En el nombre del amor; cicatrices

Capítulo 4

Estela

—¿No te cansas del Tiramisú? —preguntó al sentarse a mi lado.

—Tú, ¿no te cansas de seguirme? —contraataque.

Ha pasado un poco más de una semana, en la cual no me deja ni respirar sola desde ese día en el jardín, es parecido a un guardaespaldas gratuito que se encarga de vigilarme las siete horas que estoy en la escuela, apuesto a que, si fueran más, lo haría. Debo admitir que no me molesta, es muy risueño, sacándome varias risitas durante la mañana. No me equivoque al pensar en él como un rayito de sol.

Él rio—. De seguirte sí, de mirar tu bello rostro no.

Rodé los ojos ante su broma.

—Has escuchado hablar de la nueva chica—platica un grupo de amigos al otro lado del jardín—. Dicen que por fin regresara después de la inauguración de su tienda de ropa en Alemania.

Me pase el bocado a la fuerza—. Cof, cof, cof—ahogándome.

—¿Preciosa? —inquirió, Park.

Me aclare la garganta. Si estoy en lo correcto, la persona que vuelve es…

—¡Roshe! ¡Ha regresado! —gritaron.

—Esto es malo—murmure para mí misma, olvidando que tenía a Park cerca.

—¿Ah? —Y dejándolo más confundido.

Agite la mano—. Ignórame—pedí.

—¡Roshe, bienvenida! —Me mantengo quieta, escuchando el bullicio e intentando hacer el menor ruido para no perderme ninguna palabra de lo que dicen al otro lado. Park pareció percatarse, así que igual se resistió a moverse para evitar crujir las hojas secas de nuestro alrededor—. Haz cambiado bastante.

Claro, han pasado siete años desde que partió. Si antes siendo niña causaba asombro por su belleza, ahora será el doble de tormentoso. Debo mantener la distancia.

—¡Eres tan hermosa! —continuaban alabándola los chicos.

—Pero—esta vez habló una chica—, ¿qué le paso a su rostro? Parece demacrada

Negué ante el impulso de salir a verla. Resiste, Estela. Hazlo. Ella ni merece tu preocupación.

—Se ve bastante mal, ¿no?

Me mordí el labio—. ¡Cielos! —gruñí al no lograr soportarlo y asomé un poco la cabeza para poder ver—. ¿Dónde está? —Investigaba con la mirada entre la multitud.

—¿Buscas a Roshe? —mencionó a centímetros de mi oreja, paralizándome el aire caliente de su aliento mentolado antes de generarme un cosquilleo que me recorre hasta el abdomen—. ¿Por qué no mejor te acercas?

—Eso no te incumbe—le respondí en un intento para que se alejara, lo cual funciono.

—Solo preguntaba—refunfuño como un niño enojado.

Lo ignore y continue con la búsqueda.

—¡Muchas gracias a todos! Es un placer volver. —su voz fue el detonante que me hizo ubicarla. La cabellera ondulada y oscura la mantiene como siempre a la altura de la cintura, su piel blanca parecía porcelana, sus ojos azul eléctrico hacen fuego con su increíble delineado y la sonrisa tan brillante que deslumbra deja a todos encantados. De malo no tiene nada. Par de envidiosas—. ¿Les gusta lo que llevo puesto? —presumió un poco dando vueltas entre sus espectadores con su vestido verde de malla en la parte superior, dejando los hombros descubiertos, mientras que se ajusta en la cintura para dejar holgada la falda que le llega hasta los tobillos por una tela lisa, fina y por supuesto, cara. Lo luce junto a unos tacones altos color blanco, los cuales para ser franca yo los cambiaria por unos negros. Además, extendería la malla por todo el vestido y agregaría un collar color jade para hacerle buen uso a ese cuello en uve, pero claro, la que sabe soy yo, la famosa es otra—. Es mi nuevo diseño. —Más bien el diseño que le inventaron. La gente se volvió loca entre gritos y planes de compra. Entre ellas algunas profesoras. Ser reconocida tiene sus ventajas en la escuela, ella puede lucir lo que quiera, promocionándose a su vez, nada tonta. Creo que ahora la envidiosa soy yo—, disponible a partir de este sábado. —Es que, sin duda, ella sería yo. Lanzo un beso al aire y de inmediato se desataron los aplausos.

—¿La conoces?

Cierto, tengo un metiche atrás.

—Algo así—respondí.

—¿Es una conocida tuya?

Rodé los ojos—. Quieres dejar de inda…gar…—Me voltee, quedando a milímetros de su rostro. Él sonrió ampliamente, desatando de nuevo los síntomas extraños en mi interior. Apartando la envidia y enojo que hace un momento me dominaban. Sus pupilas dilatadas se centraron en las mías de manera simultánea y llena de química, ocasionando que mi estomago se sintiera raro, como si algo volara dentro de este. De pronto su mirada se desvió un momento a mi cuello o boca, no estoy segura, pero—. Mmm—por impulso giré el rostro porque percibí un aumento de temperatura enorme, como si el sol de pronto me quemara las mejillas.

—¡¡Lo compraremos Roshe!!

Por un instante olvide el asuntito molesto que tengo al otro lado.

Roshe, ¿te gustaría ir a la cafetería con nosotras?

Perfecto. Es nuestra oportunidad—. Tenemos que irnos—mencioné aún apenada.

—Preciosa—llamó, erizándome los vellos.

Por más que lo intente, no logre formular palabra—. ¿Mm?




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