Tres semanas habían pasado desde mi salida del hospital, y cada día me sentía más agradecida por tener a los chicos a mi lado. Habíamos pasado mucho tiempo juntos, compartiendo risas, historias y momentos de complicidad que habían fortalecido nuestros lazos de amistad.
Sin embargo, había algo que ninguno de ellos sabía, algo que había estado ocultando en las sombras, algo que me carcomía por dentro: el odio y la hostilidad que recibía de parte de algunas de las fans de Dylann.
Cada vez que salía a la calle, cada vez que me cruzaba con una de esas chicas que adoraban a Dylann, podía sentir su mirada de desprecio clavada en mí. Escuchaba los murmullos y los comentarios crueles a mis espaldas, y sentía el peso de su odio aplastándome, y en la universidad todo eso aumentaba.
Intentaba ignorarlo, intentaba mantenerme fuerte frente a sus palabras hirientes, pero a veces se volvía demasiado difícil. A veces, me sentía como si estuviera luchando una batalla que no podía ganar, una batalla contra un enemigo invisible que nunca mostraba su rostro.
Pero a pesar de todo, seguía manteniendo mi secreto guardado en lo más profundo de mi corazón. No quería preocupar a los chicos, no quería que sintieran lástima por mí, no quería que cambiaran su opinión sobre mí. O que simplemente pensaran que algo de esto era su culpa.
Así que sonreía, fingía que todo estaba bien, fingía que no me importaba lo que decían esas chicas. Y mientras lo hacía, me repetía a mí misma una y otra vez que era más fuerte que su odio, que no dejaría que me derribaran.
Pero en las noches, cuando estaba sola en mi habitación, el peso de su hostilidad se hacía sentir con toda su fuerza. Me acurrucaba bajo las sábanas, sintiendo las lágrimas resbalando por mis mejillas mientras me preguntaba si alguna vez encontraría la fuerza para enfrentarlas y salir victoriosa.
Por ahora, sin embargo, seguía manteniendo mi secreto en la oscuridad, esperando el día en que pudiera revelarlo y liberarme del peso que había estado llevando en silencio.
La vida cotidiana seguía su curso, y a pesar de mis luchas internas, traté de mantener una fachada de normalidad frente a mis amigos. Los días se deslizaban uno tras otro, llenos de risas compartidas, canciones improvisadas y momentos de camaradería que me llenaban de alegría.
-¿Entonces hoy vienes con nosotros?- hablo Tao desde el sofá.
-No lo se, no tengo que ponerme para algo así.
-Puede ser cualquier cosa.
-Es una fiesta después de una PREMIACION.
-Quizás no ganemos.
-Quizás si.
-Vamos Riveres, vine aquí a convencerte y restregarle en la cara a los demás que soy muy bueno persuadiendo y ellos son perdedores, porque no te convencieron.
-Esta bien, pero, me acompañas a comprar un vestido.
Tao asintió sonriente y ambos nos pusimos de pie para salir del departamento, mientras bajábamos el ascensor tome el gorro de pescador negro que Tao lleva consigo y me lo puse, el solo me sonrió y se tomo de mi brazo para caminar mientras sacaba unas gafas negras del bolsillo de su pantalón, parecía que estuviéramos en una pelicula.
Me llamo Danielle Alisson Riveres, tengo 22 años y estoy sobreviviendo a un chico que no para de dar opiniones diversas sobre los vestidos.
-Tao vamos, he probado más vestidos hoy que en mi corta vida.
-No me convencen.
-Dios.
Tao se levantó y comenzó a buscar entre toda la ropa que yacía en la tienda, poco a poco abrió sus ojos como si hubiera encontrado oro. Se acercó rápidamente y me dio el vestido empujandome al vestidor. Al salir el sonreía como el gato de Alicia.
-Hasta yo me enamoraría de ti.
-Todos ustedes son unos idiotas.
-Bien, llevamos ese.
-Sale de mi presupuesto.
-Tranquila será un regalo de cumpleaños.
-Aún quedan dos semanas.
-Cállate Rivers.
Reí regresando al probador para quitarme aquel vestido que en mi cuerpo se posaba, parecía una modelo, algo desalineada, pero una modelo sin duda, y verdaderamente no me reconocía en el espejo, aún que la verdad jamás lo hacía, esta versión era más feliz, y eso me gustaba.
-¡Genial!.
-Tao, creo que eso será un problema- dije señalando a todas las chicas y chicos afuera golpeando los ventanales de la tienda.
-Mierda.
Seguridad se acercó a nosotros, y nos ayudó a salir de entre toda la multitud, y aún a lo lejos podía distinguir los murmullos de las chicas. "Intenta seducir ahora a nuestro Tao", "Dios, no le basto con Dylann".
¿Por que la gente debe votar su veneno sin ver lo que puede causar?.
-¿Estas bien?.
-Si.
-¿Es hora de los medicamentos?.
-Correcto.
-Bien, vamos por una botella de agua.
-¿No puede ser de refresco?.
-Danielle son medicamentos no caramelos.