En el rostro del heredero

CAPÍTULO 20

Obsidian

Algo en mí seguía taladrando mi cabeza, era todo y nada a la vez.

Volteo, encontrándome pares de ojos, observando todo desde las sombras, estando en expectación ante el suceso y lo que pasará después.

―¿Qué procede ahora?

Al notar el peligro alejado, los hombres que cubrían la espalda de Anura como sanguijuelas, se acercan, haciendo un medio círculo, dejando pasar al frente a Fermín.

―Debemos ir al Castillo y matar a Boris. Antes de que ellos lo hagan.

―Necesito respuestas ―exijo―. Esto en un mundo que es desconocido para mí, actúan como si llevara años aquí. Crecí en el otro lado, no conozco nada. Soy su heredero, así que me corresponde saber todo. Todo.

El silencio es largo y lacerante. Un período que está poniéndome nerviosa, logrando que mi mente comience a trabajar a una velocidad que me asusta y logrado ponerme ansiosa.

―Debemos ir al pueblo ―habla uno de ellos, un seguidor de los hombres de Fermín―. El poblado ya se habrá movido, y nosotros debemos encontrarlos.

Eso capta mi atención, incluso los hermanos Calzana lucen perdidos teniendo en cuenta que ellos crecieron aquí, están tan desorientados como yo.

―¿Cómo qué el pueblo se movió? ―el entendimiento cae en mi cerebro como un golpe que me hace trastabillar―. Tú sabías que iba a pasar esto ―la falta de emoción en su rostro, me lo confirma.

Camino en su dirección, irguiendo mi espalda y enfrentándolo. Los años son notorios en los lados de sus ojos, mostrando el pesar de ellos.

―Habla ―suelto con acritud.

―¿Vas a matarme si no lo hago? ―se burla.

Aquello cala en mí, logrando que el enojo comience a escalar como pequeñas hormigas.

―Sabes que lo haré.

―Lo sé ―manifiesta airado―. Pero tu pueblo necesita que mates a los enemigos no a los aliados.

―¿Y tú en cuál entras?

Sonríe ladino.

―Lo sabrás cuando desarrolles tus habilidades.

―¿Habilidades?

―Eres una Líder, Obsidian ―toma un paso hacia al frente, dejando a la pequeña multitud atrás, observándonos curiosos―. Lo que hizo Anura puedes realizarlo tú, incluso puedes llegar a ser más poderosa.

―Porque no vamos inmediatamente al Castillo y terminamos con esto. Es claro que Anura querrá eso, sin contar que el Rizel actual, es un demente.

―¿Qué sucede con nuestro amigo? ―se aventura a preguntar Elena.

―Ese ya no es su amigo.

―Nosotros también necesitamos explicaciones ―apoya a su hermana, David.

Ver a los hermanos, me hace fruncir el entrecejo y mirara entre todas las caras el rostro del sujeto.

―¿Y Sayil?

Eso atrae la atención de al menos los tres involucrados en la conversación, mirando a los lados.

―Parece que su amigo, huyó ―Fermín hace la acotación en voz alta a lo que nuestras mentes dedujeron.

―¿A dónde iremos? ―David, pasa al frente, mirando a nuestro alrededor, buscando respuesta a su pregunta―. Nosotros no tenemos ni una habilidad como lo de la abuela de Obsidian ―esa mención produce escozor en mi estómago y ganas de golpear al joven, sin embargo me las guardo, no es el momento―, y parece que ella tampoco. ¿Cómo vamos a sobrevivir a los Líderes cuando somos simples humanos?

―Por qué no usaremos fuerza bruta ―el hombre que de alguna manera me da un atisbo de memoria a Colín, me mira―, la maña y la inteligencia es la mejor arma.

―El qué me mires así, es que yo soy contemplada cómo el arma, ¿no?

―Obsidian ―me observa, logrando que haya una tensión―. Eres la llave, la salvación y la destrucción para tu pueblo, tu reino, los dos mundos y posiblemente para ti.

 

Rizel

Las puertas del Castillo se abren sin problema alguno, retumbando en un golpe sórdido. La mujer a mi lado ingresa con su insignificante poder.

―¡Boris! ―canturrea.

Los pasos apresurados de un conjunto de personas se vuelven más nítidos.

―¿Qué hacemos aquí? ―cuestiono, yendo a una mesada y pasando mis dedos en la superficie y encontrando polvo.

―Retomando lo nuestro.

Me detengo y la observo.

―¿Nuestro? ―cruzo mis brazos.

―Yo fui quien planeó todo y te liberé. Da las gracias de que estés aquí.

Ladeo el rostro observando aquella mujer. Sigue siendo la misma que hace unos miles de años atrás. Tal vez la vejez está siendo merma en su cabello rizado entintándolo en líneas blancas tan final como el hilo. Aun así, ese toque autoritario sigue siendo igual a cuando era una joven.

―Te recuerdo que fue tu hija quién te encerró a ti ―manifiesto en su dirección, obligándola a retroceder―. Y eso conllevó a toda tu especie, incluyéndome.



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En el texto hay: venganza, reino y poder, herederos

Editado: 20.02.2023

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