Capitulo 4

El día del examen en la universidad había llegado, y yo me encontraba en camino hacia el campus, con los nervios a flor de piel. Este examen era crucial para mi futuro académico, y no podía permitirme distraerme por nada. Mientras caminaba, mi teléfono vibró en mi bolsillo, indicando la llegada de un mensaje.

Lo saqué y vi que era de Dylann. El mensaje decía: "¿Estás molesto conmigo? ¿Hice algo malo?". Fruncí el ceño, confundida por su pregunta. ¿Por qué pensaría que estoy molesta con él? Entonces recordé que ayer me había marchado del concierto antes de que terminara.

Respiré hondo y me detuve en medio del camino. No podía permitir que este malentendido me afectara en este momento crucial. Contesté rápidamente: "¡No, no estoy molesta contigo en absoluto! Tuve que irme del concierto antes de que terminara por un compromiso importante. ¡Lo siento si te preocupé!"

Guardé mi teléfono y continué mi camino hacia la universidad, tratando de dejar atrás la preocupación por el mensaje de Dylann. Necesitaba concentrarme en el examen que me esperaba. Al llegar al campus, me dirigí directamente al aula designada para el examen. Me senté en mi escritorio, repasando mentalmente todo lo que había estudiado. Los minutos pasaron lentamente mientras esperaba a que comenzara la prueba.

Finalmente, el profesor distribuyó los exámenes y comenzó el reloj. Me sumergí en las preguntas, concentrándome en encontrar las respuestas correctas. A pesar de la preocupación inicial por el mensaje de Dylann, logré mantenerme enfocada en la tarea que tenía entre manos.

A medida que avanzaba el tiempo, completé cada sección del examen con determinación. Cada pregunta respondida era un paso más cerca de alcanzar mis metas académicas. Aunque el proceso fue desafiante, me sentí confiada en mis respuestas y sabía que había dado lo mejor de mí. Finalmente, el profesor anunció que el tiempo había terminado. Entregué mi examen con una sensación de alivio y satisfacción. A pesar de los obstáculos y distracciones, había logrado superar la prueba con éxito.

Mientras salía del aula, saqué mi teléfono y vi que había un mensaje nuevo de Dylann. Esta vez, decía: " Estoy feliz de que no estés molesta. Eso significa que me puedo quedar mas tiempo en la ciudad"

Sonreí al leer sus palabras. Aunque el día había tenido sus altibajos, me sentí agradecida por tener quizás un nuevo amigo. Con una sensación de alivio y determinación, continué mi camino. Esto solo empezaba para mi. Mis clases finalizaron a las 7 de la tarde, lo que complicaba las cosas.

Caminaba por las calles oscuras, el eco de mis pasos resonando en el vacío de la noche. De repente, sentí la mirada intensa de alguien sobre mí. Volteé y vi a un grupo de hombres, sus risas burlonas llenaron el aire. Mi corazón empezó a latir con fuerza en mi pecho, un frío escalofrío recorrió mi espalda. Instintivamente, aumenté mi paso, pero ellos también lo hicieron, acercándose más y más.

El miedo se apoderó de mí y mis músculos se tensaron. Corrí como si el diablo estuviera detrás de mí, sin mirar atrás, solo centrada en llegar a casa. Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos mientras las sombras de la noche se cerraban a mi alrededor. Finalmente, llegué a mi edificio y subí las escaleras hacia mi apartamento, olvidando por completo el elevador, mi corazón latiendo tan fuerte que casi sentía que iba a salirse de mi pecho.

Una vez dentro de mi apartamento, me dejé caer al suelo, temblando y con lágrimas corriendo por mis mejillas. Mi respiración era rápida y entrecortada, mi mente luchaba por procesar lo que acababa de pasar. Me sentía impotente, vulnerable, como si nunca pudiera escapar de esa sensación de peligro.

La ira empezó a burbujear en mi interior, una mezcla de frustración y miedo que se convirtió en una fuerza arrolladora. Sin pensar, me levanté y comencé a pasear por mi apartamento, mis manos agarrando todo a su paso. Golpeé un jarrón que estaba en la mesa de café, viéndolo estrellarse contra el suelo en pedazos. Luego, tomé un par de libros y los lancé contra la pared, escuchando el sonido sordo de su impacto.

Las lágrimas seguían cayendo, mezcladas con gritos de frustración y dolor. Sentía como si estuviera al borde de un abismo, luchando por mantenerme a flote en un mar de emociones abrumadoras. Me sentía atrapada en mi propia mente, en una espiral descendente de ansiedad y desesperación.

Después de un tiempo, el agotamiento finalmente me alcanzó y me dejé caer al suelo, el silencio llenando el espacio que antes estaba lleno de caos. Me quedé allí, sintiendo el peso de lo que acababa de pasar, pero también la ligereza que viene después de una liberación emocional. 

Decidí respirar profundamente, tratando de calmar mi agitada respiración. Miré a mi alrededor, observando los destrozos que había causado en mi propio hogar. La rabia se había disipado, dejando un vacío en su lugar. Me sentí avergonzada por mi reacción, pero también entendí que fue una manifestación de la angustia y el miedo que había experimentado.

Me acerqué lentamente a las piezas rotas del jarrón y los libros esparcidos por el suelo. Me arrodillé y empecé a recoger los fragmentos con manos temblorosas. Cada trozo era una representación de mi propia fragilidad, pero también de mi capacidad para reconstruirme.

Una vez que limpié el desorden, me dirigí al baño y me miré en el espejo. Mis ojos estaban enrojecidos y hinchados por el llanto. Baje la vista a mi mano de la cual no dejaba de salir sangre, tenia un corte bastante profundo en ella, procedí a limpiarla y vendarla mientras a su vez lavaba mi cara y comenzaba a respirar profundamente varias veces, me dirigí a la sala de estar. Miré a mi alrededor, viendo los rastros de mi arrebato emocional, a pesar de a ver recogido los pedazos seguían los muebles y almohadas botadas. Decidí que podía esperar hasta la mañana para limpiar todo y en su lugar, me tumbé en el sofá, intentando calmar mi mente y encontrar algo de paz.