En el Más Allá

Capítulo C 3: Parte I

Ya han pasado cinco años desde aquella horrorosa misión, al principio no podía dejar de tener pesadillas, un mundo fuera de mi imaginación, criaturas pesadillescas, las veía llegar por el cielo, cayendo como la lluvia, miles de millones de criaturas indescriptibles,  pero gracias al amor de Aratani, he logrado salir adelante a pesar de todo, solo hay un solo conflicto con ella y es pide que le llame Naoko, aunque no lo encuentro correcto, pues era el nombre de mi hermana que dió la vida por ella, así que no lo hago con tanta regularidad.

Sigo pensado lo increíble de lo ocurrido, pues un día tranquilo se convirtió en una tormenta, pero en una noche de tormenta nació mi primogénito Shinta, en honor al tormentoso tiempo que terminó él en nuestras vidas, al verlo por primera vez sentí una calidez en mi corazón, ver el rostro lleno de alegría por parte de Aratani, me di cuenta lo dichoso que soy, por seguir vivo, atrás quedaron aquello días donde era solo un niño llorando por comida en el barro, tiempos que solo son un amargo recuerdo.

En mi mente quedó grabado el encantador rostro de mi amada esposa, cuando se dió cuenta que estaba embarazada lloró de felicidad, debo admitir que la acompañé, apenas me enteré la tomé en mis brazos, con mi alma entera gritando en alegría. Al fin pudimos tener a nuestro pequeño, incluso tras finalizar hace muchos años lucha contra aquel brujo y los ogros que fungieron de familiares, quedaron cicatrices, partiendo por la pérdida de nuestra familia y retoño que crecía en su interior, solo fue el inicio de nuestros problemas, al darme cuenta de su pérdida sentí uno de los dolores más grande de toda mi vida, y se que fue lo mismo para los dos, aunque ella siempre aparentó tranquilidad cuando se tocaba aquel tema tan delicado, en el fondo le dolía, por muchos años la vi siempre tomando su vientre, con deseo que alguien pudiera crecer algún día denuevo.

Estos recuerdos pasaban en mí, mientras meditaba al ver que los botones de cerezo se estaban abriendo..

  • Querido, es la hora del desayuno - dijo Aratani desde el interior - venga rápido, sino el niño comenzará a comer todo.
  • De acuerdo, ahora voy mi amor - respondí.

Me levanté, mientras iba reflexionando sus palabras.

  • Pero si Shinta es muy pequeño - comenté extrañado - apenas cumplió los cuatro años.

Cuando llegué a la habitación, fuí recibido por el hermoso rostro sonriente de mi esposa que podía distraerme por completo, logrando crear la brecha suficiente para ser tomado por sorpresa, fuí derribado por una enorme esfera peluda, que cayó sobre mi..

  • Hola Papi que gusto verte - dijo con su suave y juguetona voz.

La bola de pelos se levantó, para sentarse junto a la mesa.

Al mirarlo, me percaté que comía bambú, era Ninhyo, que se había instalado en la casa desde hace cinco años. quien actuaba de manera curiosa, pues pasaba más tiempo en casa durmiendo y comiendo que realizando sus deberes de espíritu del bosque.

  • Hola Papá - escuché la voz de mi hijo.

Era un pequeño sonriente que vino caminando a pasos torpes hacia mi, el niño más dulce que en mi vida nunca había conocido.

  • Hola mi niño - dije levantándome, para tomarlo en brazos, quien me abrazó.
  • No hijo, no tomes, es la comida de papá - escuché a Aratani diciéndole a Ninhyo, quien acabó su bambú - tome mi niño, aquí tiene sus plantitas.

Tomó la canasta y comenzó a comer lo que estaba en su interior, a pesar de ser tan grande y tener una boca enorme, era muy silencioso para comer..

  • Parece que llegó temprano Ninhyo - comenté - por eso me tomó por sorpresa.
  • Por lo visto no se durmió tan lejos - respondió mi esposa - solo fue al bosque contiguo y se quedó dormido cerca de la entrada.

Lo miré, estaba comiendo, cada año que pasa, crece más a lo ancho que en la altura.

  • No me sorprendería - comenté - está muy gordo, debería comenzar a hacer sus trabajos como espíritu del bosque, siempre que lo veo, momento que está comiendo.
  • ¿No es estás seguro que son así? - dijo intrigada - a mi me parece muy adorable, solo miralo, incluso comiendo parece un tierno bebé.

Se acercó y le abrazó, tocando su su regordeta cara peluda, mientras esbozaba una sonrisa, incluso Shinta le tomó la pierna.

  • Cuando tenía cerca de diez años, vi uno - comenté -  era un adulto y puedo asegurar que era menos gordo que este, que no sé si es un bebe o un niño.

Tanto mi esposa como hijo parecía no importarles, ya que seguían haciéndo cariño.

  • Es posible que los cazadores tengan algún conocimiento de su raza - especuló.
  • Tienes razón - exclamé pensativo - iré esta tarde, pues ya me estoy preocupando, está más gordo que un oso invernando.

Se levantó para sentarse a mi lado, mientras comía arroz, apoyó su cabeza en mí hombro.

  • Espero que no te moleste tenerlo en casa querido - exclamó - ya sé que lo hablamos hace años, pero aun así lo digo.
  • Lo tengo principalmente por ti - repliqué - además de ser considerado su protector, era más importante verte feliz con él, además él cuidarlo me trae beneficios, ya no necesito ir a misión, ni dirigirlas a esta altura, puedo ser feliz a  tu lado en la tranquilidad. - esbocé una pequeña sonrisa - además gracias a la bola de pelos, tenemos altas cantidades de recursos, para mantenerlo y nosotros, es igual a vivir como un shogún, pero sin serlo.
  • Te has vuelto algo blando estos últimos años - comentó Aratani - más tranquilo y sabio, sin decir que a diferencia de cuando te conocí, hace trece años, sonríes más seguido, por lo visto este maravilloso ser, fue la continuación de nuestra felicidad y nuestro amado Shinta, el toque final.

Pase mi brazo derecho  alrededor de ella, sin dejar de comer.

  • No estoy más blando, solo disfruto esta oportunidad - respondí - pero si quien está más débil, es usted amada, ya van años que no practicas y debiste perder algo de condición física.
  • Un momento. yo me he cuidado - reprochó - incluso podría ayudarte a entrenar, pero he tenido que estar con el niño en todo momento y te doy el privilegio de que mantengas tu estado.
  • Yo también cuido al niño - respondí.
  • No te lo puedo negar - exclamó - pero cuando ya pueda estar mejor por su cuenta, tendremos un encuentro de práctica
  • Entiendo, dejarás pasar el tiempo, así cuando pierdas, podrás culpar a qué te faltó - respondí con cierta petulancia -  es un buen plan, pero no muy efectivo.




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