¿Por qué existe tanta maldad en el mundo?
Esa pregunta estuvo rondando en mi cabeza por horas, no logré obtener una respuesta concreta porque creo que por más que una persona tratara de descifrarla llegará siempre al mismo punto, es algo que no puede ser contestado ya que el cerebro humano es un mundo y se mueve de diferentes maneras en su mayoría inimaginables.
Por consiguiente, solo me acerqué a esto:
La maldad, la oscuridad o el vacio, como quiera que deseen llarle se apoderaba de las mentes debiles, las sedujia como un dulce a un niño, es presentaba como una salida, les hacia creer que con ella lograrian lo que siempre anhelaron, venganza, poder, pero estaban totalmente equivocados eso solo los hundiria, los acabaría.
Suspiré.
6:23 am.
El sueño me había botado.
Por lo tanto, me quedé observando el cielorraso, analizando y asimilando todo lo ocurrido.
¿Cómo alguien podía tener tantos lados?
¿Tantas caras?
El chico que vivía cruzando la calle era un dolor incesante de cabeza, un bipolar no se podía repudiar a alguien y ser idílico al segundo siguiente.
Me puse en pie no deseaba estar más en cama, no anhelaba seguir siendo presa de mis pensamientos, eso ocasionaba que mi cerebro quisiera explotar.
Necesitada un medicamento con urgencia.
Descendí por los escalones con la mayor brevedad, tenía que deshacerme de este martilleo profundo.
- ¡Mamá! - froté mis sienes en un intento fallido por conseguir alivio.
-¿Qué sucede? - habló con la boca llena de pan de chocolate con relleno de caramelo, ayer Karen me había dado un poco para que les trajera a mis padres, solo que papá evitaba el dulce a toda costa.
- ¿Hay alguna pastilla para la migraña?
-Deja que busque en la alacena- abrió las puertecillas sacando un cofre mediano donde guardaba los medicamentos.
El ruido de las teclas del computador siendo presionadas con brusquedad invadió mis oídos, hice mis manos como puños y empecé a darme leves golpes en los costados de mi cráneo, cada clic era una tortura para mi cabeza resultaba ser como si cuchillos se clavaran en ella, giré mi cuerpo encontrándome con papá de espalda, haciendo algún trabajo importante supongo. Estaba a punto de decirle que parará hasta que mi madre tocó mi hombro.
-Aquí esta cariño- me dio la píldora junto con un vaso con agua, le sonreí en forma de agradecimiento.
Eso mataría mi agonía.
Tragué la pastilla amarga haciendo una mueca, odiaba tomar medicinas.
-A las 11:50 de este pasado miércoles-La voz de la conductora de noticias retumbó en mi oído- los oficiales hallaron el cuerpo de una jovencita a las afueras de Stephen Wood en el límite con Harrisburg. La víctima fue identificada como Maya Williams de 17 años de edad residente de Stevens Point.
Mostraron fotos suyas, su piel bronceada brillaba con el sol, la sonrisa que tenía en la imagen era contagiosa y los ojos ónix lucían alegremente vivos, tapé mis labios con una mano mi equilibrio comenzó a fallar, tuve que agarrarme de la mesa.
Esto no era cierto.
No podía serlo ella...no estaba muerta.
El aire empezó a faltarme, las comisuras de mis ojos ardían por liberar el líquido que estaban reteniendo.
-Fue torturada y decapitada como los 3 anteriores casos, la policía ha aumentado el número de oficiales para reforzar Stephen Wood, Harrisburg y Brigtonhall son los pueblos en los cuales se espera otro ataque, lo inexplicable es la razón del porqué "el fantasma" ha vuelto atacar Stevens Point...
Las palabras de la joven rubia eran lejanas a mí.
Él la mato.
El fantasma.
Jasper.
¿Por qué?
Creí que me quería a mí, debía matarme a mí no a Maya.
¿Por qué?
Ella te estaba ayudando, te iba a dar su identidad e información.
Sabía demasiado.
"dices algo de mí una simple palabra en falso o un simple gesto de rareza en tu estúpido comportamiento e iré por toda tu maldita familia o todo aquel al que conoces y hablas"
Su amenaza resonó en mi mente.
Pero yo no le había dicho nada, Maya vino a buscarme ella ya lo sabía eso no contaba.
No podía contar.
Debí apartarla, haberla dejado hablando sola ese día.
Ahora estaba muerta y era mi culpa yo hice que la mataran.
Yo…
¡No!
¡Basta!
Ya me cansé, no me quedaría aquí iría a enfrentarlo le diría todo, le haría saber que conocía su identidad.
Hoy moría la precariedad y la incertidumbre.
No dejaría que me enturbie más.
Caminé abriéndome paso hasta la salida de casa en un impulso total de valentía, de esos que no había tenido en mucho tiempo, él siempre frecuentaba irse a esta hora y no permitiría que lo hiciera sin antes escucharme.
- ¿Elise? ¿hija dónde vas?
Preguntó mi madre al ver que me dirigía a la puerta de entrada hecha una furia, no me detuve a responder, en ese momento mi cuerpo, mi mente, no me pertenecían ellos hacían lo que querían y lo que deseaban eran enfrentar al maldito. Tiré el portón al pasar por el oyendo débilmente los pasos de mis padres unos metros de mi hablándome, pidiéndome, preguntándome, exigiéndome saber que me ocurría, crucé la carretera sin si quiera mirar o asegurarme de que nada viniera, los músculos de mis piernas se movían con rapidez, no lo dejaría marchar, corrí para poder alcanzarlo.