Al día siguiente, Magalí los despierta a todos a las 8 de la mañana y les dice que se preparen para ir a misa porque hace mucho que no van. Todos se preparan menos José, se encierra en su pieza y empieza a charlar con su amigo...
—¿Por qué no querés ir con nosotros? — El amigo le responde con una voz baja y aguda...
—Ellos no me quieren amigo, todos los que están ahí me quieren lastimar y para que yo pueda entrar debo estar adentro de un cuerpo humano para que no se den cuenta—...
—Si querés podés entrar en mi cuerpo por un rato y así podés acompañarnos—...—¿En serio? ¿Harías eso por mí?—...—Sí, ¿Qué malo podría pasar? Si nadie se va a dar cuenta—
—¡Bien!— Rápidamente le agarra los hombros, abre su boca raramente en la cara del niño, como queriendo comerle toda la cabeza, luego de unos segundos sale algo oscuro de su boca y entra en la del niño que en todo momento cerró sus ojos. Su amigo desaparece, segundos después viene su Mamá, abre la puerta y le pregunta...
—¿Qué hacés sentado ahí? Ya tendrías que estar preparado— Lo agarra, lo sienta en la cama y empieza a buscar ropa en el ropero. Unos minutos después llegan a la iglesia, se sientan en frente de todos al ser los primeros en pasar. Al llenarse de personas como siempre en el lugar, empieza la misa cantando una niña mientras entran el cura y sus ayudantes desde la puerta de atrás, pasando por el medio de todos hacia el altar. José ya se siente mal en esos momentos y se pone peor cuando el Padre empieza a hablar, minutos después el cura les dice a todos...
—Que el señor esté con ustedes— y los demás le responden...
—Y con su espíritu— Justo en ese momento, cuando iba a seguir el Padre con su misa, José se empieza a reír de una manera muy rara y aguda mientras mira hacia el piso. Todos desvían sus miradas hacia el chico y Magalí le pregunta al sentirse incómoda...
—José, ¿Qué te pasa?—...
—No siempre estará con ustedes, Padre— Le responde al cura con la voz de un adulto...