En el Más Allá

Capítulo C 3: Parte V

 

Algo en su rostro me asimilaba familiar, pero su presencia era extremadamente poderosa, sin embargo no era amenazante.

  • Así es, soy Miura Kenshin - respondí - ¿nos conocemos?
  • Puede ser, al menos yo soy gran seguidor de usted - exclamó - me gustaría hablar contigo de ser posible, pero sin tener a estos cazadores detrás mío.
  • ¿Cómo sabe de los cazadores? - exclamé - no perteneces a la organización, sin embargo, ha venido de la manera más tranquila, si hubiera deseado, los habría eliminado sin problema alguno.
  • Toda la razón - respondió - pero no tengo problemas, solo quiero ver a alguien, quien deseo conocer hace mucho tiempo.

Sus palabras eran sinceras, sin mencionar que mientras más conversábamos, me provocaba una mayor relajación.

  • ¿Quiere pasar  a tomar una taza de Té? - pregunté con amabilidad.
  • Sería un gusto hacerlo - respondió.

Les hice una señal a los cazadores para que lo dejaran en paz.

Mientras caminábamos vi a ARatani quien miraba sorprendida la circunstancias.

  • ¿Cariño, puede prepararnos por favor el té? – solicité cariñosamente.

Nos contemplaba expectantes, denotando gran curiosidad en nuestro visitante, respondió asintiendo con la cabeza.

  • Sígame señor Lemek – indiqué – espero que le sea agradable este humilde hogar.
  • Mi estimado Miura, este lugar es muy acogedor, me fascina – respondió.

Recorrimos desde el patio, hasta el interior de la casa, lo dirigí hasta el salón principal, en ese momento me percaté de algo que nunca creí hacer, darle la espalda a un desconocido con tanta tranquilidad. Ya en la sala le ofrecí asiento, dado su tamaño debí entregarle tres zabutones, por sus rasgos físicos, era un extranjero, sin embargo, se le notaba muy cómodo.

  • Espero que no sean una molestia este estilo de asiento – dije.
  • Oh no, descuide, me es muy gratificante ya que me permitieran entrar – respondió sonriendo – he podido ver que has logrado tener una gran familia, una bella esposa, dos hijos muy lindos, incluso, se que detrás de los muros junto a los niños hay un Ninhyo.

Lo miré expectante, luego hacia el lugar indicado, tal cual decía, aparecieron los tres asomándose furtivamente, sabía que estaban cerca, pero nunca a esa precisión.

  • Muy sorprendente, señor Dissarson – indiqué – no solo es una presencia imponente.
  • Por favor, dígame Lemek – contestó.
  • Como usted solicite, Señor Lemek.
  • Solo mi nombre, estaría encantado – exclamó – no seas tan formal, Kenshin, digamos que podemos tener confianza.

Aunque fuera una desconocido, sus palabras en verdad me generaban un sentimiento de intimidad.

  • Aceptaré que me diga Kenshin – indiqué – pues que los trae a este lugar, ¿existe algo en que puedo ayudarle?
  • ¿Alguna vez has sentido que no perteneces a este mundo? – preguntó de improviso.

De todas las opciones que había barajado, nunca habría esperado algo así, más aún cuando llegó mi esposa con una tetera que humeaba.

  • Aquí está el té – exclamó sonriente.
  • Muy amable, joven Aratani – dijo alegre.

Ella lo miró con una amplia sonrisa.

  • Bueno, me retiro – indicó.
  • ¿Por qué se va? – exclamó el desconocido – por favor, haga el honor de estar con nosotros, deseo hablar con ambos.

Asombrada ante sus palabras se sentó junto a mí.

  • Veo que le faltó la taza para usted – comentó – por favor, tome la mía de ser necesario.
  • No puedo, usted es el invitado, señor – exclamó.
  • Shinta, traiga por favor una taza a su madre – exclamé.

Se escucharon unos pasos que se alejaron, que al poco volvieron, con una reverencia le entregó una de las tazas disponibles.

  • Con su permiso – dijo el pequeño antes de retirarse.
  • Que amable es, joven – comentó – muy educado y encantado.

Detrás de él, apareció Kenta, más atrás, estaba Ninhyo, quien se le veía cohibido, algo poco usual de su relajada personalidad, el hombre llamado Lemek miraba atento a mis hijos, incluso con cierta fascinación, no le apartó la mirada, incluso cuando recibió el Té servido.

  • Buenos días pequeño, ¿Cuál es tu nombre? – dijo sonriente.
  • Me llamo Miura Kenta – respondió – y usted, ¿qué es?
  • Kenta, no le diga esas cosas al señor – exclamó Aratani reprobatoriamente – pídale disculpas.
  • Joven Aratani, su hijo a sido muy bien criado – comentó – con solo verlo, puedo asimilarlo, es una bella familia.
  • Muchas gracias – respondió alegre – todo ellos son nuestro orgullo, ven Ninhyo, acércate, con el señor Lemek, es un hombre muy amable.

Se mantuvo detrás del muro asomando sus ojos, se le veía más pequeño de lo usual.

  • Mami, tengo miedo – respondió – no quiero acercarme.

Arataní se le aproximó para abrazarlo, cuando estuvieron frente a frente pude comprobarlo, era más pequeño que lo usual.

  • No fuercen al pequeño ser – exclamó – es una criatura de naturaleza, es normal que mi presencia, digamos que soy lo contrario.
  • Lemek, ¿podría decir quien es y que busca? – increpé nervioso - ¿porque sabias mi nombre y el de mi esposa?
  • Relájense por favor – exclamó – vengo en paz, como dijo su hijo menor, no soy un humano, mi existencia está ligada a la oscuridad, un ser perteneciente a las sombras.

Su respuesta me dejó anonadado.

  • ¿Pero que puede buscar alguien como usted con nosotros? – exclamé – si quieres a Ninhyo…
  • Te lo aseguro, de todos los humanos que conozco, son lo que menos quiero lastimar son ustedes dos como a sus descendientes – explicó.
  • ¿Entonces que es lo que busca? - dije impaciente.
  • A ustedes dos como tal - respondió - esto les parecerá extraño, pero alguna vez, han tenido sueños extraños, un mundo donde puedes ver el mar desde el interior.




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