Sentía como mi cuerpo me quemaba, como podía irradiar calor, pero aún así lo ignoraba e intentaba concentrarme en la voz del profesor. Los chicos habían emprendido su viaje después de lo ocurrido con Dylann, desde ese día nunca volví a responder alguno de sus mensajes o llamadas.
Y mis autolesiones comenzaron aumentar, sentía que cada vez podía menos con todo, hasta el más mínimo siceo era molesto. Incluso las hojas cayendo, cuando siempre fueron un deleite para mi.
Los días de calor eran una verdadera tortura. Procuraba guardar bien cada cicatriz que quedaba después de cada noche en mi departamento mientras me alcoholizaba. Pero sentía que me faltaban muñecas para sacar el dolor, así que continúe con los muslos. Cada vez que aparecía un recuerdo, una voz, o una sombra mi mejor amigo era aquel cuter escondido debajo de mi cama. Era fácil ocultar las cosas cuando aparentas ser feliz, nadie lo ve. Tienes buenas notas, puedes socializar, tus maestros hablan bien de ti y crees que la vida va bien, pero al llegar la noche todo se viene abajo y aquellas piedras de dolor te aplastan, como a una hormiga.
De pronto estas en una montaña rusa, algunos días en la cima y otros te quedas estancados abajo sin poder moverte ni salir de aquel sitio que está bien resguardado.
-¿Danielle? ¿si te parece entonces que realicemos el trabajo en tu casa?.
Asentí.
-Estaré ahí a las 8.
Anders tomo sus cosas y se marcho de mi lado. De malas ganas seguí su actuar y salí de aquella aula que me estaba asfixiando. Decidí evitar la cafetería, sentía que no me podía entrar comida con tantos pensamientos dentro de mi que se alojaban en mi estómago y subían hacia mi garganta en forma de vomito.
¿Cómo sabía el nombre de este chico si pocas veces se había sentado junto a mi o pedido hacer algún trabajo?.
El personaje secundario en mi vida probablemente.
Camine moribunda con una resaca en mi cabeza que palpitaba, logrando volverme loca con cada punzada que daba en mi frente. Me recosté en el césped y dejé que me absorbiera por un momento, quería ser una con él, quizás transformarme en una hermosa flor que todos admiren. Prontamente caí dormida.
Mis ojos se abrieron de golpe y me levante viendo la hora. Las 7.30pm. Mierda. Corrí lo más rápido que mis piernas me lo permitieron y llegue casi volando al departamento encontrándome a Anders fuera. Genial.
-Justo iba a tocar.
-Tranquilo, salí a dar un paseo y olvidé la hora.
-No te preocupes, llegue recién.
Me acerque abrir la puerta y nos pusimos en marcha con aquella tarea que nos dejaron. Daban las 10 y aun no se iba, ¿pretendia quedarse?. Ya no aguantaba la ansiedad.
-¿Quieres beber?.
-Jajaja ¿estas segura?.
-Ya que.
Me levante y fui por el vodka. Tome asiento denuevo a su lado en el piso de mi sala, donde yacian nuestros cuadernos y apuntes. Serví un vaso para el y luego uno para mi. Y de solo verlo mi estómago ardió.
-¿Será puro?.
-Solo bebe, por Dios.
Ambos nos bebimos el vaso enseguida y lo dejamos en el piso. Fue uno tras otro, y de pronto el alcohol hizo su efecto. Ya no sentía mis sentidos, ya no sentía mi cabeza, y mucho menos mis problemas.
-Eres muy linda- hablo Anders besándome el cuello.
El siguió de esa manera hasta que estuvo encima de mi, besándome y quitando mi ropa, no supe en que momento terminamos teniendo sexo. Pero allí estaba sin expresión o movimiento, tendida en el piso desnuda, mientras un tipo me penetraba de una forma dolorosa.
Pero
Vi su rostro.
Aquellos ojos cafés que me deslumbraban el alma, los labios que producían las más bellas melodías que se podían oír. Su hermoso cabello castaño Rubio, y su sonrisa. Esa hermosa sonrisa tímida que mostraba cuando estaba nervioso.
-Dylann...
Bese sus labios, mis ojos se cerraron transportandome a un momento totalmente diferente. Sentía mi cabello fluir con la brisa que se nos presentaba, aquel vestido que poseía se movía como una ola, y él, con una camisa blanca a medio abrochar me sostenía con fuerza, mientras me mirada y reía.
-Fantaseas conmigo.
-Solo quiero que estés aquí, me equivoque.
-Abre los ojos por favor.
-Dylann.
-Dan despierta.
Mis ojos se abrieron y mi alrededor estaba lleno de la luz de la ventana. Era de día, y yo estaba desnuda en mi sala, sola. Tome asiento y mi vista se desvío a mis muslos que estaban morados, algo confundida los toque. Dolían, pero lo peor era el color que tenían. Mis piernas temblorosas sangraban de un costado, sabia que algo no andaba bien.
Me levante, y tome una toalla húmeda para limpiarme, me puse un vestido y ropa interior. Tome mis llaves y salí de ahí.
Llame a un taxi para llegar mucho más rápido al hospital. Con cada paso que daba me sentía peor. Anhelaba llegar rápido.
-Hola linda, ¿En que te podemos ayudar?, ¿estás bien?.
-No...-susurre.
-¡Una silla de ruedas rápido!
Senti como unas enfermeras me tomaron para poder sentarme y llevarme a una sala sola donde me examinaron. Sus miradas sospechosas y coludidas me hacían dudar de mi propia existencia.
-Cariño, ¿Tu... estuviste con alguien anoche?- asenti- ¿El te dio algo de beber?.
-Si, bebimos pero...
-Los moretones y el sangramiento que muestras es producto de un forcejeo muy brusco ante tu cuerpo, estas en bajo peso y tienes muchos cortes por todo tu cuerpo.