Ya han pasado cinco años desde aquella horrorosa misión, al principio no podía dejar de tener pesadillas, un mundo fuera de mi imaginación, criaturas pesadillescas, las veía llegar por el cielo, cayendo como la lluvia, miles de millones de criaturas indescriptibles, pero gracias al amor de Aratani, he logrado salir adelante a pesar de todo, solo hay un solo conflicto con ella y es pide que le llame Naoko, aunque no lo encuentro correcto, pues era el nombre de mi hermana que dió la vida por ella, así que no lo hago con tanta regularidad.
Sigo pensado lo increíble de lo ocurrido, pues un día tranquilo se convirtió en una tormenta, pero en una noche de tormenta nació mi primogénito Shinta, en honor al tormentoso tiempo que terminó él en nuestras vidas, al verlo por primera vez sentí una calidez en mi corazón, ver el rostro lleno de alegría por parte de Aratani, me di cuenta lo dichoso que soy, por seguir vivo, atrás quedaron aquello días donde era solo un niño llorando por comida en el barro, tiempos que solo son un amargo recuerdo.
En mi mente quedó grabado el encantador rostro de mi amada esposa, cuando se dió cuenta que estaba embarazada lloró de felicidad, debo admitir que la acompañé, apenas me enteré la tomé en mis brazos, con mi alma entera gritando en alegría. Al fin pudimos tener a nuestro pequeño, incluso tras finalizar hace muchos años lucha contra aquel brujo y los ogros que fungieron de familiares, quedaron cicatrices, partiendo por la pérdida de nuestra familia y retoño que crecía en su interior, solo fue el inicio de nuestros problemas, al darme cuenta de su pérdida sentí uno de los dolores más grande de toda mi vida, y se que fue lo mismo para los dos, aunque ella siempre aparentó tranquilidad cuando se tocaba aquel tema tan delicado, en el fondo le dolía, por muchos años la vi siempre tomando su vientre, con deseo que alguien pudiera crecer algún día denuevo.
Estos recuerdos pasaban en mí, mientras meditaba al ver que los botones de cerezo se estaban abriendo..
Me levanté, mientras iba reflexionando sus palabras.
Cuando llegué a la habitación, fuí recibido por el hermoso rostro sonriente de mi esposa que podía distraerme por completo, logrando crear la brecha suficiente para ser tomado por sorpresa, fuí derribado por una enorme esfera peluda, que cayó sobre mi..
La bola de pelos se levantó, para sentarse junto a la mesa.
Al mirarlo, me percaté que comía bambú, era Ninhyo, que se había instalado en la casa desde hace cinco años. quien actuaba de manera curiosa, pues pasaba más tiempo en casa durmiendo y comiendo que realizando sus deberes de espíritu del bosque.
Era un pequeño sonriente que vino caminando a pasos torpes hacia mi, el niño más dulce que en mi vida nunca había conocido.
Tomó la canasta y comenzó a comer lo que estaba en su interior, a pesar de ser tan grande y tener una boca enorme, era muy silencioso para comer..
Lo miré, estaba comiendo, cada año que pasa, crece más a lo ancho que en la altura.
Se acercó y le abrazó, tocando su su regordeta cara peluda, mientras esbozaba una sonrisa, incluso Shinta le tomó la pierna.
Tanto mi esposa como hijo parecía no importarles, ya que seguían haciéndo cariño.
Se levantó para sentarse a mi lado, mientras comía arroz, apoyó su cabeza en mí hombro.
Pase mi brazo derecho alrededor de ella, sin dejar de comer.
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Editado: 12.11.2024