Caminé cabizbaja, intentando encontrar el motivo por el cual Félix no había venido a verme. ¿Habré dicho algo mal? ¿Qué fue lo que hice? No sé, pero puede que haya sido mi ropa, ya que usaba una blusa amarilla la otra noche y al no le gusta ese color. Le pediré disculpas por mi error.
Como siempre tenía la culpa.
Crucé la calle para comprar un girasol. El más amarillo y de color viviente. El amarillo me parecía un color demasiado escandaloso, pero que transmitía mucha vibra.
Le regalaré el girasol a mi madre por el día de hoy. Mi mamá era la mujer más hermosa. Creo que ese es problema conmigo, yo no saqué las características de ella sino de papá. Aunque, pensándolo bien, él también es muy guapo. Supongo que por eso mi hermano es tan proclamado por las mujeres, a pesar de sus treinta años. Y yo, bueno. Tenía 21, ¿qué podía tener una chica de mi edad?
Al pagar el girasol, me encaminé a casa.