En el nombre de ella

18.- DENEB

─Puedo sentir la mirada de tu hermano picando mi nuca ─dije algo incómodo.

Un atisbo de sonrisa se visualizó en su rostro y eso me alegró.

¡Yo que iba a saber que hoy era su cumpleaños! Recuerdo que toqué el timbre y su madre me atendió… Por cierto, es la viva imagen de su hija. O, algo así porque Irida es más bonita.

El punto es, que pregunté por ella y su mamá me recibió con total alegría diciendo que le alegraba que su hija tuviera un amigo al cual invitó a su cumpleaños. En ese momento como Titánic a punto de hundirse, las alarmas saltaron en mi cabeza.

Y ahora estábamos sentados en su patio delantero, ella arrancando de raíz el pasto distraídamente  mientras yo la observaba. Al venir aquí nunca tuve un plan, no sabía ni de qué hablar o que decir, y el miedo vino cuando la tuve frente a mí con desconcierto. ¿Qué se supone que hacía? La verdad es que parecía un acosador.

─¿Cómo supiste que vivo aquí? ─su tono era tan neutro que no sabía si estaba molesta o enojada.

Pero lo que si podía ver es que no estaba a la defensiva como las otras veces. Está vez se encontraba relajada.

─Te vi entrar aquí. Y bueno, no entras a una casa sino es tuya… ¿o sí? Hay una posibilidad de que hayas entrado a robar, pero claro está que no usas una llave y tampoco tienes pinta de ladrona.

Cierro los ojos al analizar las tonterías que he dicho. Por alguna razón está chica me pone nervioso, y es extraño porque yo no me pongo nervioso con las mujeres.

─Entiendo.

Sonreía débilmente, pero lo hacía.

─No veo a tu novio por ningún lado. Y lo sé, porque no está marcando territorio como un maldito orangután ―me aventuro a saber sobre ese tipo.

Su cuerpo se tensó y se abrazó a sí misma.

─No creo que pueda venir.

─¿Por qué? ¿Hay algo más importante?

─No lo sé ─su mirada se conectó con la mía un par de segundos.

─Iridna ─sé que me estaba metiendo en la boca del lobo─, no deberías permitirte que te hable de esa manera. Sé que los hombres podemos llegar a ser algo imbéciles, pero la forma en que se comportó pasa el nivel tolerable, y por ninguna manera deberías dejarte humillar.

─¿Por qué me dices eso?

─Porque no traje un regalo y no sé cómo envolver palabras ─sonreí.

─Supongo que… gracias

─Iridna, él no te quiere.

─Lo hace.

─No ―respondo inmediatamente, mirando esos orbes tristes―. Sí te quisiera él te trataría mejor. No, mejor no. Te trataría como cualquier persona en el mundo lo merece, con respeto. Y con amor hacía ti porque eres su novia.

─No entiendes nada. Yo lo hago enojar y es claro que merezco un castigo.

Estaba a segundos de estampar mi rostro en mi palma de la mano.

─No, no lo mereces. Castigo a las personas que matan, roban y secuestran… y violentan a sus novias. No a las personas inocentes que lo único mal que han hecho fue atravesarse en el camino de un animal como es él.

─No lo entiendes.

─Lo entiendo perfectamente. Es por ello que te lo digo.

Su mirada se pierde. No sé qué caos tenga en la mente y que mundo esté ardiendo, pero sé que será difícil. Vine aquí sin ningún propósito, sólo como una acción estúpida, pero ahora él tenerla aquí es como si el universo me esté pidiendo que ayude en algo. Pero no sé en qué, si ella no puede ver ese problema.

─¿Puedo abrazarte? Es mi cumpleaños ―el susurro inaudible que sus ligeros labios desprendieron, encogieron mi corazón. Es como tener a una niña pequeña.

─Claro que puedes, tu no necesitas preguntar.

Sus comisuras se levantan.

Estrecharla entre mis brazos fue como abrazar algo tan ligero y delgado. Su complexión es fina, y me pregunto que tanto terror debe influir alguien para llegar al límite.

─Deneb ─dije.

─¿Qué? ─inquirió.

─Mi nombre es Deneb. De hecho es Deneb Ramírez.

Se separa de mí volviendo a sentarse en el césped, pero ya no luce retraída.

─El mío es Iridna Quintero ―anuncia de forma casual, como cuando hablas con un amigo. Eso quiere decir que puedo ser uno―. Y tu nombre es muy bonito. ¿No entiendo porque dices que las mujeres huyen?

─Significa “cola” ―manifiesto.

─De hecho es la estrella más brillante de la constelación del Cisne, que puede localizarse en lo alto del cielo ─dijo.

Abro los ojos con sorpresa e inclino levemente el mentón.

─No pensé, que supieras el significado.

─Me gusta investigar sobre las estrellas, constelaciones y sus derivados.

Sus mejillas habían tomado un color rosado.

─Iridna, siéntete afortunada de estar con una estrella con significado de cola. Y yo me sentiré aún más por estar con alguien que sepa de esto.




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