Al llegar a la sala el ambiente está lleno de gritos de niños mientras corren, felices, sin ninguna preocupación.
—Buenas noches, Vania —saluda César.
Él está sentado en el sofá junto con Valentín, ambos tienen ojeras, supongo que se amanecieron en la fiesta, mientras yo, solo me quede dormida. Que vergüenza.
—¿Buena noches? —frunzo el ceño —es de día.
—Te está bromeando, Vania —sonríe Valentín a modo de disculpa.
Tomo asiento a su lado de Valentín, que está viendo un programa. De un momento a otro me viene a la mente su regalo, pero ¿en dónde lo deje? ¿He llegado a entregárselo?
—¿Que están viendo? —pregunto cuando ambos se ríen de algo que vieron en el televisor.
—Un dibujo animado, se llama Tom y Jerry —contesta Valentín.
Miro por todos lados y los niños dejaron de reírse. Se supone que cuando los niños están en silencio es porque deben estar haciendo una travesura.
—¿De quiénes son sus hijos?
Los dos se me quedan viendo raro.
—¿Qué? —pregunto incomoda.
—¿Tú también los ves?
—Y también los escucho —contesto.
Cesar me observa de una manera que no puedo descifrar, es como si quisiera leer mi mente o quizás este esperando a que me retracte de mis palabras.
Que intenso es este chico.
—No sabía que también ves fantasma —dijo César.
Después de un rato de silencio no logro aguantar la risa, río muy fuerte sin importar si mi risa suena horrible o como villana y dejo de hacerlo hasta que siento el dolor en mi barriga. Limpio algunas de mis lagrimitas.
Una vez que ya estoy tranquila y que el chiste ya no me hace gracia, le digo lo siguiente:
—No estamos en la película the Sixth Sense.
—¿De six qué? —dijeron ambos al unísono.
—Es una película... A ver... No nos desviar el tema. En serio, de quien son esos niños.
—No lo sabemos —contesta César —Ellos son niños que aún tienen asuntos pendientes aquí.
—¿Me estás diciendo que en esta casa suceden cosas paranormales? —de pronto ya quiero volver a mi país.
—Cesar, no asustes a Vania—le reprende Valentín.
Después de eso, el hambre se me fue, y volví a mi habitación, estaba revisando mis mensajes en mi celular, cuando de repente recibo una llamada de mi padre.
Contesto.
—Hola papa.
—¿Vania, como estas?
—Mmm, todo bien, aunque creo que esta casa pasa situaciones paranormales.
Ríe suavemente.
—Eres igual a tu madre: supersticiosa.
—¿Super..qué?
—Su—pers—ti—cio—sa —deletrea.
—¿Qué significa?
—Qué crees en las cosas paranormales.
—Pa’, así no se les llamas a esas personas —le reclamo.
—¿Así? Entonces ¿Cómo?
—Clarividentes —Me quedo un rato en silencio, dudando de lo que quiero decir —¿Que más creía mi mamá?
—Tu mamá creía en las almas, en las sirenas, todo lo mágico. Me gustaba cuando me contaba historias sobre eso, ahora que lo pienso creo que más me gustaba escuchar la voz de tu madre.
Estoy contenta, es la primera vez desde que tengo uso de razón que mi padre habla sobre mi mamá.
—¿Qué más? —presiono.
—Tu mamá le gustaba ser un alma libre, le gustaba la música y bailar, aunque bailar no era lo suyo.
Seguimos hablando hasta que me acuerdo de algo del álbum de fotos.
—Pa alguna vez conociste a dos chicos llamados César y Valentín.
Se queda en silencio por un buen tiempo dejándome con la desesperación. Muerdo mi uña varias veces. ¿Por qué no habla?
—Pa, estas ahí?
Silencio.
—Vania... me olvide decirte que cuando vuelvas te quiero presentar a alguien que conocí. Estoy seguro que te agradara. Tengo que colgar, tengo que... volver a la empresa y de ahí tengo que viajar a Brasil para...—le corto la llamada.
Mi papa sabe algo estoy segura.
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Editado: 24.07.2025