“—¡Deja de meterte en mis asuntos!
—Quiero que te alejes de esa chica.
—¡No lo voy a hacer!
—Soy tu hermano mayor, y debes hacerme caso.
—¡¿Con que derecho?! Tú andas con una araña ponzoñosa.
—¡Deja de llamar a mi novia así!
—¡Entonces deja de molestar!”
Esa fue la última conversación que tuve con mi hermano, pero en ese momento creí que era un maldito en no ponerse en el lugar de ella. Pero ahora tratando de gritar por ayuda, entendí que el quien hablaba era la preocupación.