En el nombre del amor; cicatrices

Capítulo 6

Estela

Las calles desoladas que estoy utilizando para caminar junto a Cristian hacia mi trabajo me llenan de alivio. Debo mantenerlo lejos de los ojos malvados e indiscretos de los aliados de ella. Además, más adelante se encuentran restaurantes de todo tipo, un lugar lujoso, con personas de relucientes joyas y vestuarios; sobre todo en la noche, por lo que a Park le llevara un tiempo averiguar dónde exactamente trabajo (porque planea investigar), no tengo duda. Así que, tengo que ser más astuta y distraerlo—. Diana ya se encuentra mucho mejor—le dije en un intento de sacar conversación y que dejara de observar a su alrededor.

Logre el objetivo en cuanto me miró—. Tanto que ya te sigue a todas partes—respondió e hizo una mueca—. Por suerte Sebastián regresa en cinco días.

Es mi oportunidad—. Aquel día que nos reencontramos en la escuela te vi platicando con ese chico. —Frunció sus labios, ya sabía lo que se aproximaba—. Y luego hablabas con él al salir de la escuela, parecían cercanos—complemente.

Guardo silencio un rato. Oh, vamos. Saca información.

Al reconocer mi intriga, gruño y respondió—: Supuestamente es mi mejor amigo.

En realidad, es su mejor amigo, si no fuera…, por los conflictos que ha tenido con respecto a mi presencia—. Deberías hablar con él—anime, aunque no recibí respuesta por parte de Park. Es un necio. Continue—: Sus enojos no han sido sin algún motivo…—Puede que yo también me haya pasado aquella vez que lo llamé idiota. En realidad, no. Se lo tenía bien merecido. Aunque me ahorre el comentario—. Debes comprenderlo…—Al final intenta alejarlo de un desastre andante llamado Estela—. Quizás, solo…

Suspiró—. Estela.

Lo mire.

—No es necesaria esta conversación.

Desvié la mirada y aprete la mandíbula—. Si así lo piensas. —Solo quería arreglar un poco su situación con Sebastián. Me siento fatal ante la distancia de estos dos. Sé que ese chico no ha sido la mejor persona conmigo; sin embargo, no es motivo suficiente para que yo arruine una amistad, de tal vez, muchos años.

—¿Te enojaste? —inquirió.

¿Leyó mi expresión? Alivie el gesto—. Para nada—fingí una media sonrisa.

—Mientes. —Me sobresalte ante su palabra—. Esa sonrisa no es de verdad.

—¡Claro que sí! —expuse, intentando convencerlo.

—Men-ti-ro-sa—se burló, entonando cada sílaba.

Me queje por lo bajo. Parece que me va conociendo demasiado bien.

—Te propongo algo. —Me sujeto la mano—. Te responderé a tus preguntas a cambio de que me dejes acompañarte todos los días a tu trabajo de esta manera.

Visualice nuestras manos entrelazadas y un calor me invadió las mejillas. Me gustaba esto, pero—: Podría malinterpretarse.

—No tengo problemas con eso—sonrió como un angelito—. Sería muy afortunado de que piensen que tengo novia.

Alce una ceja—. ¿Novia? —amplio más su sonrisa. ¿Se…refiere a mí? Sentí unas llamas más fuertes en la cara. Negué. Estaba sobrepensando. Obviamente no habla de mí, tal vez…—. Ah, ya entiendo. Tienes el deseo de caminar así con tu futura pareja—se le borro la sonrisa. ¿No era eso?

Nos detuvimos. Sin darme cuenta ya estábamos en la calle de la Regina Santa Croce, el lugar perfecto para que no descubra la ubicación exacta de mi trabajo, pues, al estar rodeado de restaurantes y un tanto lejos de donde laboro; lo convierte en la distracción perfecta.

—En serio. —Acercó mi mano a su boca—. Sigo teniendo conflicto con lo distraída que eres. —La beso y un rojo vivo me recorrió hasta los nudillos mientras sus ojos mieles ejercían una química electrizante con los míos.

Respire con más fuerza de la debida. <<Ella podría estar viendo.>> —. Se me hace tarde. —Le arrebate la mano—. Nos vemos maña…

—Al rato—me interrumpió. —Lo mire confundida, así que aclaró—: Sales a las diez. Me preocupa que una chica tan hermosa se encuentre afuera en la oscuridad de la noche.

—Ah, ah, ah. —No supe que excusa poner ante la única palabra que a mi cerebro pareció prestarle atención. <<Hermosa.>>Debe ser solo parte de sus comentarios para molestarme. Al igual que el <<Preciosa.>>

—Te veo aquí a las diez—su voz sonó como un mandato del cual simplemente decidió darme la espalda para evitar mi objeción.

Tendré que tomar mis precauciones al rato. Es necesario que nadie nos vea.

<<Me preocupas.>> Es la primera vez que a alguien le importa mi bienestar… Mi estomago comenzó a sentirse extraño. No duele, pero da un poco de retortijón muy leve que estuviera siendo ocasionado por un aleteo, ¿cáncer? Nah, ya parezco Google, pensando lo peor.

Sea lo que sea, me duró todo el turno.

A la hora de la salida trate de escabullirme de todos los demás empleados, saliendo por la puerta trasera, esperando a que no quedara nadie en el lugar para regresar a la calle principal y tomar la dirección más corta hasta Cristian. Cuando finalmente creí haberme quedado sola, salí del escondite. A un metro de distancia pude observar un hilo de humo proveniente de una de las paredes laterales del restaurante. Un fumador. Pasaré rápido. Di las zancadas más largas de mi vida, con la finalidad de huir de aquel o aquella…




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