En la lluvia

Capítulo 1

"Nuestro amor es como el viento;no puedes verlo, pero si sentirlo"

—Un paseo para recordar

La noche se cierne sobre mí como un manto oscuro, envolviéndome en su abrazo frío y silencioso. Mis pensamientos danzan en la oscuridad, cada uno una sombra de lo que solía ser. Me encuentro perdida en un laberinto de emociones, incapaz de encontrar una salida, incapaz de escapar de la depresión que me consume.

Recuerdo el momento en que todo comenzó a desmoronarse. Fue como si el mundo se desvaneciera a mi alrededor, dejándome atrapada en un vacío sin forma ni sentido. Cada día se convirtió en una batalla, una lucha interminable contra la oscuridad que se aferraba a mí con garras invisibles.

Y entonces, en medio de mi tormento, él apareció. Dylann, el chico de mi infancia, con su sonrisa cálida y sus ojos llenos de luz. Lo vi en las noticias, en las revistas, en todas partes. Era imposible escapar de su presencia, de su éxito deslumbrante.

Pero cuando me miraba a través de la pantalla, no veía a la chica rota que soy ahora. Veía a la niña que solía ser, la niña que él solía conocer. Y aunque intentaba esconderme detrás de una máscara de indiferencia, sabía que él podía ver a través de mí, que podía ver la verdad que se escondía en lo más profundo de mi ser.

Y así, en medio de la oscuridad, surgió una chispa de esperanza. Una pequeña voz en mi interior susurraba que tal vez, solo tal vez, él podría ayudarme a encontrar la salida del laberinto en el que estaba atrapada. Pero sabía que era una ilusión, una mentira reconfortante que me negaba a creer.

Así que me quedé allí, en la penumbra del recuerdo, preguntándome si alguna vez encontraría la fuerza para enfrentar la luz una vez más. Y mientras la noche se desvanecía lentamente en el alba, me prometí a mí misma que nunca dejaría que la oscuridad me consumiera por completo, que siempre habría una pequeña chispa de esperanza ardiendo en lo más profundo de mi corazón.

O quizás eso quería creer.

El sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados mientras la ciudad cobraba vida con las luces intermitentes de neón. Decidi levantarme para llegar temprano a mis clases, y ser una "adulta" responsable. En medio del bullicio de la multitud, me encontraba caminando con la mirada perdida en el pavimento, mi mente se encontraba sumida en una tormenta de pensamientos tumultuosos.

El sonido distante de una guitarra resonaba en el aire, atrayendo mi atención hacia un callejón cercano. Intrigada, me dirigió hacia el origen de la melodía, mis pasos guiados por la promesa de escape que la música siempre me había brindado.

Al doblar la esquina, me encuentro con un pequeño escenario improvisado, iluminado por tenues luces de colores. En el centro, un joven con una guitarra eléctrica tocaba con una pasión palpable, su cabello revuelto moviéndose al ritmo de la música. Y al lado de él, una figura familiar que hizo latir mi corazón con fuerza: Dylann.

El encuentro con mi amigo de la infancia me dejó sin aliento. Dylann, con su mirada intensa y sus rasgos ahora tallados por el tiempo, me observaba con una mezcla de sorpresa y alegría. Sin decir una palabra, se acercó a mi, pensando quizás que era una fan más.

Me senti abrumada por una oleada de emociones encontradas. La presencia de Dylann desenterró recuerdos olvidados y emociones enterradas profundamente en mi corazón. Pero mientras me sumergía en la calidez reconfortante de su voz, la sombra de mi propia oscuridad parecía envolverla más fuerte que nunca.

—Hey.

Lo mire unos segundos sin comprender, al parecer otra vez me había perdido en mis pensamientos.

—¿Quieres un autógrafo?.

Después de un momento de silencio cargado de emociones, nuestras miradas seguían conectadas en un silencio. Era como si el tiempo se hubiera detenido a nuestro alrededor, dejándonos atrapados en un instante suspendido en el tiempo.

—Claro— respondí al fin— Soy Danielle.

El con sus ojos aun puestos en mi torció un poco su cabeza para intentar acordarse de algo.

—¿Danielle Rivers?.

Ajá, esa misma.

—Si.

—¿Cómo has estado, Danielle?— preguntó Dylann con una sonrisa cálida, rompiendo el silencio que nos envolvía.

Titubeó antes de responder, mi voz apenas en un susurro sono —He estado... lidiando con algunas cosas.

La sombra que oscurecía mi rostro no pasó desapercibida para él, quien asintió con comprensión —Sonara cliché, pero siempre puedes contar conmigo, sabes— dijo con suavidad, como si las palabras fueran un eco de una promesa hecha hace mucho tiempo.

—Creo que es poco creíble viniendo de una super estrella, a la cual uno no se le puede acercar fácilmente— reí.

La banda de Dylann terminó su actuación, y los aplausos resonaron en el callejón. Me encontraba observando a los músicos con admiración mientras recogían sus instrumentos. Una idea fugaz cruzó mi mente, seguida de una oleada de incertidumbre.

—¿Te gustaría quedarte un rato más?— preguntó leyendo la indecisión en mis ojos—Podemos ponernos al día, como en los viejos tiempos.




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