Capitulo 54: Funeral
Desperté asombrado por los recuerdos de mi otro yo.
- Que interesante historia tuviste hasta ese momento, Gabrielle - exclamé - peor tengo una dida, cuando nos conocimos y hablaste de Amaris, me dijiste que ella era el amor de tu vida, incluso me mostraste tus últimos instantes de vida, pero Amaris no es Valeria, ¿quien es ella?, se notaba muy importante para ti, o mi o nosotros.
- No lo sé, como te dije, no recuerdo mi vida, solo que morí en los brazos de quien amé o alguien a quien amé - contestó nervioso - no se que me ocurrió, que pasó con Valeria, que ahora viéndola, trajó a mí, cientos de recuerdos ocultos en lo profundo de mi conciencia, a ella la quise, no, era algo más que solo quererla.
- Tendremos que verla la próxima vez - contesté.
- Necesito averiguar mi vida, siento que hay más que solo lo visto - indicó - todas nuestras vidas, aunque distintas, tienen factores en común, por ejemplo, el jinete oscuro, podría haber sido un demonio y el resplandor anti-natural.
- Armishel, él fue el jinete oscuro - contesté - no hay otro que pueda ocupar ese lugar y el resplandor, ya lo vimos con Kenshin, estaba presente.
- El pequeño y querido Querubín - dijo Gabrielle nostálgico - Leriel, es increíble como recuerdo mi vida y tuve que esperar varias más para comprender que significa, es verdaderamente frustrante.
- También lo extraño a él - comenté sonriendo - al menos sé que él está bien, pero es otro de los que se alejó de mi vida.
- Él no se alejó de tu vida - exclamó Gabrielle - has visto que él estuvo con nosotros desde hace más tiempo del que nosotros sabemos, es cosa de ver a Kenshin, quien fue cuidado en varias oportunidades.
- Me alegro que los haya cuidado a ustedes - comentó - creo que en mi caso… no merezco serlo, pues si él se fue, es porque resultó herido por mi culpa.
- No pienses eso, Anthony - dijo en tono triste - se que las cosas se ven mal, pero siempre hay una salida…
- ¿Salida a que? - exclamé bruscamente - estoy en la mierda, a esta altura solo a ti te tengo y eres un espíritu, nada más, ya estás muerto.
Hubo un momento de silencio.
- No, perdón, no quise - dije arrepentido.
- Descuida Anthony, comprendo que te sientas así - comentó - tienes problemas y yo solo soy una voz en tu cabeza, en otras ocasiones sería solo esquizofrenia, nos vemos en otro momento.
- No, te vayas… perdón - dije con tristeza.
Me senté en la cama a llorar.
No volví a hablar con Gabrielle por mucho tiempo, es probable que lo haya atacado en un punto que le duele en la existencia, lo que he visto de él, siendo tan dulce con aquellos que quiere, debió ser un hombre con mucho cariño para dar, era muy de piel, a diferencia de mí, de hecho, me recuerda a Kenshin, alguien a quien admiré mucho, es alguien a quien sigo admirando, pero no puedo verlo más…
«¿Existirá una forma de volver a verlo?, me encantaría hablar con él»
Eso pensaba mientras era rodeado por varios compañeros los cuales estaban armados con piedras y algún palo, uno de ellos portaba una cortapluma , ocurriendo a las afueras del liceo, no importa a qué hora saliera, constantemente tenía problemas, salía antes, me perseguía, salía muy tarde, me esperaban y enojados, aunque no ocurría todos los días, por lo cual no sabía cuándo reaccionar, de manera tan aleatoria que no sabía cuándo ocurriría.
A mis espaldas comencé a escuchar una risa estridente, al voltear apareció una cara conocida.
- Sabía que te conocía - exclamó - eres Anthony, mi mamá me había contado que la tía Verónica te había comentado que vendrías a mi mismo liceo.
- ¿Quién mierda, eres tú? - dije extrañado.
Sin darle la espalda lo miré de reojo.
- Oh vamos, no es necesario que me trates así - exclamó - soy tu primo, Aldo, bueno, es difícil que me reconozcas, no nos vemos desde hace varios años.
- Es su primo, exclamó Gary - será mejor no tener problemas con alguien de un curso superior
- No se preocupen chicos - exclamó Aldo.
Aún así, a pesar de tratar de detenerlo, ellos se marcharon.
- Oh, yo quería ver como te golpeaban - comentó con tristeza - era un buen espectáculo, no alcancé a grabarlo.
Lo contemplé de frente, encontrándome a una persona que tenía una marca en la frente, como si hubiera recibido un golpe muy fuerte tiempo atrás. Al mirarnos, se tocó esa parte sin quitarme la vista de encima, su tamaño era enorme, me ganaba por una cabeza, aunque la misma era desproporcionadamente grande, casi un televisor por tubo de diecinueve pulgadas, para alguien que mide un metro setenta y cinco.
- ¿Qué buscas aquí? - indiqué mirándolo fijamente.
Ladeó la cabeza mostrando una desagradable mueca mientras movía sus manos, similar a que tuviera picazón, mientras sus ojos demostraban una extraña anormalidad, teniendo un ojo más grande que otro, aunque naturalmente esto es común, en su caso, era un rasgo muy distintivo, pues los mismos estaban muy abiertos similar a la mirada de las mil yardas, pero con una desagradable sonrisa que le adornaba.
- Oh cierto, te venia a informar que nuestro abuelo se murió - comentó - espero que no tengas la sangre fría y vayas al funeral, des el apoyo a tu querida familia , aunque nunca te veo, si no asistes, haré que tu tiempo en este liceo sea un infierno.
Mostré sorpresa.
- ¿Cuándo murió? - exclamé fingiendo preocupación - recuerdo que su salud era inestable, en verdad, que terrible.
- Ya cumplí con mi labor - dijo mirando con malicia - nos veremos pronto.
Esa tarde a penas vi a Verónica, quien estaba destrozada lo cual fue fascinante, se fue a llevar con el resto de su familia, Joaquín se quedó en casa, cuidando a Anastasia, pues no tenían confianza en mí ante todo los sucedido con la maldita de Susana.
- Oye, ¿pretendes ir al velorio del finado? - me preguntó - iré con mi hija en la noche, lo van a enterrar mañana temprano, tenemos que acompañar a tu mamá.