En el Más Allá

Capítulo 56: Encuentro

Gracias a la muerte de Aldo, mi estancia en este despreciable lugar no empeoró, pero sí se mantuvo similar, aunque se le hizo una ceremonia en el liceo, pues era alguien que se destacaba mucho en el aspecto escolar, muy cooperativo a nivel institucional y muy querido, ósea, todo lo contrario, a como estoy rindiendo en la actualidad.

Un aspecto muy desagradable, es el hecho que muchas personas se me acercaron dándome el pésame por la muerte de mi primo, quien se dijo que murió de forma espiritual, pues quería seguir a su abuelo al otro mundo, cuando escuché esto, tuve que morder el interior de mis mejillas, al enterarme de semejante estupidez.

Incluso realizaron una reunión en el curso para darme aquel pésame.

  • Bueno Anthony, lamentamos tu perdida – dijo la profesora jefa del curso – vemos que has perdido a dos familiares, esperamos que sus almas lleguen bien al otro mundo.
  • Muchas gracias por mi comprensión – exclamé – es un momento muy difícil por el cual estoy pasando, muchas personas en mi familia están afectadas por esta pérdida.

Solo esa frase revolvió mi estómago, pero debo fingir, sino las cosas podrían ser peores.

Luego pasó algo interesante, durante el recreo, llegó frente a mí Gary

  • Hablaré con sinceridad Anthony, como estas en duelo, no tendrás problemas con nosotros – exclamó – tendrás un mes para estar tranquilo de nosotros, vimos como tu primo te protegió cuando te vio en problemas, también tu abuelo, se que es perder un ser querido, solo que yo perdí a mi hermano menor… por tu culpa, pero no soy un monstruo.

Dicho estas palabras se marchó.

«Creo que debería matar a otros “familiares”, así tendría más tranquilidad», reflexioné con una creciente alegría.

Para el día jueves tuve un extraño encuentro, pues caminaba hasta que me encontré con un grupo quienes estaban estudiando unas materias.

  • Hay, no comprendo las ecuaciones de segundo grado – exclamó uno de ellos.
  • Son como las normales, pero con dos incógnitas – respondió una chica.
  • Haber, explícamelo – comentó el joven.
  • No puedo, respondió la muchacha incómoda – solo sé responderlas.

El muchacho se acostó en el suelo, al borde de una pataleta, momento que cruzó mirada conmigo, se levantó de inmediato, volviendo a sentarse.

  • Viste Esteban, siempre terminas haciendo el ridículo – exclamó la muchacha – ahora el chico ese que pensará de ti.
  • No me retes Daniela – contestó él – solo quería que la sangre llegara a mi cabeza o bajara, no lo sé.
  • Eres un caso perdido – comentó.
  • ¿Ey, chico, sabes las ecuaciones de segundo grado? – preguntó el llamado Esteban – son muy importantes, por si quieres estudiar con nosotros.
  • No invites a cualquier persona – indicó la muchacha molesta.

Se giró a mí.

  • Perdón, es que mi amigo es algo especial – exclamó.
  • Si, las conozco, son fáciles – respondí.

Continué caminando, cuando alguien tomó mi hombro.

  • Hola, hem ssssiii peepepepeperdón, podrías aaaaayu aayuuuy daarnos – dijo nervioso.
  • Habla bien, animal – exclamó la chica.
  • Es que me pongo nervioso – respondió con la voz chillona.

El tercero permanecía tranquilo mirando su libro, mientras se rascaba la cabeza.

A su vez los contemplo analitico, «Qué más da, el recreo es largo, tengo una hora para hacer lo que quiera».

  • Si claro, no hay problema – respondí – ¿que necesitan saber?
  • Como resolverlas – contestó.
  • ¿Cuánto saben?
  • Nada, absolutamente nada – exclamó sonriendo.

Me senté junto a ellos, me mostraron los ejercicios, viendo todos como eran, quienes se presentaron, Daniela, tenía el cabello castaño claro, ojos verdes, con algo de sobre peso, muy rosada de cara. Esteban, portaba un par de lentes cuadrados, tenía un aspecto serio, con baja estatura, ojos azules intenso y cabello negro, su cuerpo era ancho, el tercero era un chico llamado Alonso, pelo negro de ojos verde, delgado que parecía estar enojado en todo momento, pero era muy tranquilo ante lo que pude ver.

  • Eres muy bueno – exclamó Alonso – ¿en qué curso vas?, no te había visto antes.
  • Soy de primero – respondí.

Los tres quedaron en silencio.

  • ¿Eres de primero y ya manejas estos ejercicios? – exclamó Daniela – no tiene sentido, nosotros tendríamos que ayudarte a ti.
  • Enséñame – contesté.
  • No sé cómo hace esto – respondió.

Esteban comenzó a carcajadas.

  • ¿Que no habías dicho recién que sabías hacerlo? – comenté pensativo.
  • Si, lo dije, pero a veces me resulta a veces no – indicó – luego no recuerdo cómo se hacía.
  • En mi caso, se me olvida – comentó Alonso – en fin, esto es problemático, pero si tengo que aprender, no importa de quien sea.
  • Es que a ti te gusta aprender de lo que sea – indicó Esteban – tocar, sentir y disfrutar el proceso, no importa que tan doloroso sea.
  • Cállate o dejaré tuerto – comentó molesto.

El joven lo miró y retrocedió riendo hasta ponerse a mi lado.

Durante la hora tuve un agradable recreo, algo que nunca había tenido en el tiempo que llevaba allí estudiando.

  • Definitivamente te necesitamos para estudiar todo el resto del año – comentó Esteban – de hecho, así van las cosas el próximo año.
  • La verdad si, sabes mucho para tu edad – indicó Daniela.
  • Muchas gracias – respondí.

Sonó la campana para entrar a clases.

  • Oye, podríamos juntarnos el próximo recreo – exclamó Alonso.
  • Sería agradable – respondí.

El resto del día fue agradable, hasta que llegó la noche, donde los conflictos me perseguían, mientras caminaba en la ciudad pasaba en medio de la calle, con los autos pasando a mi lado sin la capacidad de dañar, hasta que escuché un chasquido cerca de mí «salta», llegó a mi mente, un milisegundo antes de hacer tal acción, donde poco antes estaba apareció una lanza que se enterró en el pavimento, giré rápido para ver quien me atacó, encontrándome a una persona que me parecía conocido, un hombre muy alto de aspecto robusto y pelo largo.

  • Tanto tiempo sin vernos, ¿eh? – dijo sonriente – me dijeron que en esta ciudad había sangre, ahora comprendo a que se refería, es increíble que seas tú.
  • ¿Te conozco? – respondí preparándome.
  • No me interesa que recuerdes – comentó alegre – vengo por ti y nada más.



#12928 en Thriller
#5187 en Suspenso
#22384 en Fantasía
#8592 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: fantasia, drama, suspenso

Editado: 21.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.