije susurrando - no sé quien eres, pero callate.

No hubo respuesta alguna.

Me levanté para enjuagarme la cara y devolver el aparato, cuando sonó, era el número de por el cual me llamaba Marcela, decía: Novia de Anthony EEUU.

«No debes contestarle, te va a mentir, dará una excusa», escuché la voz otra vez. Pensé en apretar el botón rojo de colgar, pero mi dedo se desvió y presioné el verde.

  • ¿Anthony, eres tú? - escuché la voz de Marcela llorando - Hola…

Respiré profundamente, mis manos temblaban incontrolables.

  • Si, hablas con él - respondí ocultando mi voz - que quieres.
  • No se como te habrás enterado de aquello - dijo apresurada  - no es como piensas, te lo iba a contar, cuando llegara, pues no pasó lo que piensas, sino algo peor.




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