En el nombre de ella

52.- DENEB

Me sentía correr, pero mis pies no me daban para ello.

Llegué junto a su madre a la biblioteca y por un momento pensé que ella se encontraba ahí, herida, pero ahí. Pero no, ella no estaba.

―¡¿Cómo es que se fue?! ―su madre grita al llegar al lado de su hijo, Saúl.

Hay un policía con él, y puedo ver que hay otros más, pero no les pongo atención porque necesito saber que pasó.

―No lo sé, mamá. Entré a buscarla porque ya había tardado horas, y no la encontré. Ella no mencionó que iría a otro lado. ¡No la vi salir!

―¡¿Cómo es que se va?! ―vuelve a manifestar. La impotencia está en cada hebra de su cuerpo.

―¿Qué es lo que están haciendo para encontrarla? ―le inquiero al oficial.

―Mi compañero pidió las cámaras de la biblioteca para saber qué fue lo que sucedió.

Un policía sale de la biblioteca gritándole al otro que está a nuestro lado. Sabemos que esa es la señal para ver las cámaras, ya que nos pide que los acompañemos.

Saúl abraza a su madre, indicándole que ya informó a su padre y a los abogados.

Llegamos a un cuarto pequeño, donde están los monitores.

Él que había ido por nosotros toma asiento y mueve algo, donde de un momento a otro nos señala la cámara y la sangre baja gasta mis pies.

―No… ―lamenta la mujer en el pequeño cuarto en un susurro.

El llanto de su madre es el detonar a un miedo que sólo sentí una vez, y fue cuando supe que mi padre había muerto.




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