En la oscuridad

Prologo.

Mis pulmones ardían.

Mis piernas dolían al exigirle a mis extremidades agarrotas que se movieran a una velocidad mucho más elevada de la que podían, no me atrevía ir más lento a pesar de que todo mi ser pedía a gritos un descanso.

Corre Elise corre.

No te detengas, por nada del mundo te detengas.

No sé si era por los nervios, pero me parecía oír sus pisadas pesadas muy cerca dándome caza. Bajé mi cabeza empujando más fuerte forzando a mi cuerpo a encontrar energía casi inexistente ya que desde hace mucho no me alimentaba bien.

Las ráfagas de viento helado aprisionaban mi cuerpo, asentándose en mi piel y entrando en ella sin piedad, la noche era espesa no tenía idea de adonde me dirigía, el lugar donde nos encontrábamos estaba rodeado por probablemente hectáreas de bosque, portaba el vestido que usé horas antes para asistir al funeral así que gracias a eso me percataba de como las ramas arañaban y rompían mi tez traslucida.

Sentía que había corrido por horas, aunque probablemente solo hayan sido pocos minutos.

¿Cuánto recorrí?

Honestamente dudo que mucho a pesar de que lo percibía como unos 100 kilómetros.
Ladeé mi cabeza solo para fijarme que tan lejos iba del diablo disfrazado en un rostro tan angelical. Una esperanza increíble secuestró mis músculos al percatarme de los escasos metros que nos separaban, apresuré mis pasos huyendo hacia lo desconocido, sin distinguir nada a través de la negrura, de un instante a otro mi pie se enredó con alguna rama provocando una fuerte caída, sacudí mi cráneo con suavidad para componerme, miré por encima de mi hombro me hallaba sola, un alivio repentino me inundó.

Lo dejé atrás.

Pensé.

En este sector se lograba distinguir mejor que los anteriores debido a la luz de la luna que se colaba entre la arboleda. Gateé hasta un árbol de tronco ancho situado a escasos centímetros de mi y me oculté detrás de él con el corazón desbocado, cerré mis ojos tratando de calmarme, de apartar los miedos inútiles que no me habían servido de nada junto con todos esos pensamientos negativos los cuales hacían eco en mi mente, repitiéndome:

Te atrapará.

Te matará.

¡Cállate!

Le ordené a mi mente.

Me asomé con sigilo, solo se apreciaba el canto de los grillos, el movimiento de las hojas debido al viento y las palpitaciones aceleradas de mi corazón, agudicé mis oídos concentrándome, manteniéndome alerta ante cualquier sonido extraño, al transcurrir unos largos segundos sin tener resultados aparté mi rostro volviendo mi cuerpo para recostarlo nuevamente en el tronco.

Gemí muy fuerte al encontrarme con su cara, la cual lucía aún más aterrador en la penumbra, fui una estúpida es obvio que conocía el terreno como la palma de su mano, debió tomar algún atajo.

- ¿Te ibas tan pronto? Y perderte la mejor parte.

Pegué mis extremidades con fuerza en la madera deseando que esta me tragara.

- ¿Últimas palabras? - noté como sacaba algo que portada por dentro de su pretina trasera.

-La verdad siempre sale a la luz no vivirás en las sombras por mucho tiempo.

-Talvez si talvez no, pero eso no impedirá que termine esto- clavó sin vacilación alguna un cuchillo en mi abdomen sumando otra cortada a mi colección solo que esta me traería a la muerte.




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