La noche pasada no pude cerrar ni un ojo, atenta a mi móvil no le despegaba la vista en ningún momento, esperando que esa persona misteriosa me llamara y arruinara más mi vida con sus amenazas, era increíble como en tampoco tiempo había tomado control sobre mí, como yo lo había permitido, ¿Cómo me dejé vencer por el miedo? Gracias a Dios esa noche su vos macabra no me molestó, no obstante, no fue hasta las 5 de la mañana que el sueño pudo entrar a mi cuerpo y pese a que dormí algo me encontraba igual de agotada como si no hubiera podido descansar, debía tener unas terribles ojeras. Me removí en mi cama frotando mis ojos, eran las 2 de la tarde de un sábado que parecía ordinario y tranquilo, mi madre no vino a despertarme.
Que extraño.
Siempre solía hacerlo para que le ayudara con los quehaceres, seguro vio las horrorosas bolsas bajo mis ojos cansados y pensó en dejarme seguir reposando o quizá al estar con el teléfono ni se dio cuenta de mi existencia como siempre.
La verdad veía esa segunda opción como la más valida.
Mi estómago comenzó a rugir, me encontraba hambrienta, últimamente comer había pasado de una prioridad a algo que hacía cuando me acordara o cuando no me sentía presa de los nervios. Una sensación extraña entro a mí, me estaba sintiendo observada.
Vamos estaba sola.
¿No?
Era imposible que él o ella estuviera aquí, no es un cuarto muy grande así que no hay muchos lugares para esconderse. Dirigí mis ojos hasta mi oso de peluche que aun descansaba en mi escritorio, talvez eran paranoias mías, pero ¿desde cuándo ese oso tenía la mirada tan mala y fija en mí?
Sacudí la cabeza.
Ya estaba enloqueciendo.
¿En qué estás pensando Elise? Te estas volviendo loca es un estúpido oso no tiene nada de relevante.
Até mi cabello en un moño totalmente desordenado y bajé hasta la cocina, paré en seco aquí estaba pasando algo raro, olía delicioso, mi madre estaba picando algo mientras tarareaba.
¿Tatareaba?
¿Estoy soñando todavía?
Porque estoy realmente confundida.
¿Qué le está pasando?
¿Desde cuándo se pone a cocinar?
¿Por qué no está con el móvil?
Estoy sospechando grandemente que la despidieron.
- ¿Mamá estás bien? – arrugué mi frente.
Dejó de picar y me miró.
- Estupendamente cariño, ¿por qué lo preguntas?
¿Cariño?
Dios han pasado años desde la última vez que me llamó así.
Casi 11 años para ser exacta desde que tenía 6 y sucedió eso solo me llamaba Elise sin diminutivos o cariños simplemente Elise.
Me forcé a mí misma a ignorar eso no quería ilusionarme o sonreír como tonta.
-Es que tú nunca has hecho algo como esto, ¿acaso te despidieron?
-Soltó una leve carcajada -No Elise, es solo que pedí unas vacaciones estar tan metida en el trabajo no es bueno y siento que he descuidado mucho en casa, así que a partir de ahora todo será diferente.
¡POR DIOS!
No podía creerme todo esto, definitivamente aún no había despertado.
- ¿Hablas en serio? – la miré algo atónita.
-Claro, porque no comes, no te desperté antes supuse que debías estar cansada.
Parpadeé varias veces tratando de procesar todo esto, saqué una taza para servirme algo de cereal.
-Por cierto, hoy vendrán Karen y su familia a cenar- dijo retomando lo que hacía.
- ¿Por qué son tan importantes? – pregunté con la boca llena, la idea de que Jasper, mi acosador vecino viniera a cenar y probablemente se quedará mirándome como un idiota no me gustaba mucho.
-Solo trato de ser amable, además una familia normal se lleva bien con sus vecinos.
Que irónico sonó eso después de tanto lo deseaba.
- ¿Y tú quieres tener una familia normal?
-Solo quiero hacer todo bien- suspiró- vendrán a eso de las 7 ponte algo bonito, cuento contigo para que no hagas caras largas ni te comportes mal, ¿verdad? Tu actitud la última vez no fue a mejor.
No puse objeciones y asentí.
-Gracias pequeña.
No sé a qué se debía este cambio tan repentino, pero me gustaba parecía que lo perdido vendría a mí de nuevo y al fin tendría una respuesta cada vez que dijera buenos días, no me volvería a sentir mal cada vez que veía a las demás madres preocupadas por sus hijos o tan atentas.
Minutos después me encontraba mirando con frustración mi armario, ¿Qué podía ponerme? Quería quedarme así, ¿Qué tenía de malo mi pijama? La comodidad es lo primero o por lo menos para mí lo es, no soy de esas chicas que hasta se maquillan para estar en casa es absurdo nadie va a venir a verles. Después de literalmente tirar mi ropa sin prestar cuidado donde caía, llegué a la conclusión de que no tenía nada para ponerme y no iría a gastar dinero en un vestido que jamás volveré a usar así que la única opción era improvisar algo. Tomé una falda color negro volada regalo de mi madre por mi cumpleaños del año pasado, nunca la había usado y tampoco me dijo nada porque no lo hiciera, bueno dudaba que en algún momento se fijara como vestía, de todas maneras, la levanté del suelo y quité la etiqueta.