En el rostro del heredero

CAPÍTULO 24

Rizel

Es exquisita. La simple acción de observarla es deliciosa.

—¿Qué es lo que buscas de mí?

Inclino mi barbilla a un lado, entornando mi mirar en aquella cabellera espumosa.

—Ya te lo dije —menciono sin más.

Resopla mientras gira los ojos con hastío. Sigue sacando filo a su navaja que oculta en su pantorrilla.

Nos encontramos en el bosque desértico aquel qué tuvo vida alguna vez, ahora son simples ramas secas.

—Das demasiadas vueltas y aquello me pone nerviosa —manifiesta.

Tener a Obsidian Vaziri en la mira, aunque con la guardia en alto por si se le ocurre enterrarme aquel artefacto filoso en la garganta; es majestuoso. Hay demasiadas cosas que no he dicho y posiblemente no lo haga si deseo tener lo que quiero. Nunca sería totalmente sincero, sólo dejaría que viera una grieta de toda la verdad, le daría un poco de fe en mí. Así que ahora me encontraba con su… ¿gente? A punto de atacar el castillo.

Es posible que Aruna se haya largado de ahí y Boris se encuentre, o tal vez sólo su cuerpo si aquella mujer ya lo encontró.

—¿Porque no lo haces estallar?

Aquel hombre que fue parte de Arnura, me acribilla con su semblante.

—Eres el menos indicado para decir aquello.

—¿Así? —reta.

Giro el rostro extasiado por el encuentro.

—¿Quién fue el que se comunicó con ella desde un principio? —ataco.

Obsidian como los otros dos que llegue a saber son hermanos, nos miran curiosos, aunque la heredera es más suspicaz. Tiene esa mirada cautivadora, de una guerrera.

—¿Y quién fue el qué se fue con ella?

Me acerco a él, ya que estamos caminando para el encuentro final.

Mis ojos se abren con cierta satisfacción al encontrar a alguien más que no retrocede ante el enfrentamiento. Sólo estoy esperando una mínima cosa para romper su cuello.

—Detengan esta guerra de egos —Obsidian nos mira fastidiada con los brazos cruzados.

Echo un vistazo rápido a mí alrededor y la mayoría se ha detenido para observar la discusión.

—Fermín tiene razón, Obsidian. ¿Por qué estamos confiando en él?

Cansado observo a la mujer pequeña.

—Ustedes dos van a portarse bien —menciona Obsidian, empujándonos a cada uno en diferente dirección de forma precisa y lenta—. No me sirven vivos, ni muertos. Así qué me da igual que suceda con ustedes. Pero si quieren conservar sus cabezas caminen y no se detengan o voy a ponerme demasiado difícil.

Giro el rostro hacía ella, atrapado en su ahínco.

—Lo siento, mi Obsidian.

Resopla y rueda los ojos.

—Vas de mal a peor con los motes.

Reanudamos con nuestro caminar.

El asentamiento de descanso que teníamos a medio día por el sol puesto en su mayor esplendor, y ahora que está comenzando a ocultarse, me indica que no tardaremos en llegar al castillo del Reino.

La niebla mortecina comienza a rodearnos en el momento que arribamos a las entradas del castillo. Obsidian nos solicita que todos nos aglomeremos a su alrededor para su llamado.

Mira a todos, buscando que la mayoría tenga la atención en ella. Solo ver el cómo se desenvuelve me hace ladear una comisura.

—Están aquí porque así lo han querido —la veracidad y tenacidad de su voz desarrolla una niebla aún más asfixiante que la del alrededor—. No mentiré al decir que muchos de ustedes morirán.

Me recuesto con los brazos cruzados en un árbol o lo poco que queda de él.

—Nuestra lucha es hasta la muerta. Soy el heredero que deseaban tener de regreso. Y esto —mueve su dedo índice alrededor—, sólo se logra si tengo a mi pueblo conmigo. Es ahora o nunca.

Continuará...

¿Estará cerca el final?

 

 



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En el texto hay: venganza, reino y poder, herederos

Editado: 20.02.2023

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