En la oscuridad

Capítulo:23 No escaparas de mi.

Cerré la puerta detrás de mi recostándome en ella, la casa me daba la bienvenida con la frialdad que irradiaban sus paredes, la pasé increíble con Jasper fue muy gracioso escuchar todas sus anécdotas de momentos penosos, parecía que había pasado una infinidad desde que reí tanto, a pesar de que solo se trataba de días en el centro comercial con Tom. Miré la hora en mi móvil, faltaba un cuarto para las ocho, papá llegaría dentro de un rato y sobre mamá no sabía absolutamente nada desde ayer cuando partió lo cual era extraño, se suponía que llamaría.

Ingresé al registro de llamadas apareciendo el suyo de tercero, lo presioné y puse el altavoz mientras subía las escleras, timbró alrededor de unas 6 veces y me envió al buzón, corté y probé de nuevo obteniendo el mismo resultado, arrojé mi celular a la cama suspirando, ¿Y si le pasó algo? ¿y si el fantasma la secuestró para dañarme en su próximo movimiento?

Calmate Elise.

Froté mis dedos contra mi frente tratando de aplacar mi leve dolor de cabeza y mi preocupación reciente diciéndome:

Ella está bien, debe estar en una reunión, en el baño o cenando con unos compañeros.

Me desabroché la gabardina que cogí prestada, de repente un calor se había propagado por mi cuerpo, mis músculos se tensaron al segundo de ponerla en la cama, me estaba sintiendo observada, me giré un poco a la izquierda hallando a mi oso de peluche de nombre Teddy ¿Qué tan grave estaba para pensar que un oso me acosaba?

Alargué mi mano para tomarlo, su tamaño mediano, vestido con una pequeña camisa celeste adornada en el medio con un botecito rojo y la frase "Sweet bear" encima de este. Mis padres me lo obsequiaron cuando tenía seis junto con una pijama de Bob esponja ya que yo era su fan número uno en ese entonces, cuando mi familia era unida, cuando aún no se había desecho, intentaba no pensar mucho en ello, aunque a veces era inevitable los recuerdos salían de su celda sin permiso. Unos meses después de eso mamá se enteró que estaba embarazada, esa noticia la hizo tan feliz, sus ojos destilaban emoción e ilusión todo el tiempo, papá la consentía siempre en lo que fuera que deseara, pendiente a cada instante verificando si se encontraba cómoda, si se sentía bien, él podía llegar hacer más sobreprotector que Thomas si se lo proponía.

Nunca me había encontrado tan alegre, estaba realmente feliz haciéndome la idea de tener un hermano o hermana pronto. Los meses pasaron, la barriga de mi madre continuaba creciendo al igual que sus ansias por tenerlo en sus brazos, supimos que era un niño y eso alimentó su gozo porque según papá su sueño era tener una parejita y por como marchaba todo de bien parecía que así sería, pero como todos sabemos los momentos felices no duran mucho, la vida es una perra que disfruta del dolor ajeno.

Al cumplir los siete meses sufrió un aborto, jamás vi a una persona sufrir tanto como a mamá, estaba tan devastada, se encerró en la que iba hacer la habitación de Tobías- ese hubiese sido su nombre, ella lo eligió-, y de allí no salió por días, semanas, temía que se volviera loca. Papá no tenía idea de que más hacer, trató de ayudarla de todas las maneras posibles, ella se cerró de una forma que no permitió a nadie volver a entrar más, ante la desesperación me llevó con mis abuelos porque él no sabía cómo hacerse cargo de todo, la casa, mamá, su trabajo, yo.

Viví con ellos por dos años, entonces no sabía lo que ocurría era una pequeña niña inocente e ingenua la cual creía que su madre solo estaba triste, conforme crecía me di cuenta que tuvo una depresión posparto a raíz de ello me rechazaba, no soportaba el verme porque le recordaba a su bebé al igual que no toleraba estar en compañía de mi padre. La perdimos poco a poco, cuando regresé difícilmente me saludaba, bloqueó sus emociones, sus sentimientos para no volver a ser herida, para no volver a sufrir, el problema fue que dejó ir lo que más importaba, nosotros, su familia.

Estar en el funeral de Maya me transportó al de mi difunto hermanito, la Sr. Williams me remembró a mi madre, en las palabras que pronunció en ese momento "Mi príncipe no logré conocerte, no logré ver tus ojitos o tu carita llena de vida, no pude tenerte en mis brazos ni conocer tu voz, "Dios sabe porque hace las cosas" la frase que más he escuchado hoy, pero no entiendo como aferrarme a esta para calmar el dolor tan inmenso que carcome mi alma. Extraño sentirte, hablarte, me encuentro con un saco de ilusiones totalmente desechas"

Solía imaginarme a veces como hubiese sido la vida con Tobi, nuestra familia sería unida y ese oso no sería el último momento que recordaría de felicidad en mi infancia.

-¿Que dices amigo? ¿te apetece tener una noche de películas conmigo?- salí de mi cuarto cargándolo hasta la sala.

Lo coloqué en el sofá y me senté a su lado tomando el control remoto que estaba cerca de unos cogines, encendí la televisión e ingresé a Netflix, seleccioné mi perfil y de inmediato busque entre mi lista ''Los juegos del hambre'' era mi trilogía favorita, la había leído incontables veces, además las películas me gustaban bastante su adaptación no me decepcionó como otras. Desde que comenzó me perdí totalmente en ella, como si esa fuera la primera vez que la veía.




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