En la misma habitación que el diablo

Capitulo 03

Anahera Malyshev.

Desde que me cambié a su habitación ya no me habla ni siquiera me mira, no lo veo en ningún momento del día y cuando logro vislumbrar aunque sea una pequeña parte de su brazo o torso se vuelve a ir. Algunas veces lo he visto lleno de sangre, su cuerpo entero no es más que una representación de la tentación latente.

Tiene un tatuaje en específico en su brazo, las tentaciónes no esperan y se hacen presentes delante de ti. Eh suspirando día tras día pensando en ese tatuaje, bien es cierto que las tentaciónes no esperan. Pero, quien ha esperado soy yo.

No quiero ver su rostro ni en pintura, sus ojos transmiten algo más que miedo, son capaces de hacerte ver tu propio sufrimiento si llegas a hacer algo que no le guste, con la única que habla es con la anciana encargada de traer mi comida, es dulce y siempre trae alguna fruta para la merienda otras veces, té y galletas.

La puerta es abierta y miro la hora en el reloj de la pared, las doce y media.

—Pense que hoy no ibas a venir a acompañarme —extiendo una sonrisa dándome la vuelta para ver su cara—. ¿Draven?

Se borra mi sonrisa y se arruina mi día al ver su rostro, no lo creo. Es su habitación y su casa, Pero su jodida presencia amarga hasta al chocolate recién cosechado.

—No te emociones, tu presencia es necesaria para hoy —ay si como si me emocionará ver su cara—. Adelaida te vendrá prepara, elige algo costoso y no te preocupes por el dinero, llama a esta boutique.

Deja la bandeja en la cama y me pasa una tarjeta de presentación, sale de la habitación sin formular otra palabra. En la charola de comida hay una tarjeta negra, está a mi nombre, y una mierda.

Me dispongo a comer mirando de reojo las tarjetas, una black card y la otra de la más cara boutique, la mejor idea que se me ha ocurrido en las semanas que he estado aquí. Dijo que no me preocupara por el precio y es lo que voy a hacer. Dejo todo listo para que vengan a buscar la charola vacía, no se me permite bajar a menos que el de la orden. Sigo en lo que estaba, antes de que el mastodonte entrara a interrumpir.

—Flor que da fulgor —empiezo a cantar, es la película que he repetido más cada noche, amo Rapunzel. Desde que vivo encerrada aquí.

A veces pienso que la madre de Rapunzel para mí es Draven, como lo odio, y flind pues creo que la anciana que me trae la comida, es la unica que me permite salir al balcón a tomar aire. El sonido de la puerta abierta me hace fijar mi mirada en ese lugar, Adelaida entra y camina por toda la habitación buscándome.

—Bajo la cama —digo alto antes de empezar a toser por el polvo en mi boca.

Me arrastró con un arma en mi mano y la funda en la otra, gran parte de mi día se pasa limpiado las armas que me encuentro en la habitación. Quedó boca arriba en el piso luego de salir, se agacha a mi lado y deja un celular.

—El jefe lo mando, dijo que está rastreado y intervenido si intentas llamar a la policía te encerraran en el calabozo.

—Uhhhh como la mamá de Dumbo —me rio de la estupidez que digo, ay me estoy volviendo loca—. Si, está bien. Ya te puedes ir.

levanta, estiró mi mano y antes de llegar a siquiera tocar el celular su pie está encima de mi mano aplastándola, me quejo cuando siento un dolor punzante recorre mi brazo. Se ríe, al parecer también escucho el crujido, sale por fin de la habitación. Estando en el suelo y sola en este lugar las lágrimas salen sin parar, una tras otra y no solo por el nuevo dolor que se me ha proporcionado, si le hubiera disparado no estuviera así.

—Señorita Anahera, ¿qué le sucedió? —llega hasta donde me encuentro retorciendome.

—Parezco un gusano, ¿verdad? —me ahogo cuando trato de reírme, colocando una ligera sonrisa en su rostro.

—Ni en sus peores momentos es sería.

—La vida, Susana, reír para no llorar.

Me ayuda a levantarme del suelo para sentarme en la cama, sujeto mi mano tratando de aliviar el dolor, Susana recoje el teléfono y marca algún número en el, dejo caer mi cuerpo hacia atrás y miro el techo escuchando su conversación.

—Doctor, es urgente, sí. Su esposa —responde corto, mi mente se desconecta por momentos, capto breve respuestas—. El doctor llegará en unos momentos cariño, puedes ir viendo el catálogo de la boutique, escoge el que más te guste.

—Sí, está bien —le sonrío levantándome para agarrar el teléfono—. ¿Puedes tráeme chocolate?

—Sí, vuelvo en un momento.

Sale de la habitación y marco el número, suena y suena hasta que la voz de una mujer suena a través de la bocina.

—Imperial boutique, para servirle.

—Necesito el conjunto más caro de su catálogo —carraspeo un poco al no escuchar nada del otro lado—. No importa el precio.

—Disculpe señorita, se le puede enviar el catálogo para...

—No importa, traigan la colección más cara, le enviaran la dirección y se le pagará por adelantado.

Sí, está bien —parece estar conmocionada—. ¿Puede decirme a que nombre quedará la cuenta?

—Sí, todo a nombre de Draven Sokolov.

—La colección estará con usted en media hora, puede hacer la transacción cuando esté en sus manos.

—Muchas gracias —cuelgo justo a tiempo, Susana entra con el doctor y mi barra de chocolate.

El doctor se asusta al ver el arma en el suelo, Susana la recoge y la pone fuera de su vida. Lo guía hasta donde me encuentro, me entrega la barra de chocolate.

—Anahera, él es el doctor de Draven, te examinar la mano. Pero antes, tenemos que llevarte al consultorio.

—Bien.

Me levanto tratando de no apoyar mi mano en la cama, en el camino me voy comiendo la primera barra de chocolate, el consultorio esta en la misma planta de la habitación, cuando entramos el color característico blanco nos recibe, parece tener todo para curar a cualquier herido y hay tantas camas como para un ejercito.

—Bien, puede sentarse por allá, primero examinaremos bien su mano.



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En el texto hay: psiquiatra, sucesos extraños, psicópata mafia

Editado: 11.10.2024

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