─Es una broma, ¿verdad?
─No ─la oí susurrar.
Aquí estaba yo. Con el corazón latiendo en los oídos, sin tener una respuesta a su problema.
─No sé cómo voy a contárselo a mi familia y a Félix ─un sollozo se escapa de sus labios
─Tienes que decirle a tus padres. Y tienes que decirle a…. él.
Durante estos días nos hemos visto en su casa ya que es el único lugar en donde ella parece sentirse segura, y también durante estos días le he pedido que hable con su familia sobre la relación no sana con Félix. Pero está tan ciega que cada vez que sacó el tema es como si le estuviera pidiendo lo peor de las cosas y se niega completamente. Podría decirle a su familia, pero es algo que a mí no me pertenece decirlo.
─No, no puedo. Sólo tengo veintitrés. ¿Qué se supone que haga? No, no, no ―toma su cabeza entre sus manos.
No sabía que decir o que hacer. No hay palabras alentadoras para una persona como Iridna. Simplemente no hay palabras, al menos todas las que tenía que decir ya fueron expulsadas. Dependía de ella.
Ahora. Sólo me arrepentía de algo y era haberme pasado esa barrera de “no era de mí que tienen que escucharlo”. Ya que pensar que haber hablado las cosas, todo hubiera sido diferente.
Ella estuviera a salvo.
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Hola, ultimamente estaba actualizando a diario. Pero me tomaré unos días, mientras más lectores conozcan la historia. De mi parte me gustaria que la compartieran.
Bueno, más que darle las gracias por leera y espero que sea de su agarado.
Nos estamos leyendo.