En el nombre de ella

12.- DENEB

Tenía a la chica frente a mí. Lloraba desconsoladamente mientras la lluvia caía sobre nosotros.

Cliché, ¿no? Bueno, no todo termina ahí.

Ella está a unos tres metros de mí, sentada a una cuadra de la cafetería. Pude reconocerla por su cabello.

Por alguna razón me gustaba su cabellera.

Me acerqué.

─¿Estás bien?

Tuve que hablar más alto de lo normal ya que parecía que quería caerse el cielo.

La chica alzó la mirada encontrándose con la mía. Cualquiera pensaría que no lloraba y sólo sería una mujer ebria, pero no. Mi don era observar, y ella definitiva no estaba ebria, ni fingía llorar por algo tonto.

─Hola.

Volví hablar. Ella sólo se encorvó más en su lugar abrazando sus pies.

Sé que definitivamente el Deneb de siempre hubiera dado la vuelta y se hubiera ido de aquel torrencial lugar, para llegar a casa a dormir.

Pero por alguna razón me quedé.

Me senté junto a ella.

─¿Sabes? Mi hermano dice que es bueno llorar bajo la lluvia ─sus ojos grandes se posaron sobre mí, y por primera vez solté el aire que tenía reprimido en mis pulmones─. No sé si sea cierto. Así que te pregunto. ¿Llorar bajo la lluvia quita las asperezas del corazón?

Cualquier otra mujer me hubiera tachado de loco, pero ella sólo levantó levemente una de sus comisuras y por atípico que suene, me hizo feliz.

─No sé cuál sea tu motivo por el cual lloras, pero no vale la pena… bueno, si murió algún familiar, claro que vale la pena ─llevé mi mano a la frente al percatarme la locura que había dicho─. Olvida lo que he dicho, cuando estoy nervioso digo cosas fuera de lugar.

Su cabello se pegaba a los costados de su rostro, las gotas osaban a recorrer su nariz, pómulo y labios sin premura. Esas pequeñas canicas que formaban los ojos, me observaban con genuina curiosidad y cierto desconcierto. La noche no me permitía detallar su cara y menos por la manera en que estaba sentada, pero sabía por la forma de su cuerpo que estaba tensa, como si esperar un ataque mío.

─¿Por qué hablas conmigo?

Me gustó escucharla, y me gustó más saber que no huiría esta vez.

─¿Acaso no puedo hablar contigo?

─Las… ─un trueno se escuchó a lo lejos, provocando un respingo por parte de ella─ personas no suelen hablarme.

─No me digas que estas muerta o algo así, porque juro que me dará algo. ¿Ese es el motivo por el cuál las personas no te hablan?

Y por primera vez, escuché algo más lindo que su cabello.

Su risa.




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