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48 horas
48 horas quedaban, el reloj comenzaba a correr, lentamente y sin ganas el día de hoy me levante para ir a la universidad. Fui donde la maestra de Literatura para entregar mi "ensayo", además de intentar despedirme de ella. Estaba agotada.
Hoy era miércoles, miércoles 06 de marzo del 2024. Me llamo Danielle Rivers, tengo 22 años. Y mi historia ha hecho que acabe con mi vida.
Tenia 8 años cuando paso por primera vez, aquel monstruo me quito mi infancia, y fue mas de una vez, desde ese momento quise terminar con la agonía que me comía todos los dias. Sufrí de bullying toda mi niñez. Y a este punto cuando cumplí los 16 años volvió a pasar pero este monstruo era diferente, me golpeaba y dañaba mentalmente. Intente hablar, pero jamás ayudo. Cuando cumplí los 21 años, recién pude hacer algo por mi salud mental, pero ya era demasiado tarde. Ya todo estaba podrido y no había forma de salvar algo. Pero cuando lo conocí a él, pensé que seria mi salvación, que todo estará bien, pero no fue asi, al contrario, solo aumento el miedo y las autolesiones.
Me enamore.
Pero el amor a veces no es suficiente.
Después de un día agotador en la universidad, decidí dar un paseo por el parque para despejar la mente. Mientras caminaba, recordé que los chicos tendrían un concierto importante pronto, así que decidí pasar por su estudio para ver cómo iban con los ensayos.
Al llegar, el sonido de la música me envolvió, llenando el lugar con una energía vibrante. Entré en la sala y vi a los chicos concentrados en sus instrumentos, entregados por completo a la música. Me senté en un rincón y cerré los ojos, dejándome llevar por la melodía.
Cada nota resonaba en mi corazón, haciéndome sentir viva y emocionada. Los chicos tocaban con tanta pasión y habilidad que me resultaba difícil creer que fueran los mismos chicos tímidos que conocí hace años en la escuela secundaria.
Después de un rato, los chicos hicieron una pausa y se acercaron a saludarme. Hablamos un poco sobre el concierto y cómo se sentían al respecto. Estaban nerviosos pero emocionados, y yo les aseguré que lo harían genial, como siempre.
Nos despedimos y me marché, sintiéndome agradecida por tener a esos chicos increíbles en mi vida. Su música siempre había sido una fuente de alegría y consuelo para mí, y verlos crecer y prosperar en lo que amaban era realmente inspirador.
Al salir del estudio, me di cuenta de que la música siempre había sido mi refugio, mi manera de conectarme con el mundo y conmigo misma. Y esa tarde, escuchando a los chicos tocar, me recordó lo afortunada que era de tener el amor de la música en mi vida.
De tener al amor de probablemente mi vida.
Dylan.
Al llegar a casa escribí todo en una libreta, cada detalle, cada cosa, sin que se escapara ningún detalle. Como pasarían las cosas, que cosa podía realmente matarme y que no puedan salvarme. Escondí la libreta debajo del colchón de mi cama.
Escuché el timbre de la puerta mientras me preparaba para una de mis ultimas noche en casa después de un largo día de clases. Al abrir la puerta, me encontré con una sorpresa inesperada: Capítulo: Una visita inesperada
Escuché el timbre de la puerta mientras me preparaba para una noche tranquila en casa después de un largo día de clases. Al abrir la puerta, me encontré con una sorpresa inesperada: —¡Dylann, sosteniendo una bolsa de comida china!
—¡Hola, Danielle! Espero que no te importe, ¡traje comida china para una cena improvisada!"— exclamó Dylann con una sonrisa traviesa en su rostro.
Me sorprendió gratamente verlo allí, con su energía contagiosa y su encanto habitual. —¡Por supuesto que no me importa! Entra, ¿quieres?.
Dylann asintió con entusiasmo y entró, dejando la bolsa de comida en la mesa de la cocina. Mientras él sacaba los recipientes de comida, me contó cómo había decidido sorprenderme después de su día de trabajo.
Nos sentamos en el sofá, compartiendo anécdotas y risas mientras devorábamos la comida china. La conversación fluyó fácilmente entre nosotros, como si no hubiera pasado tiempo desde la última vez que nos vimos.
Después de la cena, Dylann sugirió quedarse a dormir. —No quiero manejar de regreso a casa esta noche, y parece que tienes un sofá muy cómodo— bromeó.
Levanté una ceja, fingiendo incredulidad. —¿Solo el sofá? ¡Tengo una habitación de invitados con una cama muy cómoda!.
Dylann rió y aceptó mi oferta, agradeciéndome con un abrazo cálido. Pasamos el resto de la noche viendo películas y disfrutando de la compañía del otro, y cuando llegó la hora de dormir, me sentí agradecida por tener a alguien como Dylann en mi vida.
Mientras me acurrucaba bajo las mantas en mi propia cama, sonreí para mí misma, sabiendo que esta noche sería una de esas pequeñas memorias que atesoraría para siempre.
Pero de pronto mi puerta suena.
—No puedo dormir—dijo desde la puerta con una cara triste.
—No eres un niño pequeño— reí—Ven.
Dylann se acostó junto a mi y la luz de la luna le daba en los ojos, aquellos hermosos ojos que me encantaban. El se acerco y me beso, le seguí aquel beso que anhelaba tanto. Y de esta forma si continuamos lo que la vez pasada no.