En ésta no

Conociendo a la familia

Amirov:

Viendo la cara que había puesto, me reprendía de manera mental por haber hecho eso sin consultarlo, pero había estado tan insistente que había cedido, y ahora no podría escapar de eso.

- No estoy presentable ‒señala su ropa, mi madre no se fijaría en eso, a ella sólo le importaba que tuviera una argolla en mi dedo y el pequeño que crecía en su vientre.

- No te preocupes, eso es lo que menos verá, todo lo que desea ya lo tiene ‒sonrío de lado, ella no parece muy convencida pero tras unos minutos, acepta ir a comer, por lo pronto desayunaríamos aquí.

Siendo sincero, ese había sido el mejor desayuno que había tenido en mucho tiempo, era refrescante lo que hablaba, tan lejos de la superficialidad con la que vivía, ella le contaba sobre su vida en Sacramento, debía decir que le sorprendía que no se hubiese ido de ahí antes, sus padres eran una basura, igual que su media hermana y que decir de ese maldito tipo, personas como esas lo asqueaban.

- Ahí termina mi conocimiento en moda ‒se encoge de hombros restándole importancia, estaba seguro que mi madre cambiaría eso en cuanto nos casáramos, la haría toda una conocedora, pero la dejaría descubrirlo.

- Aquí será importante porque suelo ir a muchos eventos, pero siempre tendrás ayuda, y claro, puedes negarte, si yo pudiera también lo haría ‒ella ríe, seguro por mi cara de desagrado.

- Verte bien, sonreír y evitar matar a alguien, reglas básicas ‒me guiña un ojo, rio, era de verdad ocurrente. Miro como su cara se ilumina cuando le traen su helado bañado en crema batida y mucho chocolate, había oído decir que las embarazadas podían tener gustos extraños, pero los suyos parecían bastante normales, lo que me recordaba que debía irme preparando para cuando viviera conmigo y se le antojara algo a las tres de la mañana, no sabía si a ella le pasaría pero era mejor prevenir que lamentar.

- Pues sí, en eso se resume todo ‒ella ríe y puedo ver lo bonita que se ve haciéndolo, de por sí ya me parecía hermosa, sonriendo lo era aun más, creo que no estaría tan mal este matrimonio, era inteligente, ingeniosa y bastante sincera con lo que pensaba, me alegraba saber que no era como el resto.

 

Enith:

Tras terminar de desayunar, y por sugerencia de Amirov, habíamos ido a una tienda y por supuesto que me había comprado ropa nueva, quería negarme pero la realidad era que me sentía algo aliviada, ya no me sentiría tan fuera de lugar o que desentonaba a su lado.

- Bueno, ahora o nunca, quisiera que fuera nunca pero ya sé que no se puede, o sea, ya firme ese contrato y ‒siento la mano de Amirov apretar la mía para calmarme, tomo unas cuantas respiraciones y asiento antes de comenzar a caminar hacia la entrada, alguien abre la puerta y lo primero que veo es a una mujer cerca de los cincuenta bien vestida y bastante guapa, y por lógica sé que es la madre de Amirov, Giulietta Bianchi.

- Figlio mio, è un bene che siano arrivati (Hijo mío, que bueno que llegaron) ‒se acerca para abrazarlo, él besa su mejilla, se acerca a mí con una gran sonrisa, me abraza y besa mi mejilla.

- Grazie per avermi ospitato (Gracias por recibirme) ‒digo en un pobre italiano, ella parece entender que no se me da bien porque comienza a hablar en mi idioma.

- De nada querida, eres muy bonita, ya veo porque mi hijo cayó bajo tus encantos, además, pareces ser muy inteligente, lo que es bueno para mi hijo ‒me sonrojo, suponía que las mujeres con las que solía relacionarse su hijo no eran de su agrado.

- Gracias, es un gusto conocerla señora Bianchi ‒le sonrío, me sentía rara por la diferencia de edad con Amirov, no lo había pensado hasta ahora, seguro me veía muy infantil a su lado, ella se haría muchas preguntas, estaba segura.

- Solo mamma ‒me sonríe‒, me alegra tanto que mi hijo vaya a sentar cabeza, me muero por ser abuela ‒toca mi vientre plano con emoción.

- Es muy responsable, la verdad no espere volver a verlo, no sabía ni su nombre ‒sonrío apenada.

- No importa cómo fue, bienvenida a la familia ‒dice suave, ¿de verdad sólo me diría eso?, ¿no iba a preguntar y sólo aceptarlo sin más? No sabía si sentirme feliz o asustada.




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