Estela
A la mañana siguiente...
—¡Otra vez! —rebuzne desenredándome de las cobijas—. ¡Me lleva! —Me puse el uniforme, soltando un montón de maldiciones por haberme quedado dormida—. A este paso—agarré la mochila y metí todo lo que se encontraba en el escritorio—, recibiré un reporte. —Cerré el cierre, baje las escaleras a toda prisa y tome un taxi en la avenida hasta la escuela.
Deje un eco de pisadas al pasar por los pasillos vacíos, escuchando el pase de lista en todos los salones. Por suerte soy “R”. Agitada acelere el paso, sorprendiéndome de la capacidad de mi cuerpo al aguantar este maratón. Supongo que he recuperado fuerzas desde que ella no me ha prestado atención. Tampoco es que este mucho tiempo en casa… No últimamente.
—Pons
—Presente.
Voy después de ella.
—Rais
Entre de una zancada—. ¡Presente!
Todas las miradas se posaron sobre mí, como si vieran a una extraña. ¿Tengo algo en la cara? Por instinto me la toque.
—Adelante, señorita—dijo el profesor y continuo con las asistencias.
Los demás por fin dejaron de darme importancia, volviendo a sus actividades; dormir, bostezar, comer, platicar, etc. De todo menos escuchar la clase. Cristian por su parte se levantó conteniendo una risa y dejo pasar a mi asiento en la esquina.
—¿De qué te ríes? —susurre, aunque algo me decía que se trataba de mí.
Mas expandió su sonrisa—. Que linda te vez con esa pinza en la cabeza.
¿Pinza? Me toque la cabeza hasta llegar a la parte superior de esta, sintiendo algo extraño. Luego gire hacia el reflejo de la ventana. ¡Mi cabello parecía la corona de una piña! Rápidamente me la quite mientras Cris aun reía. Trate de acomodarme el cabello—. ¿Ya quedo? —le pregunte.
Se quedo pensativo, sin descaro al observarme los labios—. Me gustaba más tu cabello de piña. —Mostro su sonrisa angelical.
Un calor me recorrió la cara—. ¡No te burles! —intente no levantar la voz. Él inspecciono a los demás, quienes la mayoría dormían mientras el profesor escribía en el pizarrón—. ¿Qué sucede? —quise saber que lo tenía tan entretenido. Me acerque—. ¿Cris? —Volteo de repente, quedando a centímetros y me jalo con suavidad del cuello para finalmente besarme. Nerviosa volví a mirar a lo alrededores. Por suerte nadie nos había visto, o eso espero.
Me agarro la mano para volver a llamar mi atención—. Te amo en todas tus versiones posibles.
El corazón se me desboco antes de alertarse por la voz del profesor—. ¿Han entendido?
Solté a Cristian y no pude evitar regañarlo—. Ya te había dicho que no me toques en clase—lo dije de una forma más grosera de lo que debería haber sonado.
Él solo alejo su mano, volvió su vista al frente y jalo aire. Dolor, así lo expresa.
Suspiré. ¿Por qué no puedo expresarme bien? El pecho me ardió.
Saque la libreta para comenzar a tomar apuntes, pero al abrirlo algo resbaló de este. Un sobre blanco todo arrugado y manchado… ¿De dónde? ¡Ah! ¡Ese sobre! Me agache para agarrarlo, pero al ver otra mano levante la vista al igual que él. Dejando unos centímetros faltantes entre nuestros rostros, provocándome un cosquilleo de pies a cabeza. En serio, no tenemos control ni de nuestros cuerpos.
—Park y Rais, ¿lo comprenden? —llamó el profesor, alertándonos.
Alce la cabeza—¡Auch! —Golpeándome en la mesa.
—¿Se encuentra bien? —interrogó el profesor.
Sobe un poco—. Si, si. —Intente sonar tranquila—. Continúe, por favor.
—Bien. —Todos voltearon a ver el pizarrón
Me queje en silencio.
—¿Tan importante es...? —murmuró
—¿Ah? —Lo miré, percatándome de que estaba leyendo la carta del sobre—. ¡Oye! —exclame sin fuerza para no llamar la atención—, no seas metiche—intente quitárselo, pero lo apartó.
—¿Qué es? —preguntó
—No lo sé.
—¿Cómo no?
—Pues no y ya.
—¿Es de tu novio?
—¿De qué hablas? Eres tú.
Sonrió—. ¿Un pretendiente?
—Menos. —Estiré toda la mano y aun así no alcancé la suya.
—Entonces, ¿por qué es tan importante?
—Eso—acerqué—, no te... —rocé el sobre con los dedos—, incumbe. —Lo sujeté.
¡Lo tengo! O, ¿no?
—¡AH! —Perdimos el balance, cayendo.
—¿Estás bien? —preguntó.
Abrí los ojos de golpe al sentir que me se aferraba a algo, la cual era su camisa—. No fue mi intensión—mencioné al notar que había caído encima de él y separé un poco con ayuda de las manos.
—¿Te lastimaste? —Estando acostado en el suelo llevo su mano hasta mi cabello y me lo apartó del rostro.
—Parece que ambos están muy románticos—bufó el profesor no con mucha gracia—, les daré permiso de ir a afuera a terminar sus cosas.
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Editado: 10.11.2024