Ella ya había dado un gran paso.
—Gracias, Deneb.
Estábamos ella y yo sentados en la sala de su casa, mientras veíamos una película que no estaba poniendo atención, ya que mi mente estaba en otra cosa.
—¿Por qué?
Nos manteníamos alejados, ella sabe que yo jamás le haría daño, pero vi la incomodidad y el miedo al verme muy cerca, así que decidí darle su espacio, acompañándola. Su mamá y papá estaban en la cocina, su hermano se encontraba con nosotros en el otro sofá, pero por los sonidos de los labios me he de imaginar que se ha quedado dormido.
—Por estar aquí.
—No es nada.
—¿Por qué?
Ahora su pregunta me había tomado desprevenido.
—¿Por qué, qué?
—¿Por qué estás aquí? Llevamos tan poco de conocernos, pero tú insistencia y presencia me hace sentir bien. Me has ayudado, te preocupaste, me defendiste y no me dejaste.
«Esa chica te gusta» La voz de mi hermano retumba en mi cabeza.
—Eres mi amiga.