En ésta no

El accidente

Jamás nos detenemos a pensar en cuándo, cómo y dónde moriremos, ¿será lento y doloroso?, ¿rápido y sin dolor? Dormido, despierto, nunca nos preparamos para un evento como ese, y siempre que llega estas teniendo un día normal.

- Vamos a divertirnos mucho, ¿verdad principessa? ‒miro a mi preciosa Rachele, no podía poner en palabras lo mucho que la amaba, nunca creí que llegaría a amarla así, fue fácil quererlas.

- Sì papà ‒rodea mi cuello, beso su cabeza.

- Me gustaría acompañarlos, pero ya quede con Maddie de almorzar, así que diviértanse y no olviden traerme algo bonito ‒ella besa la mejilla de nuestra hija, la dejo en el suelo.

- Ve por tu mochila principessa ‒le sonrío, ella asiente y corre a su habitación‒. Es una pena que no nos acompañes, te voy a extrañar ‒la pego a mí suave, beso su cuello, sabía que ese era un punto débil, olía tan bien.

- Amirov ‒su voz sale ronca, me separo de su cuello y la beso con hambre, ella corresponde como siempre.

- Ya la tengo ‒escucho que grita y sus pisadas venir hacia nosotros, así que tras besarla de nuevo me separo, ella parece atontada.

- En la noche querida ‒susurro con voz sugerente en su oído, ya que estaba tan cerca pude escuchar un suave jadeo‒. Vamos Rach ‒la alzo de nuevo antes de salir. Una vez fuera llamo al elevador, el cual nos llevaría a la parte subterránea donde Carlo nos estaría esperando.

- Señor Bianchi, señorita Rachel ‒dice el hombre nada más vernos salir del elevador, abre la puerta y tras subir a mi pequeña hago lo mismo, me giro para ponerle el cinturón de seguridad y después yo. Carlo sube y arranca, Rach no dejaba de hablar de lo emocionada que estaba, había visto fotos del zoológico de Sacramento y claro que se veía diferente al de Ragusa, la veía sonriendo, me explicaba algunas cosas aprendidas en clase y algunos datos sobre los animales que estaban en el zoológico.

Lo siguiente que oí fue un claxon que sonó con bastante fuerza, a Carlo gritar y la camioneta ser sacudida, sabía que algo malo iba a pasar, así que me quite el cinturón de seguridad y sin esperar más me moví para abrazarla y protegerla con mi cuerpo, podía parecer que había pensado todo pero no era más que instinto, acciones en cuestión de segundos.

Oí el grito de mi hija y después un impacto de mi lado, intenté aferrarme del asiento, necesitaba saber que ella estaba bien, que Rach viviera ayudaría a que Enith viviera.

Mi amada Enith, ojalá pudiera tener un minuto más contigo, poder decirte cuánto te amó y que siempre lo haré, cuanto deseo que viva y sea feliz.

Pero también pensé en lo injusto que era no poder estar al lado de las mujeres que amo, de las cosas que me perdería, de lo que quería, como un hijo por ejemplo.

Mientras éramos golpeados podía oír el llanto de Rach, los gritos de alguien afuera y el ruido de otros autos.

- Tranquila principessa, papi esta aquí ‒fue lo único que pude decir antes de que mi mente se apagara.

Hasta otra vida, mi amor.




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