En el Más Allá

Capítulo C 3: Parte III

Me dispuse a torturarlo, sin embargo, fui detenido por mi compañero, quien puso su mano delante de mí.

  • Kenshin, tranquilízate – exclamó – sé que debe ser terrible para ti aquella información y el origen de esta, pero no puedes permitir que te domine, en primera no tenías que venir...
  • Y ahora estoy feliz de haberlo hecho – respondí – el destino me trajo para destrozar todo de este tipo.
  • Hablaré todo, pero quiero estar a solas con Kenshin – dijo Kowa con voz nasal, mientras sostenía el rostro – estoy desprotegido.

Ambos guardamos silencio, antes que pudiera decir algo, mi compañero bajó la mano por su cuenta, podía sentir las dudas que lo carcomían.

  • Por favor Kenshin, contrólate – comentó preocupado – no dejes que dominen tu mente.
  •  Estaré pendiente – respondí.

Dicho esto, desapareció de mi lado, pude seguirlo por el rabillo del ojo cuando se unió a la batalla que se estaba generando.

  • Quédate quieto, solo limítate a responder mis preguntas – pregunté con tranquilidad – ¿Cómo sabes de Aratani?

Se movió un poco, de inmediato le enterré la espada en el pecho sin perforar su carne, sin embargo, retrocedí cuando mi vi escupiendo sangre.

  • Ella estuvo al cuidado de Tomeo, mi hermano mayor, mientras realizaba los planes para nuestra estirpe – respondió con sangre brotando por los labios – aquel gran hechicero que casi destruye a los cazadores Nihonjin, siempre tuve contacto con él y me hablaba de sus niñas, pero la menor fue a alguien que quiso de manera personal, me contaba siempre de ellas, como habían crecido, como la más pequeña se enamoraba de un joven llamado Miura Kenshin.
  • Me dices que tu hermano, ¿crió a mi esposa? – dije con sorpresa – eso es absurdo, ella fue criada por el señor Fujimoto.
  • ¿Cuánto tiempo crees que tomó esa apariencia? – respondió – por más de siete años.
  • Cuando tuve mis doce años lo vi – increpé molesto – no tiene sentido lo que dices.
  • Estúpido, Era un poderoso hechicero – inquirió molesto – más de lo que yo mismo seré algún día, hizo un llamado Doppelgänger de sí mismo, cuando él tuvo que enfrentarse, simplemente absorbió su esencia.

Sus palabras cobraban un horroroso sentido en mi mente.

- Imposible – susurré con el shock mental.

- Cuando fueron al Monte Fuji, el permitió que no consumieran la comida envenenada – indicó con la respiración atrofiada – y fue quien ayudó para que ustedes escaparan, me lo dijo todo, el plan era que ustedes cuando estuvieran solos por completo, los encontraríamos y…. ofreceríamos una nueva vida tranquila con nosotros.

- Eso no puede ser – comenté – eso no… eso es absurdo.

- Puedes negarlo, pero que obtengo con mentirte – indicó con el rostro pálido – se que fue tú familia, quienes acabaron con él, pero no solo eso, lograste romper una alianza que tuvimos durante siglos, los Oni, grandes guerreros honorables, temidos por su ferocidad y poder, un simple niño… provocó que se desligaran de nosotros.

- Si, recuerdo el combate con ellos, todavía siento en mi cuerpo la presión que generaban – indiqué – pero esto, no puedo creerlo.

- Lo único que debes creer es que eres un maldito que siempre se metió en nuestro camino – vociferó furioso – no pudimos hablar con nuestros dioses, salvaste a esa inmunda criatura que nacerá otra vez, en cambio nosotros, morimos cada día más…

- ¿Criatura? – pregunté.

- Nyngyo – respondió – cuando mis amigos que sacrificaron todo de si, para llamar nuestra última salvación, te incorporaste en nuestro camino, si tan solo supiera donde está... podría entregarlo, lo busqué por años...

<<Habla Rouche, este  tipo no sabe dónde está la bola de pelos>>

- Ese animal está lejos de este país – respondí – cuando crezca estará libre en el mundo a sus anchas, pero seguirá siendo ayudado por los cazadores...

- Mereces todo lo malo del mundo – indicó – ahora vienes a detener el nacimiento de un salvador, nuestro Mesías, un hijo de las estrellas, si tienes algo en tu alma, no permitas que muera... aunque nuestro destino sea uno cruel, sigue siendo un recién nacido.

Decía la verdad, aquel recién nacido era eso, un ser indefenso que no tenía culpa de quien vino, pero no podía permitirme caer en sus palabras.

- Eso no lo decido yo – exclamé.

Su rostro lleno de ira, con los ojos inyectados en sangre 

- Bastardo – gritó.

Su rostro lleno de ira, con los ojos inyectados en sangre.

- Bastardo – gritó – te voy matar.

Apenas hizo un movimiento realicé un corte en su pecho, que recorrió a lo largo de su torso.

- Atacas un hombre herido – dijo cayendo a un costado.

- No trates de abocar a la pena, ibas a atacarme – exclamé – de todas formas, tengo que acabar contigo, somos enemigos.

Nos miramos fijamente, aunque estaba demacrado, sus ojos estaban llenos de vida aún, dispuesto a luchar hasta la muerte de ser necesario… no, el estaba en deseo de hacer lo que sea para asesinarme y aunque no me agradaba la idea de matar a alguien desarmado, el sigue siendo un peligro, es ahora o me puedo arrepentir. Adopté una postura de ataque, iba a decapitarlo de un solo movimiento, aunque deseaba saber más, los tiempos no eran los adecuados para mis deseos personales, miré como mis compañeros estaban terminando su parte, con Ryunosuke siendo apuñalado constantemente por Jean y Murata en un trabajo en conjunto, mientras que Deusou estaba sometiendo al Líder, quien aunque lo había alcanzado por los rayos, era dañado de forma continua, aquel el Maestro Supremo lo había doblegado rompiendo los brazos con una facilidad pasmosa, usando solo la fuerza física y rompiendo su cuello, cayendo al suelo al instantáneamente. <<Esto acabó, debo hacer mi parte>>. Cuando iba a decapitarlo, un temblor sacudió la isla por completo, con tal intensidad que me hizo tropezar al instante, fallé el corte, alcanzando sus piernas que fueron rebanadas de un solo tajo.




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