Estaba estudiando matemáticas cuando la puerta del mini super se abrio.
Kori Yao se levanto de donde estaba y saludo de forma amable — Buenas noches, ¿puedo ayudarles en algo? —
Habian entrado cinco hombres con un aspecto algo extraño, utilizaban cubrebocas, lentes y una chaqueta negra.
Kori Yao no era mucho de fiarse de los clientes por lo que se puso algo nerviso al ver como los cinco hombres se dividian por el mini super.
— Solo buscamos bebidas — Le respondio uno de los hombres.
Kori Yao asintio.
Realmente sentia muy extraño el ambiente, no parecian tener buenas intenciones.
El más bajo de los cinco tomo una botella de agua y se acerco a Kori Yao.
— Cobrame esto — Dijo en un tono demandante.
Kori Yao tomo la botella para cobrarla, pero al ver de nuevo al hombre frente a él, su rostro se volvió blanco.
Le apuntaba con un cañon de una pistola, los otros cuatro fueron a la puerta la bloquearon sellando las salidas.
— Escucha chico — Hablo el más alto — Solo necesitamos un lugar donde escondernos —
Kori Yao solo bajo la mirada tratando de buscar un botón que llame a emergencias.
— Ni se te ocurra — Dijo — Hay una pistola apuntando a tu cabeza, yo que tu no haria eso — Se fue de la puerta para acercarse a donde estaban.
— ¿Hay una bodega? — Preguntó.
Kori Yao asintio.
— ¿Tienes las llaves? — El hombre miro la puerta que estaba en el fondo.
— Si — Respondio firme aunque dentro estuviese aterrado — Cerca de la caja —
El hombre miro los alrededores de la caja registradora y encontro una llave la cual tomo de forma rapido y miro hacia atrás.
En el fondo habia una puerta algo vieja pero no era traslúcida.
— Ni una puta palabra de esto — Kori Yao asintio y vio como los cinco se metían en la bodega.
Cuando los hombres desaparecieron detrás de la puerta, sus rodillas tocaron el suelo mientras sus manos tembalaban de miedo.
Cubrio su cara y estaba a punto de dar un grito ahogado cuando un auto se estacionó fuera.
Aún con su respiración rápida, cara palida y manos temblorosas, se puso de pie tratando de no ser evidente en su panico.
Del auto salieron dos personas, desde dentro pudo notar como cubrían su rostro con unos lentes y un cubrebocas.
Además, por su vestimenta parecia que no querian llamar la atención.
Respiro y trato de estar lo más calmado posible.
La puerta del mini super se abrio y dejo pasar a ambas personas.
— B-Buenas noches — Saludo aunque su voz temblaba.
El más alto de los hombres lo miro por unos segundos y luego se dirigio a los pasillos de la tienda.
Kori Yao centro su atención en él, tanto que se sorprendió cuando un trapo cubrio su boca y nariz.
— Ya, ya, duerme un poco — Rieron cerca de su oído y lo dejaron en suelo.
Sentía los párpados pesados, demasiado pesados. Le costaba mantenerlos abiertos, queria levantarse, pero se sentía tan cansado, como si su cuerpo le dejara de responder y la fatiga lo invadiera.
Solo alcanzo a ver como el más alto tocaba la puerta de forma agresiva y gritaba un par de cosas que no pudo entender.
Después, sus párpados se rindieron y quedo inconsciente en el suelo de la tienda.
...
Sus mano se dirigio a su frente tratando de recordar lo mejor posible que habia pasado.
Sus ojos se abrieron aun con somnolencia y miro el mini super, habia un par de cosas tiradas y una de las luces estaba rota.
Sentía el cuerpo frío y sin fuerza.
Miro la puerta de la bodega y abrio los ojos asombrado, esta completa destrozada, magullada y doblada.
Realmente no tenia forma de saber si es que esas personas seguían ahí, realmente no teia forma de saber si lo querían dañas, realmente estaba perdido y más si se daban cuenta que ya había despertado y había sido un testigo.
Sus ojos se movieron a la calle donde pudo ver el auto aún estacionado y sus sospechas se confirmaron.
Su respiración volvió a acelerarse y era aún peor por que no podía mover más que la cabeza y un brazo, lo demás de su cuerpo se sentía cansado.
Su atencion se desvio al escuchar un ruido en la bodega y ver salir arrastrandose a uno de los primeros hombres que se había escondido en la bodega.
Salio con la cara completamente hecha pedazos, podía notar varios golpes y realmente un ojo era casi imposible de ver por lo inchada que estaba su cara.
Kori Yao solo miro con algo de miedo, estático, sin poder hacer algo o querer hacer algo.
El hombre, que se arrastraba a donde estaba Kori Yao, lo miraba pidiendo ayuda y estiro la mano para que lo ayudara.
Estaba murmurando algo, pero Kori Yao estaba más distraído por la sangre en su cara.
Al escuchar el ruido de una persona saliendo de la bodega, recostó la su cabeza en el suelo y cerro los ojos para aparentar estar inconsciente.
— ¿Por que te vas y dejas a los demás ahí? — Escucho una voz diferente que, de forma extraña, era algo conocida.
— Estan tan solos, ve a hacerles compañía — Luego, escucho un grito que se alejo en un segundo.
En cuanto escucho la puerta cerrarse, levanto la cabeza y miro la bodega. Sin embargo, la sangre de su cuerpo parecía haber desaparecido, recargado en la pared estaba uno de los sujetos que lo miraba.
— ¿Hace cuanto despertaste? — Pregunto mientras caminaba hacia él y se incaba.
Kori Yao lo miraba mientras trataba de tranquilizarse.
— Hola, ¿me escuchas? — Lo tomo del menton y levanto más su cabeza.
— ¿Eres sordo? — Le movio el pelo queriendo ver si tenia un aparato auditivo o algo.
Al ver que no tenia nada, tomo con más fuerza su menton.
— ¿Que tanto has visto? ¿Que escuchaste? — Kori Yao estaba realmente algo asustado, por no decir mucho.
Elevo más su cabeza causando un dolor algo leve, pero horrible al mismo tiempo.
— ¡No se nada! — Fue lo único que se le ocurrio para poder salir de esta situación.