En ésta no

La propuesta

Nada más levantarme había tomado un baño, desayunado e ido al doctor, había conseguido cita a medio día, así que estaba agradecida.

Durante el chequeo me había dicho que todo estaba bien, peso, edad gestacional y medidas, me había preocupado porque no solía comer bien, mucho menos ahora que se acercaba la época de exámenes, así que me había sentido aliviada, me había dado suplementos y recomendaciones, ahora sí que lo sentía real.

Camino por la ciudad de Ragusa, era muy bella y me encantaba la paz y la calma que emanaba, además, aquí nadie me conocía y eso estaba bien, no deseaba que hablar a mis espaldas, estaba harta y no me merecía nada de eso.

Me siento en una pequeña cafetería, moría de hambre, le pido a la mesera y la veo alejarse mientras pienso en todo lo que he pasado, este tiempo me ha servido para reflexionar y darme cuenta lo idiota que fui, lo mucho que permití que me pisotearan, porque ambos lo hicieron y ni se diga a mis padres que jamás les importé, pero en fin, ahora estaba bien. Toco suave mi vientre y por primera vez en mucho tiempo, sonrío, de verdad, podía ver a mi pequeño al cerrar los ojos, sosteniéndolo en mis brazos, era mío y lo amaría como no fui amada, y él me amaría, haría que nuestro vínculo fuera perpetuo.

- Ecco a voi, signorina (Aquí tiene, señorita) ‒dice la mesera dejando las cosas frente a mí, le sonrío y le doy las gracias, comienzo a comer y siento que se me hace agua la boca al ver el queso, le doy una mordida y casi podía gemir de lo delicioso que era, supongo que mi primer antojo sería queso.

Tras terminar y pagar, vuelvo al departamento para bañarme y prepararme para el trabajo, estudiaría un poco antes de irme, estaba a la mitad así que era importante, esperaba que no me diera sueño o vomito, no me imagino saliendo a mitad de clases para devolver mi desayuno. También debía arreglar las últimas horas con mis profesores, seguro cuando les explicara la situación, me permitirían irme antes.

Amaba los fines de semana, solía haber más gente y eso significaba más propinas, tenía bastante ahorrado, al inicio era para poder comprar un pequeño departamento, no podía estar viviendo con Mel toda la vida, menos ahora que tendría un bebé, pero al paso que iba esto, tendría que usarlo para cuando naciera, no podría volver al trabajo en un tiempo, eso me preocupaba un poco porque quizás tendría que contratar a una niñera, pero no me estresaría con eso ahora, pensaría en eso llegado el momento, también estaba segura que no me dejarían seguir sirviendo mesas en cuanto mi vientre comenzara a crecer, quizás me dieran la caja, lo que estaría bien pero no tanto por las propinas, quizás podría mostrar mi pancita para que me dieran propina, río ante eso, seguro causaría más lástima que ternura.

Salgo con el uniforme recién lavado, me cambiaría allá, era más cómodo ir con ropa normal.

- Hola chicas ‒alzo la mano saludándolas nada más entrar, ellas me devuelven el saludo, voy a la parte de atrás y dejo mi mochila, me pongo el uniforme y me detengo frente al espejo para mirar mi vientre plano, sonrío, me pongo de lado y saco mi estómago imaginando cuando creciera, río bajito y termino de cambiarme, salgo y comienzo a limpiar las mesas así como bajar las sillas, sonaba zero assoluto de fondo. Pronto todo quedo listo, iba y venía, cada que iba a la barra Juliet me daba algún bocadillo, todos con queso, les había dicho lo mucho que había disfrutado una pizza con mucho queso, así que me consentían.

Iba a una mesa a recoger unos vasos cuando me sentí mareada, di un paso y sentí como casi caigo de bruces, lo único que pude hacer fue soltar un pequeño gritito e intentar sostenerme de algo. Siento unas manos sostenerme de la cintura y ponerme sobre mis pies, suspiro de puro alivio.

- Signorina, sta bene? (Señorita, ¿está bien?) ‒dice una masculina voz, me giro a verlo.

- Sì, grazie (Sí, gracias) ‒le sonrío apenada, me sostengo de la mesa al sentir otro mareo, ahora no precioso, ahora no.

- Sicuro? siediti, vieni (¿Segura?, siéntate, ven) ‒hago como pide, me siento y lo veo hacer una seña, una de las chicas se acerca asustada.

- ¿Enith?, ¿estás bien? ‒asiento suave, la veo irse, el tipo de antes le había pedido algo.

- ¿Te sientes mejor? ‒me sorprende su perfecto inglés, asiento.

- Le agradezco, a ti también ‒le sonrío a Lou cuando me deja el vaso con agua, se va en cuanto la llaman a una mesa.

- Háblame de tú, que no soy tan viejo ‒me mira serio, asiento para después de terminar mi agua‒, ¿no has comido?, ¿estás enferma? ‒niego.

- Me la he pasado comiendo desde que inicio el turno, cada vuelta me dan algo que tenga queso ‒sonrío de lado mientras niego.

- ¿Entonces?, ¿pocas horas de sueño? ‒vuelvo a negar, me sentía mejor.

- Estoy embarazada, me enteré ayer ‒me encojo de hombros‒, y este pequeño ha decidido que era un buen momento para marearme ‒toco mi vientre‒. Tengo que irme, gracias por todo ‒intento ponerme de pie pero no me deja.

- Puedes quedarte aquí, Leo es amigo mío y no le molestará mientras consuma ‒le hace una seña a Corinna se acerca‒. Dì a Leo che sta qui con me (Di a Leo que ella se queda aquí conmigo) ‒ella alza una ceja en mi dirección pero asiente, la veo irse, seguro habría rumores.




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