Gracias a la muerte de Aldo, mi estancia en este despreciable lugar no empeoró, pero sí se mantuvo similar, aunque se le hizo una ceremonia en el liceo, pues era alguien que se destacaba mucho en el aspecto escolar, muy cooperativo a nivel institucional y muy querido, ósea, todo lo contrario, a como estoy rindiendo en la actualidad.
Un aspecto muy desagradable, es el hecho que muchas personas se me acercaron dándome el pésame por la muerte de mi primo, quien se dijo que murió de forma espiritual, pues quería seguir a su abuelo al otro mundo, cuando escuché esto, tuve que morder el interior de mis mejillas, al enterarme de semejante estupidez.
Incluso realizaron una reunión en el curso para darme aquel pésame.
Solo esa frase revolvió mi estómago, pero debo fingir, sino las cosas podrían ser peores.
Luego pasó algo interesante, durante el recreo, llegó frente a mí Gary
Dicho estas palabras se marchó.
«Creo que debería matar a otros “familiares”, así tendría más tranquilidad», reflexioné con una creciente alegría.
Para el día jueves tuve un extraño encuentro, pues caminaba hasta que me encontré con un grupo quienes estaban estudiando unas materias.
El muchacho se acostó en el suelo, al borde de una pataleta, momento que cruzó mirada conmigo, se levantó de inmediato, volviendo a sentarse.
Se giró a mí.
Continué caminando, cuando alguien tomó mi hombro.
El tercero permanecía tranquilo mirando su libro, mientras se rascaba la cabeza.
A su vez los contemplo analitico, «Qué más da, el recreo es largo, tengo una hora para hacer lo que quiera».
Me senté junto a ellos, me mostraron los ejercicios, viendo todos como eran, quienes se presentaron, Daniela, tenía el cabello castaño claro, ojos verdes, con algo de sobre peso, muy rosada de cara. Esteban, portaba un par de lentes cuadrados, tenía un aspecto serio, con baja estatura, ojos azules intenso y cabello negro, su cuerpo era ancho, el tercero era un chico llamado Alonso, pelo negro de ojos verde, delgado que parecía estar enojado en todo momento, pero era muy tranquilo ante lo que pude ver.
Los tres quedaron en silencio.
Esteban comenzó a carcajadas.
El joven lo miró y retrocedió riendo hasta ponerse a mi lado.
Durante la hora tuve un agradable recreo, algo que nunca había tenido en el tiempo que llevaba allí estudiando.
Sonó la campana para entrar a clases.
El resto del día fue agradable, hasta que llegó la noche, donde los conflictos me perseguían, mientras caminaba en la ciudad pasaba en medio de la calle, con los autos pasando a mi lado sin la capacidad de dañar, hasta que escuché un chasquido cerca de mí «salta», llegó a mi mente, un milisegundo antes de hacer tal acción, donde poco antes estaba apareció una lanza que se enterró en el pavimento, giré rápido para ver quien me atacó, encontrándome a una persona que me parecía conocido, un hombre muy alto de aspecto robusto y pelo largo.
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Editado: 21.06.2025